Fe inconmovible,


Fe inconmovible, 20 de marzo

Pero pida en fe, no dudando nada.; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. Santiago 1:6. MSV76 85.1
La oración y la fe están íntimamente ligadas y necesitan ser estudiadas juntas. En la oración de fe hay una ciencia divina; es una ciencia que debe comprender todo el que quiera tener éxito en la obra de su vida. Cristo dice: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Marcos 11:24. El explica claramente que nuestra petición debe estar de acuerdo con la voluntad de Dios; debemos pedir cosas que él haya prometido y todo lo que recibamos debe ser usado para hacer su voluntad. Cuando se satisfacen las condiciones, la promesa es inequívoca. MSV76 85.2
Podemos pedir perdón por el pecado, el don del Espíritu Santo, un temperamento como el de Cristo, sabiduría y fuerza para hacer su obra, cualquier don que él haya prometido; luego tenemos que creer para recibir y dar gracias a Dios por lo que hemos recibido. MSV76 85.3
No necesitamos buscar una evidencia exterior de la bendición. El don está en la promea y podemos emprender nuestro trabajo seguros de que Dios es capaz de cumplir lo que ha prometido y que el don, que ya poseemos, se hará efectivo cuando más lo necesitemos. MSV76 85.4
Vivir así por la palabra de Dios significa entregarle toda la vida. Se experimentará una sensación constante de Dios sobre el corazón La oración es una necesidad porque es la vida del alma. La oración en familia, la oración en público, tienen su lugar, pero es la comunión secreta con Dios la que sostiene la vida del alma... MSV76 85.5
Muchos, aun en sus momentos de devoción, no reciben la bendición de la verdadera comunión con Dios. Están demasiado apremiados... No tienen tiempo para permanecer con el divino Maestro... Nuestra necesidad no consiste en detenernos un momento en su presencia, sino en tener relación personal con Cristo, sentarnos en su compañía.40La Educación, 251-254. MSV76 85.6

Trabajar fielmente donde se esté


Trabajar fielmente donde se esté, 20 de marzo

De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que ya no nos juzguemos más los unos a los otros. Romanos 14:12, 13. SSJ 86.1
Cuando hicimos todo lo que pudimos, debemos contarnos como siervos inútiles. No hay lugar para el orgullo en nuestros esfuerzos, porque dependemos a cada momento de la gracia de Dios y no tenemos nada que no hayamos recibido. Dice Jesús: “Separados de mí, nada podéis hacer”. Juan 15:5. SSJ 86.2
Somos responsables sólo por los talentos que Dios nos ha concedido. El Señor no reprocha a los siervos que han duplicado sus talentos, que han hecho conforme a su habilidad. Los que demuestren así su fidelidad pueden ser felicitados y recompensados; pero los que haraganean en la viña, los que no hacen nada, o hacen en forma descuidada la obra del Señor, por medio de su trabajo ponen de manifiesto cuál es su interés real en la obra a la cual han sido llamados... El talento que se les dio para la gloria de Dios y la salvación de las almas ha sido despreciado, y se ha hecho un mal uso de él. El bien que podría haber hecho queda incompleto, y el Señor no puede recibir lo que es suyo con los intereses. SSJ 86.3
Que ninguno se queje porque no tiene mayores talentos para emplear en el servicio del Maestro. Mientras usted se muestre insatisfecho y quejoso, está perdiendo el tiempo precioso y malgastando oportunidades valiosas. Agradezca a Dios por las habilidades que tiene, y ore para que pueda ser capacitado para hacer frente a las responsabilidades que le han sido confiadas. Si desea una utilidad mayor, vaya a trabajar y adquiera aquello por lo que se lamenta. Vaya a trabajar con una paciencia firme, y haga lo mejor que pueda sin tener en cuenta lo que hacen otros. “De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”. Romanos 14:12. Que no sean sus pensamientos ni sus palabras: “¡Ojalá que tuviera una obra más importante! ¡Ojalá que estuviera en esta o aquella posición!” Cumpla con su deber donde esté. Invierta lo mejor posible los dones que le fueron confiados en el lugar donde trabaja y así servirá mejor al Señor. Deseche toda murmuración y toda lucha. No trabaje por la supremacía. No envidie las capacidades de otros, porque eso no aumentará su habilidad para hacer una obra mejor o más grande. Use su don con mansedumbre, humildad y fe, y espere hasta el día del ajuste final de cuentas, y no tendrá motivo para afligirse o avergonzarse.—The Review and Herald, 1 de mayo de 1888. SSJ 86.4

Juan aprendió bien las lecciones de Jesús


Juan aprendió bien las lecciones de Jesús, 20 de marzo

Porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Lucas 9:56. RJ 85.1
En una ocasión, Cristo envió mensajeros delante de El a una aldea de los samaritanos, pidiendo a la gente que preparara alojamiento para El y sus discípulos. Pero cuando el Salvador se acercó a la población, pareció querer seguir hacia Jerusalén. Esto suscitó la enemistad de los samaritanos, y en lugar de enviar mensajeros para invitarlo y aun urgirlo a que se detuviera con ellos, le retiraron las cortesías que habrían dispensado a un caminante común. Jesús nunca impuso su presencia a nadie, y los samaritanos perdieron la bendición que les habría sido otorgada, si hubieran solicitado que fuera su huésped. RJ 85.2
Podemos maravillarnos de este trato descortés hacia la Majestad del cielo; pero cuán frecuentemente somos nosotros, los que profesamos ser seguidores de Cristo, culpables de un descuido similar. ¿Le pedimos a Jesús que haga su morada en nuestros corazones y en nuestros hogares? El está lleno de amor, de gracia, de bendición, y está listo para concedernos estos dones; pero, a semejanza de los samaritanos, muchas veces nos contentamos sin ellos. RJ 85.3
Los discípulos eran conscientes del propósito que Cristo tenía de bendecir a los samaritanos con su presencia; cuando vieron la frialdad, los celos, y la falta de respeto manifestados hacia su Maestro, se llenaron de sorpresa e indignación. Santiago y Juan estaban especialmente excitados. El que Aquel a quien ellos tan altamente reverenciaban fuera tratado de esta suerte, les parecía un crimen demasiado grande para ser pasado por alto sin un castigo inmediato. En su celo le dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?”Lucas 9:54. RJ 85.4
Jesús reprendió a sus discípulos diciendo: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas”Lucas 9:55, 56. Juan y los otros discípulos estaban en una escuela, en la cual Cristo era el Maestro. Los que estaban listos para ver sus propios defectos, y se sentían ansiosos de mejorar su carácter, tenían amplia oportunidad de lograrlo. Juan atesoraba cada lección, y constantemente trataba de colocar su vida en armonía con el Modelo divino. Las lecciones de Jesús, que enseñaban que la mansedumbre, la humildad y el amor eran esenciales para el crecimiento en la gracia, y un requisito que los capacitaba para su trabajo, eran del más alto valor para Juan. Estas lecciones nos son dirigidas a nosotros como individuos y como hermanos en la iglesia, así como a los primeros discípulos de Cristo.—La edificación del carácter, 75-77. RJ 85.5

Amor fraternal


Amor fraternal, 20 de marzo

Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. Romanos 12:10. RP 90.1
Cuando el Espíritu Santo inunde las mentes humanas, desaparecerán todas las quejas y las acusaciones mezquinas que ocurren entre los hombres y sus semejantes. Los luminosos rayos del Sol de Justicia brillarán en las cámaras de la mente y el corazón. En nuestro culto a Dios no debe existir distinción entre ricos y pobres, ni entre blancos y negros. Debe eliminarse todo prejuicio. Cuando nos acercamos a Dios, debemos hacerlo como una sola hermandad. Somos peregrinos y extranjeros, y vamos en viaje hacia una tierra mejor, a saber, la patria celestial. Allí terminarán para siempre todo orgullo, toda acusación y toda vana ilusión. Se quitará toda máscara y “lo veremos tal como él es”. 1 Juan 3:2. Allí nuestros cantos repetirán el tema inspirador, y tributarán alabanza y agradecimiento a Dios. RP 90.2
El Señor Jesús vino a esta tierra a salvar a los hombres y las mujeres de todas las nacionalidades. Murió tanto por la raza de color como por la raza blanca. Jesús vino para iluminar a todo el mundo. Al comienzo de su ministerio declaró cuál era su misión: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos, a predicar el año agradable del Señor”. Lucas 4:18, 19. RP 90.3
Los ojos de Dios están sobre todas sus criaturas, él las ama a todas, y no establece diferencia alguna entre el blanco y el negro; la única diferencia consiste en tratar con especial y tierna compasión a los que tienen que soportar cargas más pesadas que otros. Los que aman a Dios y creen en Cristo como su Redentor, aunque tengan que hacer frente a las pruebas y a las dificultades que encuentran a su paso, deben aceptar con un espíritu gozoso su vida tal como es, y considerar que Dios ve todas estas cosas desde lo alto, y que por todo lo que el mundo deja de proporcionarles, Dios mismo los resarcirá con sus favores escogidos.—Mensajes Selectos 2:551. RP 90.4

No deis lugar a la tentación


No deis lugar a la tentación, 20 de marzo

En el temor de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos. Proverbios 14:26. NEV 87.1
Dios requiere que confesemos nuestros pecados y humillemos nuestros corazones delante de él; pero al mismo tiempo debemos tener confianza en él, como un Padre tierno que no olvidará a aquellos que confían en él. No comprendemos cuántos de nosotros andamos por la vista, y no por la fe. Creemos en las cosas visibles, pero no apreciamos las preciosas promesas que se nos han dado en su Palabra. Y sin embargo, no podemos deshonrar a Dios más decididamente que demostrando que desconfiamos de lo que dice.—The Review and Herald, 8 de abril de 1884. NEV 87.2
Quisiera decirles a aquellos que están tentados, ni por un solo momento reconozcáis las tentaciones de Satanás, como estando en armonía con vuestras mentes. Alejaos de ellas, como os alejaríais del adversario mismo. La obra de Satanás consiste en desanimar el alma. La obra de Cristo consiste en inspirar al corazón con fe y esperanza. Satanás procura destruir nuestra confianza. El nos dice que nuestras esperanzas están edificadas sobre falsas premisas, más bien que sobre la palabra inmutable de Aquel que no puede mentir.—Manuscrito 31, 1911, pp. 17, 18. NEV 87.3
Cuando él [Satanás] sugiere dudas acerca de si realmente somos el pueblo a quien Dios está guiando, a quien él está preparando mediante pruebas para permanecer firmes en el día final, estemos listos para hacer frente a sus insinuaciones presentando la clara evidencia de la Palabra de Dios, de que éste es el pueblo remanente que guarda los mandamientos de Dios y tiene la fe de Jesús.—The Review and Herald, 8 de abril de 1884. NEV 87.4
Confiemos plena, humilde y desinteresadamente en Dios. Somos sus hijitos, y él nos trata como a tales. Cuando nos acercamos a él, su misericordia nos preserva de los impactos del enemigo. El nunca traicionará a uno que confíe en él, como un niño confía en sus padres. El ve un alma humilde y confiada que se acerca a él, y con piedad y amor él se acerca a ella, y levanta un pendón para ella contra el enemigo. “No los toquéis—dice—, porque son míos. Los tengo esculpidos sobre las palmas de mis manos”. Les enseña a ejercer una fe incuestionable en su poder para obrar en beneficio de ellos. Con seguridad les dice: “Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe”. 1 Juan 5:4.—Carta 5, 1903, pp. 7, 8.

Presentad vuestro caso


Presentad vuestro caso, 20 de marzo

Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia. Oseas 14:4. MGD 87.1
Espero que nadie se forme la idea de que está ganando el favor de Dios al confesar sus pecados o que hay una virtud especial en confesárselos a los seres humanos... El Señor querría que acudiéramos diariamente a él con todas nuestras cuitas y confesiones de pecado, y él nos puede dar descanso... MGD 87.2
Confesad vuestros pecados secretos únicamente delante de vuestro Dios. Reconoced las desviaciones de vuestro corazón delante del que conoce perfectamente cómo tratar vuestro caso. Si habéis perjudicado a vuestro vecino, reconoced vuestro pecado ante él y manifestad el fruto del arrepentimiento por medio de la restitución. Entonces pedid la bendición. Acudid a Dios tal como estáis y dejadlo curar vuestras debilidades. Presentad vuestro caso al trono de la gracia; dejad que se haga en vosotros una obra completa. Sed sinceros al tratar con Dios y con vuestra propia alma. Si acudís a él con corazón verdaderamente contrito, os dará la victoria. No os entenderá mal ni os juzgará mal tampoco. MGD 87.3
Vuestros semejantes no pueden absolveros de pecado ni limpiaros de iniquidad. Jesús es el único que puede daros paz. Os amó y se entregó a sí mismo por vosotros. Su gran corazón de amor se compadece de “nuestras debilidades”. Hebreos 4:15. ¿Qué pecados pueden ser demasiado grandes para su perdón? ¿Qué alma demasiado entenebrecida y oprimida por el pecado que él no pueda salvar? Él es lleno de gracia, no busca mérito en nosotros, sino que por su ilimitada bondad cura nuestras apostasías y nos ama ampliamente mientras somos aún pecadores. Es “tardo para la ira, y grande en misericordia”. Nehemías 9:17.—Testimonies for the Church 5:648, 649. MGD 87.4
Hay remedio para el alma enferma de pecado. Ese remedio es Jesús. ¡Precioso Salvador! Su gracia es suficiente para el más débil; y el más fuerte también debe tener su gracia o perecerá. MGD 87.5
Vi cómo se podía obtener esta gracia. Id a vuestra cámara secreta y ahí suplicad solos con Dios. “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Salmos 51:10. Sed fervientes, sed sinceros. La oración fervorosa logra mucho. Luchad en oración tal como Jacob.—Spiritual Gifts 2:257. MGD 87.6

Jesús nos dio ejemplo observando la ley


Jesús nos dio ejemplo observando la ley, 20 de marzo

Si guardareis mis mandamientos, estaréis en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre y estoy en su amor. Juan 15:10. FV 87.1
“La ley es una expresión del pensamiento de Dios: cuando se recibe en Cristo, viene a ser nuestro pensamiento. Nos eleva por encima del poder de los deseos y tendencias naturales, por encima de las tentaciones que inducen a pecar. Dios desea que seamos felices, y nos ha dado los preceptos de la ley para que obedeciéndolos tengamos gozo. Cuando en ocasión del nacimiento de Jesús los ángeles cantaron: ‘Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres,’ declararon los principios de la ley que él había venido a magnificar y honrar.... FV 87.2
“‘Hasta que perezca el cielo y la tierra—dijo Jesús—ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas.’ El sol que brilla en los cielos, la sólida tierra sobre la cual moramos, son los testigos de Dios de que su ley es inmutable. Aunque ellos pasen, los preceptos divinos permanecerán. ‘Más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustrarse un tilde de la ley.’ ... Puesto que ‘la ley de Jehová es perfecta,’ cualquier variación de ella debe ser mala. Los que desobedecen los mandamientos de Dios, y enseñan a otros a hacerlo, son condenados por Cristo. La vida de obediencia del Salvador sostuvo los derechos de la ley; probó que la ley puede ser guardada en la humanidad, y reveló la excelencia del carácter que la obediencia desarrollaría. Todos los que obedecen como él obedeció, declaran igualmente que el mandamiento de la ley es ‘santo, y justo, y bueno.’”—El Deseado de Todas las Gentes, 264, 265. FV 87.3

Sencillez


Sencillez, 20 de marzo

Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. 2 Corintios 11:3. HHD 88.1
Quienquiera observe sencillez en todos sus hábitos, domine el apetito y controle las pasiones, podrá conservar fuertes, activas y vigorosas sus facultades mentales, rápidas para percibir todo lo que demande pensamiento y acción, sensibles para discriminar entre lo santo y lo profano, y listas para dedicarse a toda empresa que redunde en gloria de Dios y en beneficio de la humanidad.—The Signs of the Times, 29 de septiembre de 1881. HHD 88.2
Los niñitos deberían ser educados con sencillez infantil. Debería enseñárseles a conformarse con los deberes sencillos y útiles y los placeres e incidentes naturales a sus años. La niñez corresponde a la hierba de la parábola, y la hierba tiene una belleza peculiar. No se debería forzar en los niños el desarrollo de una madurez precoz, sino que se debería tratar de conservar, tanto tiempo como fuera posible, la frescura y gracia de sus primeros años. Cuando menos afectada por la excitación artificial y más en armonía con la naturaleza, más favorable será para el vigor físico y mental, y la fuerza espiritual. HHD 88.3
Los padres, mediante su ejemplo, deberían estimular la formación de hábitos de sencillez, y alejar a sus hijos de la vida artificial para conducirlos a la vida natural.—Conducción del Niño, 127. HHD 88.4

Procúrese la ayuda de Jesús, no la de hombres pecadores


Procúrese la ayuda de Jesús, no la de hombres pecadores, 20 de marzo

Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Mateo 28:20. EJ 87.1
Cristo tomó sobre sí la humanidad. Puso de lado su manto y corona reales y renunció a su exaltada posición de mando en las cortes celestiales. Al revestir su divinidad con la humanidad, Cristo rodeó a la raza con su largo brazo humano. Se encuentra a la cabeza de la humanidad como Salvador, no como pecador. Puede ocupar esa posición como la seguridad del pecador, porque en su alma divina no hay ni la menor mancha de pecado. Gracias a su santidad puede quitarnos nuestros pecados y colocarnos en terreno ventajoso frente a Dios, si tan sólo creemos en él y confiamos en que él es nuestra santificación y justicia... EJ 87.2
El ha prometido que si le piden su sabiduría, se las concederá. Pero no siempre es esencial que conozcamos todas las causas y razones. Deshonramos a Dios cuando nos esforzamos por conseguir la ayuda de alguien que pensamos que comprende nuestro caso y que nos puede ayudar. ¿Acaso no nos ha dado Dios a su Hijo unigénito? ¿No está Cristo muy cerca de nosotros, y acaso no nos concederá la ayuda que necesitamos? “He aquí yo estoy con vosotros todos los días—nos asegura—, hasta el fin del mundo”. Su Palabra repite esta promesa vez tras vez... EJ 87.3
No me sorprende ver que en el tiempo presente haya tanta debilidad donde debería haber fuerza. La razón de esto es que en lugar de beber de las aguas puras del Líbano nos esforzamos por apagar la sed en las cisternas de las tierras bajas, que no contienen el agua de la vida. Confiamos en los seres humanos y quedamos frustrados y a menudo confundidos... EJ 87.4
Al darle la espalda a Cristo para buscar sabiduría en seres humanos finitos, le hemos hecho una gran deshonra a nuestro Maestro. ¿Continuaremos acariciando el pecado de la incredulidad, que nos envuelve tan fácilmente, o echaremos de nosotros este peso de incredulidad y acudiremos a la fuente de la fortaleza creyendo que seremos objeto de la piedad y la compasión de Aquel que conoce nuestra constitución, y que nos ama de tal manera que dio su propia vida por nosotros y que soportó en su propio cuerpo los azotes que lo castigaron a causa de nuestra transgresión de la ley de Dios? Todo esto lo hizo para que pudiéramos transformarnos en prisioneros de la esperanza. EJ 87.5
No somos corteses con Cristo. No reconocemos su presencia. No nos damos cuenta de que él debe ser nuestro huésped de honor, de que estamos rodeados por su extenso brazo humano, en tanto que con su brazo divino se ase del trono del Infinito. Olvidamos que el vestíbulo del cielo está inundado con la gloria que procede del trono de Dios, para que su luz pueda descender directamente sobre las personas que buscan la ayuda que solamente Cristo puede dar. A la mujer de Samaria le dijo: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva”. Juan 4:10.—Manuscrito 144, 1901. EJ 87.6

Entrada destacada

¡Maranata: El Senor Viene!

Nuestro estudio en los siglos futuros, 23 de diciembre Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bonda...

Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374