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La fe inquebrantable de Abrahán, 7 de noviembre

 La fe inquebrantable de Abrahán, 7 de noviembre

Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y... ofrécelo allí en holocausto. Génesis 22:2.El Señor consideró conveniente probar la fe del patriarca por medio de una prueba tremenda. Si hubiera soportado la primera prueba y hubiera aguardado con paciencia que la promesa se cumpliera en Sara, y no hubiera tomado a Agar por esposa, no habría sido sometido a la prueba más dura que haya experimentado hombre alguno. El Señor le ordenó: “Toma ahora tu hijo... a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto”...

Abrahán no fue incrédulo ni vacilante; por el contrario, muy temprano, de mañana, tomó a dos de sus siervos y a Isaac, su hijo, junto con la leña para el holocausto, y se fue en dirección al lugar del cual el Señor le había hablado... El patriarca no permitió que el amor paternal lo dominara y lo indujera a rebelarse contra Dios. El mandamiento del Señor había sido calculado para sacudirlo profundamente. “Toma ahora tu hijo”. Y entonces, como para probar un poco más su corazón, añadió: “Tu único, Isaac, a quien amas”; es decir, al único hijo de la promesa, “y... ofrécelo allí en holocausto”.

Durante tres días este padre viajó con su hijo y tuvo suficiente tiempo para pensar y dudar de Dios si se hubiera sentido inclinado a ello. Pero no lo hizo...

Abrahán creía que Isaac era el hijo de la promesa. También creía que Dios había hablado con claridad cuando le ordenó que lo ofreciera en holocausto... Creyó que si el Señor, que en su providencia había permitido que Sara tuviera un hijo en su vejez, le había pedido que tomara la vida de su hijo... podría... levantar a Isaac de entre los muertos.

El patriarca dejó a los siervos a mitad de camino y se decidió a ir solo con su hijo para adorar al Señor un poco más allá... El decidido, amante y sufrido padre avanzó con firmeza al lado de su hijo. Cuando llegaron al lugar que Dios le había señalado, levantó un altar allí y puso la leña en orden, lista para el sacrificio, y entonces informó a Isaac que Dios le había mandado ofrecerlo en holocausto. Le repitió la promesa que el Señor le había hecho varias veces, de que por medio de Isaac él llegaría a ser una gran nación, y que al cumplir la orden de Dios de quitarle la vida, Dios cumpliría su promesa...

Isaac creyó en Dios... Después de abrazar afectuosamente al anciano, se sometió, y permitió que éste lo atara sobre la leña. Y cuando la mano del padre se levantó para quitar la vida de su hijo, un ángel de Dios, que había estado observando toda la fidelidad de Abrahán... lo llamó desde el cielo y le dijo: “Abraham... No extiendas tu mano sobre el muchacho... porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”. Génesis 22:11, 12.—La Historia de la Redención, 82-85.

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