Hay una razón, 8 de febrero
Génesis
12:9, 10.
Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el
cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y
honra cuando sea manifestado Jesucristo. 1 Pedro 1:7. {CV 45.1}
Abrahán continuó su viaje hacia el sur; y otra vez fue probada su fe. El
cielo retuvo la lluvia, los arroyos cesaron de correr por los valles, y se
marchitó la hierba de las llanuras. Los ganados no encontraban pastos, y el
hambre amenazaba a todo el campamento... ¿No miraría hacia atrás anhelando la
abundancia de las llanuras caldeas? Todos observaban ansiosamente para ver qué
haría Abrahán, a medida que una dificultad sucedía a la otra. Al ver su
confianza inquebrantable, comprendían que había esperanza... {CV 45.2}
Abrahán no podía explicar la dirección de la Providencia; sus esperanzas
no se habían cumplido; pero mantuvo su confianza en la promesa: “Y bendecirte
he, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”. Génesis 12:2. Con oraciones
fervientes consideró la manera de preservar la vida de su pueblo y de su
ganado, pero no permitió que las circunstancias perturbaran su fe en la palabra
de Dios. Para escapar del hambre fue a Egipto. No abandonó a Canaán, ni tampoco
en su extrema necesidad se volvió a la tierra de Caldea de la cual había venido,
donde no había escasez de pan; sino que buscó refugio temporal tan cerca como
fuese posible de la tierra prometida, con la intención de regresar pronto al
sitio donde Dios le había puesto. {CV 45.3}
En su providencia, el Señor proporcionó esta prueba a Abrahán para
enseñarle lecciones de sumisión, paciencia y fe... {CV 45.4}
Dios permite que las pruebas asedien a los suyos, para que mediante su
constancia y obediencia puedan enriquecerse espiritualmente, y para que su
ejemplo sea una fuente de poder para otros. “Porque yo sé los pensamientos que
tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal”. Jeremías 29:11. Los mismos
sufrimientos que prueban más severamente nuestra fe, y que nos hacen pensar que
Dios nos ha olvidado, sirven para llevarnos más cerca de Cristo, para que
echemos todas nuestras cargas a sus pies, y para que sintamos la paz que nos ha
de dar en cambio. Historia
de los Patriarcas y Profetas, 121, 122.* {CV 45.5}
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