El Mensaje de los Tres Ángeles - Apocalipsis 14:6-12

6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
8 Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación.
9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano,
10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;
11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.

Cada Día con Dios


Un sueño admonitorio, 9 de mayo https://ift.tt/ma6EWKx ¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas tu hiel, y le embriagas para mirar su desnudez! Habacuc 2:15. Soñaba que me preguntaba por qué usted estaba tan a menudo tan lejos de su hogar y su familia, de la casa de Dios los sábados y de las reuniones de oración. En cierto momento me encontraba a bordo de su barco. Allí había hombres alegres, que conversaban y se reían, decían chistes y jugaban a las cartas. Usted estaba con ellos. Vi la mesa preparada con cierta clase de alimentos adecuada para satisfacer el apetito pervertido de los miembros del grupo. Escuché que pedían licor. Miré asombrada al escuchar su voz, ..................... ............, un presunto discípulo de Cristo, que supuestamente espera su aparición y se está preparando para ella y que decía: “Aquí, caballeros”. Colocaron delante de ellos vinos de distintos tipos y participaron de ellos y usted bebió con ellos... El joven que me ha explicado tantas veces mis sueños le habló y dijo: -¡Comiendo y bebiendo con los borrachos!... ¿Quién compró estas botellas de bebida? -Yo las compré -contestó usted- porque no puedo conseguir compañeros para salir conmigo a navegar, a menos que complazca su apetito en este sentido. Esta es suficiente evidencia de que usted no está complaciendo a Dios, y que se está poniendo en el terreno de Satanás, para que lo tiente. Está haciendo un terrible sacrificio al dar satisfacción a su amor desorbitado por salir a navergar... Después de ese sueño tuve otro. Soñaba que usted estaba fumando de nuevo. Pensé en esos hábitos miserables, que una vez usted venció, y que los ha adoptado de nuevo; usted está retrocediendo paso a paso rumbo a la oscuridad, para vender su alma por muy bajo precio... Le advierto, como una madre lo haría con su hijo, que evite lo que pone en peligro su condición moral, lo que puede provocar su desgracia si cultiva apetitos pervertidos... Le envío estas pocas páginas como embajadora de Cristo. Cuídese de no despreciar la amonestación que se le ha dado. Con amor, Elena G. de White.—Carta 5, del 9 de mayo de 1877.

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