El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Juan 3:36. {DNC 13.1}
Cuando el alma se entrega a Cristo, un nuevo poder se posesiona del
nuevo corazón. Se realiza un cambio que ningún hombre puede realizar por su
cuenta. Es una obra sobrenatural, que introduce un elemento sobrenatural en la
naturaleza humana. El alma que se entrega a Cristo. llega a ser una fortaleza
suya, que él sostiene en un mundo en rebelión, y no quiere que otra autoridad
sea conocida en ella sino la suya. Un alma así guardada en posesión por los
agentes celestiales, es inexpugnable a los asaltos de Satanás. {DNC 13.2}
Cristo está dispuesto a impartir todas las influencias celestiales.
Conoce todas las tentaciones que asaltan a los humanos y la capacidad de todo
instrumento humano. Mide su fortaleza. Ve el hoy y el mañana, y presenta ante
la mente las obligaciones que debe cumplir, e insta para que no se permita que
las cosas comunes y terrenales absorban las eternas de tal modo que se pierdan
de vista. {DNC
13.3}
Los dones de su gracia mediante Cristo son gratuitos para todos. No hay
elección, excepto la propia, por la cual alguien haya de perecer. Dios ha
expuesto en su Palabra las condiciones de acuerdo con las cuales se elegirá a
cada alma para la vida eterna: la obediencia a sus mandamientos, mediante la fe
en Cristo. Dios ha elegido un carácter que está en armonía con su ley, y todo
el que alcance la norma requerida, entrará en el reino de la gloria. {DNC 13.4}
¡Qué posición exaltada la de ser identificados con uno en quien se
centra toda perfección, quien es verdaderamente la Majestad del cielo, pero
quien, aunque caídos, nos amó tanto que las palabras no pueden expresarlo! Por
nosotros él depuso su manto real, descendió del trono del cielo y condescendió
hasta vestir su divinidad de humildad y llegó a ser como uno de nosotros, pero
sin pecado, para que su vida y carácter sean el modelo que todos copien, y para
que puedan tener el precioso don de la vida eterna.* {DNC 13.5}
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