¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?...
¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba,
y se regocijaban todos los hijos de Dios?. Job 38:4-7. {EJ 13.1}
Muchos de los simpatizantes de Lucifer se mostraron dispuestos a
escuchar el consejo de los ángeles leales y arrepentirse de su descontento para
recobrar la confianza del Padre y su amado Hijo. El poderoso rebelde declaró
entonces que conocía la ley de Dios, y que si se sometía a la obediencia servil
se lo despojaría de su honra y nunca más se le confiaría su excelsa misión. Les
dijo que tanto él como ellos habían ido demasiado lejos como para volver atrás,
y que estaba dispuesto a afrontar las consecuencias, pues jamás se postraría
para adorar servilmente al Hijo de Dios; que el Señor no los perdonaría, y que
tendrían que reafirmar su libertad y conquistar por la fuerza el puesto y la
autoridad que no se les habría concedido voluntariamente. {EJ 13.2}
Los ángeles leales se apresuraron a llegar hasta el Hijo de Dios y le
comunicaron lo que ocurría entre los ángeles. Encontraron al Padre en consulta
con su amado Hijo para determinar los medios por los cuales, por el bien de los
ángeles leales, pondrían fin para siempre a la autoridad que había asumido
Satanás. El gran Dios podría haber expulsado inmediatamente del cielo a este
archiengañador, pero ese no era su propósito. Daría a los rebeldes una justa
oportunidad para que midieran su fuerza con su propio Hijo y sus ángeles
leales. En esa batalla cada ángel elegiría su propio bando y lo pondría de
manifiesto ante todos. No hubiera sido conveniente permitir que permaneciera en
el cielo ninguno de los que se habían unido con Satanás en su rebelión contra
la inmutable ley de Dios, y eso es irremediable... {EJ 13.3}
Entonces hubo guerra en el cielo. El Hijo de Dios, el Príncipe celestial
y sus ángeles leales entraron en conflicto con el archirrebelde y los que se le
unieron. El Hijo de Dios y los ángeles fieles prevalecieron, y Satanás y sus
seguidores fueron expulsados del cielo. Toda la hueste celestial reconoció y
adoró al Dios de justicia. Ni un vestigio de rebeldía quedó en el cielo. Todo
volvió a ser pacífico y armonioso como antes... {EJ 13.4}
El Padre consultó con el Hijo con respecto a la ejecución inmediata de
su propósito de crear al hombre para que habitara la tierra.—La Historia de la Redención, 16-19. {EJ 13.5}
La rebelión de Satanás había de ser una lección para el universo a
través de todos los siglos venideros, un testimonio perpetuo acerca de la
naturaleza del pecado y sus terribles consecuencias. Los resultados del
gobierno de Satanás y sus efectos sobre los ángeles y los hombres iban a
demostrar qué resultado se obtiene inevitablemente al desechar la autoridad
divina. Iban a atestiguar que la existencia del gobierno de Dios entraña el
bienestar de todos los seres que él creó.—Historia de los Patriarcas y Profetas,
23. {EJ
13.6}
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