Fortaleza para la lucha, 8 de febrero
Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso
puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. Isaías 50:7. {CDCD 45.1}
Usted ha sido comprada por un precio infinito y no se pertenece. Su
alma, su cuerpo y su espíritu pertenecen a Jesucristo y, con toda humildad,
pero con firmeza y decisión, debiera decir: “Pertenezco al Señor. Lo serviré
con todo mi corazón, mi mente, y mis fuerzas”. {CDCD 45.2}
No se desanime si encuentra oposición. Por ahora puede resultar
placentero dejarse llevar por la corriente porque es fácil descender de la
justicia y la santidad a las tinieblas y la transgresión, mientras quien trata
de alcanzar las playas eternas tiene que combatir contra viento y marea. El
mundo respeta, estima y admira la fe y la religión que no manifiestan un
espíritu agresivo ni despliegan una actividad heroica, sino que, por el
contrario, se han contaminado con las corrientes mundanas... {CDCD 45.3}
La burla que procede de los que desprecian la verdad de Dios, es un
cumplido para la integridad cristiana. Si perteneciera al mundo, podría gozar
de sus sonrisas, su alabanza y su aplauso. Si Jesucristo, la esperanza de
gloria, mora en usted, su espiritualidad rechazará el orgullo y las
extravagancias del mundo... {CDCD 45.4}
La oposición que encuentra le resultará ventajosa en muchos sentidos.
Desarrollará ciertas virtudes cristianas que rara vez surgen en la senda de la
prosperidad y a plena luz del sol. La fe, la paciencia, la tolerancia, la
espiritualidad, una creciente confianza en la Providencia, son frutos que
aparecen y maduran en medio de las nubes, las tinieblas y la tempestad. El
árbol solitario expuesto a la furia de los vientos y las tormentas no será
desarraigado por el huracán, sino que hundirá más y más sus raíces y extenderá
sus ramas en todas direcciones, embelleciéndose y fortaleciéndose como
resultado de soportar la tormenta. Este puede ser su caso. Puede carecer de
simpatía y apoyo humano y sentir que su única esperanza consiste en levantar
los brazos en súplica a Dios y depender sólo del Redentor para que su alma
desvalida reciba auxilio. Dicho auxilio, enviado por el cielo, será exactamente
lo que necesita... {CDCD
45.5}
Si teme a Dios, no necesita temer nada más. Si lo complace, obtendrá
todo lo que su alma anhela.—Carta 4a, del 8 de febrero de 1880, dirigida a
la Hna. Brigs. {CDCD
45.6}
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