Cristo, nuestra única esperanza, 8 de
febrero
Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien
todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos
que dar cuenta. Hebreos 4:13. {ATO 51.1}
El Señor es un Dios que lo sabe todo. En su Palabra se lo representa
como pesando a los hombres en el desarrollo de sus caracteres y en todos sus
motivos, sean éstos buenos o malos. Ana, la madre de Samuel, el niño que
recibiera en respuesta a su fervorosa súplica, dijo: “El Dios de todo saber es
Jehová, y a él toca el pesar las acciones”. 1 Samuel 2:3. David declaró: “Por
cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;
pesándolos a todos igualmente en la balanza, serán menos que nada”. Salmos 62:9. Isaías dice: “Tú,
que eres recto, pesas el camino del justo”. Isaías 26:7. Salomón escribe:
“Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero Jehová
pesa los espíritus”. Proverbios 16:2. Es de interés eterno que cada uno
escudriñe su propio corazón y desarrolle cada facultad otorgada por Dios. {ATO 51.2}
Hay muchas lecciones importantes que aprender. Recordemos que no hay
motivo alguno en el corazón del hombre que Dios no vea claramente. Los motivos
de cada uno son pesados tan cuidadosamente como si el destino de cada ser
humano dependiera únicamente de ese resultado. Necesitamos conectamos con el
poder divino a fin de recibir mayor luz y una comprensión mejor de cómo razonar
de causa a efecto. {ATO
51.3}
Necesitamos cultivar la capacidad de entendimiento, mediante nuestra
participación de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay
en el mundo a causa de la concupiscencia. Considere cada uno de nosotros en
forma cuidadosa esta solemne verdad: Dios en el cielo es fiel y no hay
designio, no importa cuán intrincado sea; ni motivo, no importa cuán
cuidadosamente se lo haya ocultado, que El no comprenda claramente. El lee las
intenciones secretas de cada corazón. El hombre puede hacer planes para
realizar acciones deshonestas pensando que Dios no lo sabe, pero en el gran día
cuando los libros sean abiertos y cada hombre sea juzgado por las cosas
escritas en ellos, esas acciones aparecerán tales cuales son... {ATO 51.4}
No hay nadie, no importa cuán fervorosamente esté tratando de hacer lo
mejor, que pueda decir “no tengo pecado”. El que dijese esto estaría en un
engaño peligroso. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos, y la verdad no está en nosotros”. 1 Juan 1:8. ¿Cómo podemos escapar,
entonces, de la acusación: “Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado
falto”? Debemos mirar a Cristo. A un costo infinito hizo un pacto para ser
nuestro Representante en las cortes celestiales, nuestro Abogado delante de
Dios.—Manuscrito
23, del 8 de febrero de 1906, “Un Dios de sabiduría que pesa las
acciones”.* {ATO 51.5}
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