“Dios es amor”, 1 de enero
“Dios es amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios
en él”. 1
Juan 4:16. {CT
9.1}
“Dios es amor.” Su naturaleza y su ley son amor. Lo han sido siempre, y
lo serán para siempre. “El Alto y Sublime, el que habita la eternidad”, cuyos
“caminos son eternos,” no cambia. En él “no hay mudanza, ni sombra de
variación”. Isaías
57:15; Habacuc
3:6; Santiago
1:17. {CT
9.2}
Cada manifestación del poder creador es una expresión del amor infinito.
La soberanía de Dios encierra plenitud de bendiciones para todos los seres
creados... {CT
9.3}
La historia del gran conflicto entre el bien y el mal, desde que
principió en el cielo hasta el final abatimiento de la rebelión y la total
extirpación del pecado, es también una demostración del inmutable amor de Dios. {CT 9.4}
El soberano del universo no estaba solo en su obra benéfica. Tuvo un
compañero, un colaborador que podía apreciar sus designios, y que podía
compartir su regocijo al brindar felicidad a los seres creados. “En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era
en el principio con Dios”. Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno solo
con el Padre eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos; era
el único ser que podía penetrar en todos los designios y fines de Dios... {CT 9.5}
El Padre obró por medio de su Hijo en la creación de todos los seres
celestiales. “Porque por él fueron criadas todas las cosas... sean tronos, sean
dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él”.
Los ángeles son los ministros de Dios, que, irradiando la luz que
constantemente dimana de la presencia de él y valiéndose de sus rápidas alas,
se apresuran a ejecutar la voluntad de Dios. Pero el Hijo, el Ungido de Dios,
“la misma imagen de su sustancia”, “el resplandor de su gloria” y sostenedor
de” todas las cosas con la palabra de su potencia”, tiene la supremacía sobre
todos ellos. Un “trono de gloria, excelso desde el principio”, era el lugar de
su santuario: una “vara de equidad”, el cetro de su reino. “Alabanza y
magnificencia delante de él: fortaleza y gloria en su santuario”. “Misericordia
y verdad van delante de tu rostro”. {CT 9.6}
Siendo la ley del amor el fundamento del gobierno de Dios, la felicidad
de todos los seres inteligentes depende de su perfecto acuerdo con los grandes
principios de justicia de esa ley. Dios desea de todas sus criaturas el
servicio que nace del amor, de la comprensión y del aprecio de su carácter. No
halla placer en una obediencia forzada, y otorga a todos libre albedrío para
que puedan servirle voluntariamente.—Historia de los Patriarcas y Profetas,
11-13. {CT
9.7}
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