La fe que aprovecha, 11 de abril
Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Lucas 8:46.{ELC 110.1}
Hay dos clases de conexión entre los pámpanos y la vid. Una es engañosa, superficial.{ELC 110.2}
La muchedumbre que apretaba a Jesús no tenía una unión viviente con él mediante la fe genuina. Pero una pobre mujer que había estado sufriendo por muchos años y había gastado toda su sustancia en médicos que no la habían curado sino empeorado, pensó que si podía ponerse a su alcance, si sólo podía tocar el borde de su manto, se sanaría. Cristo comprendió todo lo que había en su corazón y se puso allí donde ella tendría la oportunidad que deseaba. El usaría de ese hecho para mostrar la diferencia entre el toque de fe genuina y el contacto casual de los que se apretujaban a su alrededor por mera curiosidad.{ELC 110.3}
Cuando la mujer alargó la mano y tocó el borde de su manto pensó que ese toque furtivo no sería advertido por nadie; pero Cristo se dio cuenta y correspondió a su fe con su poder sanador. Ella se dio cuenta en un instante que había sido sanada, y el Señor Jesús no dejaría de llamar la atención hacia una fe tal. Rápidamente se dio vuelta y preguntó: “¿Quién es el que me ha tocado?” Todos los discípulos lo estaban apretando de cerca, y Pedro dijo: “La multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí”. Lucas 8:45, 46.{ELC 110.4}
Cuando la mujer vio que había sido descubierta fue temblando a echarse a sus pies, contándole su historia. Por doce años había sufrido su mal, pero no bien su dedo tocó el borde del manto de Jesús se había sanado. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz”. El solo toque de fe recibió su recompensa.—Carta 130, 1898.{ELC 110.5}
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