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Para testificar con éxito, el yo debe ser crucificado

Para testificar con éxito, el yo debe ser crucificado, 4 de septiembre
Hubo un hombre enviado de Dios... se llamaba Juan. Este vino... para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen... Juan 1:6, 7.{SSJ 254.1}
La palabra de Dios para nosotros es: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48. Pide que cada uno crucifique el yo. Los que responden, crecen fuertes en él. Aprenden cada día de Cristo, y cuanto más aprenden, más grande es su deseo de edificar el reino de Dios ayudando a sus semejantes. Cuanta más luz tienen, mayor es su deseo de iluminar a otros. Cuanto más caminan con Dios, menos viven para sí mismos. Cuanto más grandes son sus privilegios, oportunidades y habilidades para la obra cristiana, mayor es la obligación que sienten para trabajar por otros.{SSJ 254.2}
La naturaleza humana pugna siempre por expresarse. Una persona que fue hecha completa en Cristo, debe primero vaciarse del orgullo, de la autosuficiencia. Entonces hay silencio en el alma y se puede escuchar la voz de Dios. Entonces el Espíritu puede encontrar una entrada libre. Permita que Dios trabaje en usted y por medio de usted. Entonces podrá decir como dijo Pablo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Gálatas 2:20. Pero hasta que se coloque el yo sobre el altar, hasta que permitamos que el Espíritu Santo nos moldeé y nos forme de acuerdo con la similitud divina, no podemos alcanzar el ideal de Dios para nosotros. Dijo Cristo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10. Esta vida es la que debemos tener para trabajar por Cristo, y debemos tenerla “en abundancia”. Dios soplará esta vida en cada alma que muere al yo, pero se requiere abnegación completa. A menos que suceda esto, llevaremos con nosotros lo que destruye nuestra felicidad y utilidad.{SSJ 254.3}
El Señor necesita hombres y mujeres que lleven con ellos en su vida diaria la luz de un buen ejemplo; hombres y mujeres cuyas palabras y acciones muestren que Cristo está morando en el corazón, enseñando, dirigiendo, guiando. Necesita hombres y mujeres de oración, quienes, al luchar solos con Dios, obtengan la victoria sobre el yo, y que salgan después para impartir a otros lo que recibieron de la Fuente de poder.{SSJ 254.4}
Dios acepta a los que crucifican al yo, y los hace vasos de honra. Están en sus manos como el barro en las manos del alfarero, y lleva a cabo su voluntad por medio de ellos. Tales hombres y mujeres recibirán poder espiritual. Cristo vive en ellos, y el poder del Espíritu acompaña sus esfuerzos. Se dan cuenta de que deben vivir en este mundo la vida que vivió Jesús: una vida libre de todo egoísmo; y él los capacita para que den testimonio de él, testimonio que atrae a las almas hacia la cruz del Calvario.—The Signs of the Times, 9 de abril de 1902.{SSJ 254.5}
https://egwwritings.org/?ref=es_SSJ.251

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