10 de marzo MANSEDUMBRE Con toda humildad y mansedumbre, soportándonos con paciencia los unos a los otros en amor. (Efesios 4: 2). Lo invito a mirar al Hombre del Calvario. Contemple al que pusieron en su cabeza una corona de espinas, que cargó sobre sí la vergonzosa cruz y que paso a paso descendió por la senda de la humillación. Mire al varón de dolores, experimentado en quebranto, despreciado y desechado entre los hombres. "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores". "Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isa. 53: 4, 5). Contemple el calvario hasta que su corazón se ablande con el maravilloso amor del Hijo de Dios. El no dejó nada sin hacer para que el hombre caído pudiera ser elevado y purificado. ¿Por qué no confesar su nombre? ¿La religión de Cristo degradará al que la abraza? No. De modo alguno será una deshonra ...