El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento
del Santísimo es la inteligencia. Proverbios 9:10. {AFC 10.2}
Hay una amplia diferencia entre aquello a lo que puede llegar el hombre
con las facultades que Dios le ha dado, y lo que realmente alcanza.—The Review and Herald, 25 de septiembre
de 1883. {AFC
10.3}
La Palabra de Dios presenta el medio más poderoso de educación, así como
la fuente más valiosa de conocimiento dentro del alcance del hombre. El
entendimiento se adapta a las dimensiones de los temas con los que debe tratar.
Si se ocupa únicamente de asuntos triviales y comunes, si no se lo emplea para
esfuerzos fervientes a fin de comprender las verdades grandes y eternas, se
empequeñece y debilita. De aquí el valor de las Escrituras como un medio de
cultura intelectual... Ellas dirigen nuestros pensamientos al infinito Autor de
todas las cosas. Vemos revelado el carácter del Eterno y escuchamos su voz
cuando tiene comunión con los patriarcas y profetas. Vemos explicados los
misterios de su providencia, los grandes problemas que han demandado la
atención de toda mente pensadora, pero que, sin la ayuda de la revelación,
trata inútilmente de resolver el intelecto humano. Abren a nuestro
entendimiento un sistema de teología sencillo y sin embargo sublime, que
presenta verdades que un niño puede abarcar, pero que son tan amplias como para
desconcertar las facultades de la mente más poderosa. Mientras más
estrechamente se escudriña la Palabra de Dios y mejor se la entiende, más
vívidamente comprenderá el estudiante que hay más allá infinita sabiduría,
conocimiento y poder... {AFC 10.4}
Si tan solo los jóvenes aprendieran del Maestro celestial, como lo hizo
Daniel, sabrían que el temor del Señor es el principio de la sabiduría... Se
elevarían a cualquier altura de adquisiciones intelectuales... Podrían alcanzar
el más elevado y noble ejercicio de cada facultad.—Ibid. {AFC 11.1}
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