El estudio ferviente produce conversión verdadera, 18 de abril
Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos. Esdras 7:10.{SSJ 115.1}
Nacido entre los descendientes de Aarón, Esdras recibió preparación sacerdotal. Se familiarizó, además, con los escritos de los magos, astrólogos y sabios del reino medo-persa. Pero no estaba satisfecho con su condición espiritual. Anhelaba estar en completa armonía con Dios; deseaba tener sabiduría para cumplir la voluntad divina. De manera que “había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla”.{SSJ 115.2}
Esto le indujo a estudiar diligentemente la historia del pueblo de Dios, según estaba registrada en los escritos de los profetas y reyes. Fue impresionado por el Espíritu de Dios a escudriñar. Escudriñó los libros históricos y poéticos de la Biblia, con el fin de aprender por qué había permitido el Señor que Jerusalén fuese destruida y su pueblo llevado cautivo a tierra pagana.{SSJ 115.3}
Esdras meditó en forma especial en lo experimentado por Israel desde el tiempo en que fuera hecha la promesa a Abraham, hasta la liberación de la esclavitud egipcia y el éxodo. Estudió las instrucciones dadas en el monte Sinaí y durante el largo plazo de las peregrinaciones por el desierto. A medida que aprendía cada vez más acerca de cómo Dios había obrado con sus hijos, y comprendía mejor el carácter sagrado de la ley dada en el Sinaí, su corazón se conmovió como nunca antes. Experimentó una conversión nueva y cabal, y resolvió dominar los anales de la historia sagrada con el fin de utilizar ese conocimiento no para un propósito egoísta, sino para beneficiar e ilustrar a su pueblo. Algunas de las profecías estaban a punto de cumplirse; escudriñaría diligentemente en busca de la luz que había sido oscurecida.{SSJ 115.4}
Esdras se afanó en sus estudios. Se esforzó por obtener una preparación del corazón para la obra que creía que se le había señalado. Buscaba fervientemente a Dios con el fin de ser un obrero de quien el Señor no tuviera que avergonzarse. Escudriñaba las palabras que habían sido escritas con respecto a los deberes del pueblo llamado por Dios, y encontró la solemne promesa hecha por los israelitas de que obedecerían las palabras del Señor, y la promesa que Dios había hecho, a cambio, prometiéndoles sus bendiciones como una recompensa por su obediencia.—The Review and Herald, 30 de enero de 1908. Ver La Historia de Profetas y Reyes, 446, 447.{SSJ 115.5}
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