Cristo vino para magnificar su ley, 8 de febrero
Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y
engrandecerla. Isaías 42:21. {RJ 45.1}
Por medio de las estratagemas del gran apóstata, el hombre ha sido
llevado a separarse de Dios, y al pecar y quebrantar la ley del Altísimo, ha
cedido a las tentaciones del adversario de Dios y el hombre. Dios no podía
alterar ni una jota ni un tilde de su santa ley para alcanzar al hombre en su
condición caída; porque esto reflejaría descrédito sobre la sabiduría de Dios
al hacer la ley por la cual se gobiernan los cielos y la tierra. Pero Dios
podía dar a su Hijo unigénito para convertirse en sustituto y garante del
hombre, para sufrir la pena que merecía el transgresor, y para impartir al alma
arrepentida su perfecta justicia. {RJ 45.2}
Cristo llegó a ser el sacrificio sin pecado por una raza culpable,
convirtiendo a los hombres en prisioneros de esperanza, de manera que por medio
del arrepentimiento hacia Dios por haber quebrantado su santa ley, y por la fe
en Cristo como su sustituto, garantía y justicia, pudieran retornar a la
lealtad a Dios y a la obediencia a su santa ley... {RJ 45.3}
La vida y muerte de Cristo en favor del hombre pecador fueron con el
propósito de restaurar al pecador al favor de Dios, al impartirle la justicia
que pudiera satisfacer las demandas de la ley, y encontrar aceptación para con
el Padre. Pero el propósito de Satanás siempre es anular la ley de Dios y
pervertir el verdadero significado del plan de salvación. Por lo tanto, ha
originado la falsedad de que el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario
tuvo como propósito el de liberar a los hombres de la obligación de guardar los
mandamientos de Dios. Ha esparcido por el mundo el engaño de que Dios ha
abolido su constitución, descartado su ley moral y anulado su perfecta y santa
ley. Si hubiera hecho esto, ¡qué terrible costo hubiera sido para el Cielo! {RJ 45.4}
En lugar de proclamar la abolición de la ley, la cruz del Calvario
proclama con voz de trueno su carácter eterno e inmutable. Si la ley hubiera
podido ser abolida, y todavía mantenerse el gobierno del cielo y la tierra y
los innumerables mundos de Dios, Cristo no hubiese necesitado morir. La muerte
de Cristo debía resolver para siempre la duda acerca de la validez de la ley de
Jehová. Habiendo sufrido la penalidad total de un mundo culpable, Jesús se
convirtió en el mediador entre Dios y el hombre, para restaurar al alma
arrepentida al favor con Dios dándole la gracia para guardar la ley del
Altísimo. {RJ
45.5}
Cristo vino no para destruir la ley o los profetas, sino para cumplirla
al pie de la letra. La expiación del Calvario vindicó la ley de Dios como
santa, justa y buena, no sólo ante el mundo caído, sino ante el cielo y ante
los mundos no caídos.—The
Signs of the Times, 20 de junio de 1895. {RJ 45.6}
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