¡Maranata: El Senor Viene!


¡Maranata: El Senor Viene!
Instrucción proveniente del santuario, 29 de agosto Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia. Hebreos 10:22. https://ift.tt/XnL6JFR “Y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, e hiciéronle llegar delante de él”. Daniel 7:13... La venida de Cristo descripta aquí no es su segunda venida a la tierra. El viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el dominio y la gloria y un reino, que le será dado a la conclusión de su obra de mediador. Es esta venida, y no su segundo advenimiento a la tierra, la que la profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2.300 días en 1844. Acompañado por ángeles celestiales nuestro gran Sumo Sacerdote entra en el lugar santísimo, y allí, en la presencia de Dios, da principio a los últimos actos de su ministerio en beneficio del hombre, a saber, cumplir la obra del juicio y hacer expiación por todos los que resulten tener derecho a ella.62Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 533, 534. Ojalá que el Señor nos permita ver la necesidad de beber de la fuente viva del agua de vida. Su corriente pura nos renovará y sanará y vivificará todo lo que se halle relacionado con nosotros. ¡Oh, si los corazones tan sólo se sometieran a él! Si se tuviera en vista únicamente la gloria de Dios, ¡con qué abundancia se derramaría sobre el alma la luz celestial! Aquel que ha hablado como ningún hombre lo ha hecho jamás, fue un Educador en este mundo. Después de su resurrección fue Maestro de los desanimados y solitarios discípulos que viajaban a Emaús y de los que se reunieron en el aposento alto. Les reveló lo que las Escrituras decían respecto a su Persona e hizo que sus corazones se ligaran a una esperanza y un gozo santos, nuevos y sagrados. Desde el lugar santísimo prosigue la gran obra de instrucción... Cristo oficia en el santuario. Nosotros no lo seguimos hasta el interior del santuario tal como deberíamos hacerlo. Cristo y los ángeles obran en el corazón de los hijos de los hombres. La iglesia del cielo unida con la iglesia de la tierra está peleando la buena batalla de la fe en este mundo. Debe producirse una purificación del alma aquí en la tierra, en armonía con la purificación efectuada por Cristo en el santuario celestial.63Carta 37, 1887. El pueblo de Dios debe tener ahora sus ojos fijos en el santuario celestial, donde... nuestro gran Sumo Sacerdote... está intercediendo por su pueblo.64EE, 166.
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Instrucción proveniente del santuario, 29 de agosto Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia. Hebreos 10:22. https://ift.tt/XnL6JFR “Y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, e hiciéronle llegar delante de él”. Daniel 7:13... La venida de Cristo descripta aquí no es su segunda venida a la tierra. El viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el dominio y la gloria y un reino, que le será dado a la conclusión de su obra de mediador. Es esta venida, y no su segundo advenimiento a la tierra, la que la profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2.300 días en 1844. Acompañado por ángeles celestiales nuestro gran Sumo Sacerdote entra en el lugar santísimo, y allí, en la presencia de Dios, da principio a los últimos actos de su ministerio en beneficio del hombre, a saber, cumplir la obra del juicio y hacer expiación por todos los que resulten tener derecho a ella.62Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 533, 534. Ojalá que el Señor nos permita ver la necesidad de beber de la fuente viva del agua de vida. Su corriente pura nos renovará y sanará y vivificará todo lo que se halle relacionado con nosotros. ¡Oh, si los corazones tan sólo se sometieran a él! Si se tuviera en vista únicamente la gloria de Dios, ¡con qué abundancia se derramaría sobre el alma la luz celestial! Aquel que ha hablado como ningún hombre lo ha hecho jamás, fue un Educador en este mundo. Después de su resurrección fue Maestro de los desanimados y solitarios discípulos que viajaban a Emaús y de los que se reunieron en el aposento alto. Les reveló lo que las Escrituras decían respecto a su Persona e hizo que sus corazones se ligaran a una esperanza y un gozo santos, nuevos y sagrados. Desde el lugar santísimo prosigue la gran obra de instrucción... Cristo oficia en el santuario. Nosotros no lo seguimos hasta el interior del santuario tal como deberíamos hacerlo. Cristo y los ángeles obran en el corazón de los hijos de los hombres. La iglesia del cielo unida con la iglesia de la tierra está peleando la buena batalla de la fe en este mundo. Debe producirse una purificación del alma aquí en la tierra, en armonía con la purificación efectuada por Cristo en el santuario celestial.63Carta 37, 1887. El pueblo de Dios debe tener ahora sus ojos fijos en el santuario celestial, donde... nuestro gran Sumo Sacerdote... está intercediendo por su pueblo.64EE, 166.

Sabbath School


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Thursday, August 29 El mandamiento más importante Comentarios Elena G.W para las Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/SUvBTiI El escriba que había interrogado a Jesús estaba bien instruído en la ley y se asombró de sus palabras. No esperaba que manifestase un conocimiento tan profundo y cabal de las Escrituras. Obtuvo una visión más amplia de los principios básicos de los preceptos sagrados. Delante de los sacerdotes y gobernantes congregados, reconoció honradamente que Cristo había dado la debida interpretación a la ley, diciendo: “Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y que amarle de todo corazón, y de todo entendimiento, y de toda el alma, y de todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, más es que todos los holocaustos y sacrificios”. La sabiduría de la respuesta de Cristo había convencido al escriba. Sabía que la religión judía consistía en ceremonias externas más bien que en piedad interna. Sentía en cierta medida la inutilidad de las ofrendas ceremoniales, y del derramamiento de sangre para la expiación del pecado si no iba acompañado de fe. El amor y la obediencia a Dios, la consideración abnegada para con el hombre, le parecían de más valor que todos estos ritos. La disposición de este hombre a reconocer la corrección del raciocinio de Cristo y su respuesta decidida y pronta delante de la gente, manifestaban un espíritu completamente diferente del de los sacerdotes y gobernantes. El corazón de Jesús se compadeció del honrado escriba que se había atrevido a afrontar el ceño de los sacerdotes y las amenazas de los gobernantes al expresar las convicciones de su corazón. “Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del reino de Dios” (El Deseado de todas las gentes, p. 560). Los mandamientos de Dios son abarcantes y de gran amplitud. En unas pocas palabras, despliegan todo el deber del hombre. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas… Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Marcos 12:30, 31. La longitud y la anchura, la profundidad y la altura de la ley de Dios están abarcadas en esas palabras, pues Pablo declara: “El cumplimiento de la ley es el amor”. Romanos 13:10. La única definición que encontramos en la Biblia para el pecado es que “pecado es infracción de la ley”. 1 Juan 3:4. Declara la Palabra de Dios: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Romanos 3:23. “No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”. Romanos 3:12. Muchos están engañados acerca de la condición de su corazón. No comprenden que el corazón natural es engañoso más que todas las cosas y desesperadamente impío. Se envuelven con su propia justicia y están satisfechos con alcanzar su propia norma humana de carácter. Sin embargo, cuán fatalmente fracasan cuando no alcanzan la norma divina y, por sí mismos, no pueden hacer frente a los requerimientos de Dios. Podemos medirnos a nosotros por nosotros mismos, podemos compararnos entre nosotros mismos; quizá digamos que nos portamos tan bien como este o aquél, pero la pregunta por la que se demandará una respuesta en el juicio es: ¿Llenamos los requisitos de las demandas del alto cielo? ¿Alcanzamos la norma divina? ¿Están en armonía nuestros corazones con el Dios del cielo? (Mensajes selectos, t. 1, pp. 376, 377).
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Nuestro estudio en los siglos futuros, 23 de diciembre Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bonda...

Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374