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Sabbath School
THURSDAY, JULY 25 La parábola del crecimiento de la semilla Comentarios Elena G.W para las Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/wlrkBfj @seguidores Jesús enseñó por ilustraciones y parábolas sacadas de la naturaleza y de los acontecimientos familiares de la vida diaria… De esta manera asociaba las cosas naturales con las espirituales, vinculando las cosas de la naturaleza y la vida de sus oyentes con las verdades sublimes de la Palabra escrita. Y más tarde, cuandoquiera sus ojos cayesen sobre los objetos que él había asociado con la verdad eterna, oirían repetidas sus lecciones. Una de las parábolas más hermosas e impresionantes de Cristo es la del sembrador y la semilla. “Así es el reino de Dios —dijo él—, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga”. Marcos 4:26-28… El que dio esta parábola era el mismo que había creado la diminuta simiente, le había dado sus propiedades vitales, y ordenado las leyes que debían gobernar su crecimiento; e hizo de ella una ilustración viva de la verdad tanto en el mundo natural como en el espiritual (Consejos para los maestros, p. 132). Mientras Jesús presentaba esta parábola, podían verse plantas de mostaza lejos y cerca, elevándose por sobre la hierba y los cereales, meciendo suavemente sus ramas en el aire. Los pájaros revoloteaban de rama en rama, y cantaban en medio de su frondoso follaje. Sin embargo la semilla que dio origen a estas plantas gigantes era una de las más pequeñas. Al principio proyectó un tierno brote; pero era de una potente vitalidad, y creció y floreció hasta que alcanzó el gran tamaño que entonces tenía. Así el reino de Cristo al principio parecía humilde e insignificante. Comparado con los reinos de la tierra parecía el menor de todos. La aseveración de Cristo de que era rey fue ridiculizada por los gobernantes de este mundo. Sin embargo, en las grandes verdades encomendadas a los seguidores de Cristo, el reino del evangelio poseía una vida divina. ¡Y cuán rápido fue su crecimiento, cuán amplia su influencia! Cuando Cristo pronunció esta parábola, había solamente unos pocos campesinos galileos que representaban el nuevo reino. Su pobreza, lo escaso de su número, era presentado repetidas veces como razón por la cual los hombres no debían unirse con estos sencillos pescadores que seguían a Jesús. Pero la semilla de mostaza había de crecer y extender sus ramas a través del mundo. Cuando pereciesen los gobiernos terrenales, cuya gloria llenaba entonces los corazones humanos, el reino de Cristo seguiría siendo una fuerza poderosa y de vasto alcance (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 55, 56). [El] reino de Cristo no es como ningún gobierno terrenal. Es una representación de los caracteres de aquellos que componen el reino. “¿A qué haremos semejante el reino de Dios?” preguntó Cristo, “¿o con qué parábola lo compararemos?” No pudo encontrar nada en la tierra que sirviera como una comparación perfecta. Su corte es una donde preside el amor santo, y cuyas oficinas y nombramientos están adornados con el ejercicio de la caridad. Él encarga a sus siervos que traigan piedad y amabilidad amorosa, Sus propios atributos, a todo su trabajo, y que encuentren su felicidad y satisfacción en reflejar el amor y la tierna compasión de la naturaleza divina en todos con quienes se asocian. (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 1111).
¡Visita Sabbath School!
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