Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá
bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón.Job 22:21, 22. {ELC 10.1}
Desde el principio ha sido el plan estudiado de Satanás hacer que los
hombres se olvidaran de Dios para poder así adueñárselos. Ha procurado, pues,
desfigurar el carácter de Dios a fin de que los hombres abriguen un falso
concepto de él. Ante la mente de ellos, el Creador ha sido presentado como
revestido con los atributos del príncipe del mal—como arbitrario, severo e
implacable—para que fuera temido, rehuido y aun odiado por los hombres... {ELC 10.2}
Cristo vino para revelar a Dios ante el mundo como un Dios de amor, de
misericordia, ternura y compasión. El Redentor del mundo despejó las densas
tinieblas con las que Satanás había recubierto el trono de la Deidad, y otra
vez el Padre fue manifestado a los hombres como la Luz de la vida... {ELC 10.3}
Cristo se apena al ver a hombres tan absortos por los cuidados
terrenales y las perplejidades de sus negocios que no tienen tiempo para
conocer a Dios. Para ellos el cielo es un lugar extraño pues lo han eliminado
de su cómputo. No estando familiarizados con las cosas celestiales, se cansan
de oír hablar de ellas. No les gusta que se turbe su mente debido a su
necesidad de salvación. Pero el Señor desea turbar su mente para que puedan
conocerlo mejor en el tiempo en que les ofrece su salvación... {ELC 10.4}
Llegará el día cuando la terrible acusación de la ira de Dios será
pronunciada contra los que han persistido en su deslealtad hacia él... Pero no
necesitáis estar entre los que quedarán bajo su ira. Vivimos en el día de su
salvación. La luz de la cruz del Calvario reluce con rayos claros y brillantes,
revelando a Jesús nuestro sacrificio por el pecado. {ELC 10.5}
Dios desea restaurar su imagen en vosotros. Creed que es vuestro
Ayudador. Resolveos a amistaros con él. Al acercaros a él con confesión y
arrepentimiento, se acercará a vosotros con misericordia y perdón.—The Review and Herald, 15 de febrero de
1912. {ELC
10.6}
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