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El Cristo Triunfante


Jesús presentó la verdad utilizando elementos familiares, 6 de agosto https://ift.tt/bjGFXHk “Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba”. Mateo 13:34. El gran Maestro proclamaba la verdad a la humanidad, y muchos de sus oyentes no podían ser educados en las escuelas de los rabinos ni en la filosofía griega. Cristo pronunciaba la verdad de una manera sencilla y directa, dando fuerza vital a cada una de sus declaraciones y haciéndolas impresionantes... Los rabinos y maestros habían cerrado virtualmente el reino de los cielos a los pobres y afligidos, dejándolos perecer. En sus discursos Cristo no presentaba delante de ellos muchas cosas a la vez, no fuera que su mente se confundiese. Hizo que cada punto fuera claro y distinto... Cristo fue el inspirador de toda antigua gema de verdad. Por medio de la obra del enemigo estas verdades habían sido desplazadas. Se las había desconectado de su verdadera posición y colocado dentro de una estructura de error. La obra de Cristo consistió en reajustar y establecer las preciosas gemas en el marco de la verdad. Los principios de verdad que fueron dados por él para bendecir al mundo habían sido sepultados y, aparentemente, se habían extinguido. Cristo los rescató de entre el escombro del error, les otorgó una nueva fuerza vital y determinó que resplandecieran como preciosas joyas destinadas a brillar para siempre. Cristo podía referir cualquiera de estas antiguas verdades sin que se lo acusara de plagio, pues él era el originador de todas ellas... A medida que Jesús presentaba estas verdades a las mentes, alteró lo menos posible su acostumbrado estilo de pensamiento... El Señor despertó sus mentes al presentarles la verdad utilizando los elementos de asociación que les resultaban más familiares. Empleó ilustraciones en su enseñanza que despertaban los recuerdos y simpatías más puros para así poder alcanzar el templo interior del alma. Al identificarse con sus intereses, extrajo ilustraciones del libro de la naturaleza, empleando conceptos que resultaban familiares para todos: los lirios del campo, la semilla, la siembra, el sembrador, la cosecha del grano, las aves del cielo: todas estas figuras fueron empleadas para presentar la verdad divina, pues habrían de recordarles su lección toda vez que contemplaran el mundo que los rodeaba... Aunque Satanás había tergiversado los propósitos de Dios, falsificado su carácter y hecho que se mirara a Dios bajo una falsa luz, con todo, a través de las edades el amor de Dios por sus hijos ha permanecido incólume. La obra de Cristo consistió en revelar al Padre como un ser misericordioso, compasivo, lleno de gracia y de verdad... El unigénito Hijo de Dios disipó la sombra infernal con que Satanás había rodeado al Padre y afirmó: “Yo y mi Padre uno somos; miradme y contemplaréis a Dios”.—Manuscrito 25, 1890.

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