Las familias que guardan los mandamientos
glorifican a Cristo, 13 de febrero
Instruye al niño en su camino, y aún cuando
fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22:6. SSJ 50.1
Debe enseñarse a los hijos que son parte de la firma de la
familia. Hay que alimentarlos, vestirlos, amarlos y cuidar de ellos; y ellos
deben responder a todas estas mercedes trayendo toda la felicidad posible a la
familia de la cual son miembros. De esa manera llegan a ser hijos e hijas de
Dios, misioneros en el círculo familiar. SSJ
50.2
Si los padres descuidan la educación de sus hijos, los privan de
lo que es necesario para el desarrollo de un carácter simétrico, equilibrado,
que les será de la mayor bendición a través de toda su vida. Si se les permite
a los hijos que hagan lo que quieran, reciben la idea de que hay que servirlos,
cuidarlos, satisfacerlos y divertirlos. Creen que sus deseos y voluntades deben
ser complacidos. Educados en esta forma, llevan a través de toda su experiencia
religiosa las deficiencias de la instrucción que recibieron en el hogar. SSJ
50.3
Dios quiere que nuestras familias sean símbolos de la familia del
cielo. Recuerden esto cada día los padres y los hijos, y relaciónense unos con
otros como miembros de la familia de Dios. Entonces su vida será de tal
carácter que dará al mundo una lección objetiva de lo que pueden ser las
familias que aman a Dios y guardan sus mandamientos. Cristo será glorificado;
su paz, su gracia y su amor saturarán el círculo familiar como un perfume
precioso. Y cuando los hijos de los misioneros cristianos observen los
mandamientos y sean disciplinados, su vida será como una hermosa ofrenda para
Dios. SSJ
50.4
Esto alegrará el corazón de Jesús y será considerado por él como
la ofrenda más preciosa que pueda recibir. SSJ
50.5
Que el Señor Jesucristo sea un objeto de adoración en cada
familia. Si los padres le dan sus hijos una educación apropiada, ellos mismos
serán felices al ver el fruto de su cuidadosa instrucción en el carácter
semejante al de Cristo que tienen sus hijos. Están haciendo el servicio más
elevado a Dios al presentar al mundo familias bien ordenadas, bien
disciplinadas, que no sólo temen al Señor, sino que lo honran y lo glorifican
por medio de su influencia sobre otras familias, y recibirán su recompensa.—The Review and Herald,
17 de noviembre de 1896. SSJ 50.6
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