El Cristo Triunfante


Recuerdo del conflicto, 11 de enero https://ift.tt/RqK2c4W “Y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector”. Ezequiel 28:16. Estoy escribiendo en forma más completa El conflicto de los siglos, que contiene la historia de la caída de Satanás y narra la introducción del pecado en nuestro mundo. Tengo ahora una noción más clara que antes de la gran controversia entre Cristo, el Príncipe de la luz, y Satanás, el príncipe de las tinieblas. Al considerar las diversas estratagemas de Satanás destinadas a arruinar a los que caen y hacerlos semejantes a él, un transgresor de la ley de Dios, desearía que los ángeles de Dios vinieran a la tierra y expusieran este tema con toda su importancia. Siento una intensa preocupación por quienes voluntariamente se apartan de la luz, del conocimiento y de la ley de Dios. Del mismo modo que Adán y Eva creyeron en la mentira de Satanás, “Seréis como dioses”; así también estas almas abrigan la esperanza de alcanzar las alturas por la desobediencia, y conquistar una posición de privilegio. Estoy tan ansiosa que, mientras otros duermen, paso horas en oración para que Dios se manifieste poderosamente a fin de romper este hechizo fatal que cautiva a las mentes humanas y las conduzca con sencillez a los pies de la cruz del Calvario. Sólo me apacigua el pensamiento de que estas almas han sido compradas por la sangre del Señor Jesús. Podemos amar a estas almas, pero sólo el Calvario testifica cuánto las ama el Señor. Y esta no es una obra nuestra, sino divina. Nosotros únicamente somos instrumentos en las manos del Señor, para hacer su voluntad y no la nuestra. Contemplamos los que desprecian al Espíritu de gracia y temblamos por ellos. Nos entristecemos y desilusionamos porque vemos que son desleales para con Dios y su verdad y al pensar en Jesús, quien las compró con su propia sangre, ese dolor se profundiza aún más. Daríamos hasta nuestras posesiones materiales a fin de salvar un alma, pero no podemos hacer esto. Porque aunque ofreciéramos nuestra vida misma para salvar un alma, este sacrificio sería en vano. El mayor sacrificio se realizó en la vida, la misión y la muerte de Jesucristo. ¡Oh si la mente humana considerase la grandeza de este sacrificio! Entonces podría comprender la grandeza de la salvación.—Testimonies for the Church 5:625, 626.

El Cristo Triunfante


El Cristo Triunfante
Recuerdo del conflicto, 11 de enero https://ift.tt/RqK2c4W “Y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector”. Ezequiel 28:16. Estoy escribiendo en forma más completa El conflicto de los siglos, que contiene la historia de la caída de Satanás y narra la introducción del pecado en nuestro mundo. Tengo ahora una noción más clara que antes de la gran controversia entre Cristo, el Príncipe de la luz, y Satanás, el príncipe de las tinieblas. Al considerar las diversas estratagemas de Satanás destinadas a arruinar a los que caen y hacerlos semejantes a él, un transgresor de la ley de Dios, desearía que los ángeles de Dios vinieran a la tierra y expusieran este tema con toda su importancia. Siento una intensa preocupación por quienes voluntariamente se apartan de la luz, del conocimiento y de la ley de Dios. Del mismo modo que Adán y Eva creyeron en la mentira de Satanás, “Seréis como dioses”; así también estas almas abrigan la esperanza de alcanzar las alturas por la desobediencia, y conquistar una posición de privilegio. Estoy tan ansiosa que, mientras otros duermen, paso horas en oración para que Dios se manifieste poderosamente a fin de romper este hechizo fatal que cautiva a las mentes humanas y las conduzca con sencillez a los pies de la cruz del Calvario. Sólo me apacigua el pensamiento de que estas almas han sido compradas por la sangre del Señor Jesús. Podemos amar a estas almas, pero sólo el Calvario testifica cuánto las ama el Señor. Y esta no es una obra nuestra, sino divina. Nosotros únicamente somos instrumentos en las manos del Señor, para hacer su voluntad y no la nuestra. Contemplamos los que desprecian al Espíritu de gracia y temblamos por ellos. Nos entristecemos y desilusionamos porque vemos que son desleales para con Dios y su verdad y al pensar en Jesús, quien las compró con su propia sangre, ese dolor se profundiza aún más. Daríamos hasta nuestras posesiones materiales a fin de salvar un alma, pero no podemos hacer esto. Porque aunque ofreciéramos nuestra vida misma para salvar un alma, este sacrificio sería en vano. El mayor sacrificio se realizó en la vida, la misión y la muerte de Jesucristo. ¡Oh si la mente humana considerase la grandeza de este sacrificio! Entonces podría comprender la grandeza de la salvación.—Testimonies for the Church 5:625, 626.
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Alza tus Ojos


La elección es nuestra, 11 de enero https://ift.tt/cR0fQeP Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Apocalipsis 22:17. La obra de su salvación y la mía depende enteramente de nosotros, porque depende de nosotros el que aceptemos la provisión hecha en nuestro favor. Dios hizo por nosotros todo lo que podía hacerse. Cristo lo compró con su propia sangre. Pagó el precio por su rescate a fin de que pudiese estar unido con Dios y separado del pecado y los pecadores. Cuando se entrega el corazón a Jesús, el Espíritu Santo trabaja en él con poder renovado. Pero a fin de que podamos ser colaboradores con Dios, debe haber de nuestra parte una entrega completa a Dios. Debemos consagrarnos a El con todas nuestras fuerzas, poniendo en ejercicio cada fibra espiritual y trabajando para Cristo como fieles soldados... La ley del deber a Dios es suprema. Reclama autoridad sobre la razón y la conciencia, sobre los talentos y las posesiones. No admite rival, y ni por un solo momento disminuye sus elevadas demandas. No entra en compromiso con ningún poder terrenal opresivo. En cada acto del deber estamos escondidos en Cristo. Nos extendemos más allá de nosotros mismos, más allá del angosto panorama del egoísmo y la gratificación temporal. La obediencia a Dios coloca al alma en armonía con las más altas leyes del universo. Imparte dignidad y verdadera grandeza a la más humilde ocupación que Cristo puede dirigir. Corona la más baja posición en la vida con los más altos honores, poniendo al hombre en relación con Dios y ligando sus intereses con los planes y propósitos que existen en la mente del Infinito desde la eternidad. El Señor Jesús pagó el precio por Ud., no para asegurar su mero asentimiento a la verdad, sino para que rinda un servicio de corazón. El desea el homenaje de su alma. Ud. no puede dejar de creer que debe hacer la voluntad de Dios. No puede liberarse de las exigencias del deber más de lo que puede escapar de la presencia de Dios. Sólo al obedecerle conocerá la verdadera felicidad... Le suplico que abra la puerta de su corazón y permita que el Salvador entre. Déle todo su corazón; lo ha comprado. Tenga siempre presente que es Ud. el que debe escoger. Dios no fuerza la voluntad. Lo ha elegido y lleva grabado su nombre en la palma de su mano. ¿No se entregará plenamente a El? El tiempo es corto. No tiene un momento que perder en vacilaciones. La Palabra divina está en sus manos para ser lámpara a sus pies y lumbrera en su camino.—Carta 21a, del 11 de enero de 1893, dirigida a N. D. Faulkhead, tesorero de Echo Publishing House, en el tiempo cuando estaba relacionado con sociedades secretas.

A Fin de Conocerle


https://ift.tt/V8ykep6 Una estrella de esperanza, 11 de enero He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Juan 1:29. Al hombre caído le fue revelado el plan de infinito sacrificio por el cual se lograría la salvación. Nada sino la muerte del amado Hijo de Dios podía expiar el pecado del hombre, y Adán se maravilló por la bondad de Dios al proporcionar tal rescate por el pecador. Por el amor de Dios, una estrella de esperanza iluminó el terrible futuro que se extendía delante del transgresor. Mediante el establecimiento de un sistema simbólico de sacrificios y ofrendas, la muerte de Cristo había de estar siempre delante del hombre culpable, para que pudiera comprender mejor la naturaleza del pecado, los resultados de la transgresión y el mérito de la ofrenda divina. Si no hubiese habido pecado, el hombre no hubiera conocido nunca la muerte. Pero en la víctima inocente sacrificada por su propia mano, contemplaba los frutos del pecado: la muerte del Hijo de Dios en su lugar... Al convertirse en el sustituto del hombre, al llevar la maldición que debiera haber recaído sobre el hombre, Cristo se ha dado en prenda en favor de la raza humana para mantener el excelso y sagrado honor de la ley de su Padre... Dios ha entregado el mundo en las manos de Cristo para que él pueda vindicar completamente las demandas imperativas de la ley, y hacer evidente la santidad de cada principio.—The Signs of the Times, 20 de febrero de 1893. El sacrificio de animales era una sombra de la ofrenda sin pecado del amado Hijo de Dios, e indicaba su muerte en la cruz. Pero en la crucifixión, el símbolo se encontró con la realidad, y allí cesó el sistema simbólico... El Hijo de Dios es el centro del gran plan de redención que cubre todas las dispensaciones. Es el “Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”. Apocalipsis 13:8. Es el Redentor de los caídos hijos e hijas de Adán en todos los siglos del tiempo de gracia humano. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Hechos 4:12.—Ibid.

A Fin de Conocerle


A Fin de Conocerle
https://ift.tt/V8ykep6 Una estrella de esperanza, 11 de enero He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Juan 1:29. Al hombre caído le fue revelado el plan de infinito sacrificio por el cual se lograría la salvación. Nada sino la muerte del amado Hijo de Dios podía expiar el pecado del hombre, y Adán se maravilló por la bondad de Dios al proporcionar tal rescate por el pecador. Por el amor de Dios, una estrella de esperanza iluminó el terrible futuro que se extendía delante del transgresor. Mediante el establecimiento de un sistema simbólico de sacrificios y ofrendas, la muerte de Cristo había de estar siempre delante del hombre culpable, para que pudiera comprender mejor la naturaleza del pecado, los resultados de la transgresión y el mérito de la ofrenda divina. Si no hubiese habido pecado, el hombre no hubiera conocido nunca la muerte. Pero en la víctima inocente sacrificada por su propia mano, contemplaba los frutos del pecado: la muerte del Hijo de Dios en su lugar... Al convertirse en el sustituto del hombre, al llevar la maldición que debiera haber recaído sobre el hombre, Cristo se ha dado en prenda en favor de la raza humana para mantener el excelso y sagrado honor de la ley de su Padre... Dios ha entregado el mundo en las manos de Cristo para que él pueda vindicar completamente las demandas imperativas de la ley, y hacer evidente la santidad de cada principio.—The Signs of the Times, 20 de febrero de 1893. El sacrificio de animales era una sombra de la ofrenda sin pecado del amado Hijo de Dios, e indicaba su muerte en la cruz. Pero en la crucifixión, el símbolo se encontró con la realidad, y allí cesó el sistema simbólico... El Hijo de Dios es el centro del gran plan de redención que cubre todas las dispensaciones. Es el “Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”. Apocalipsis 13:8. Es el Redentor de los caídos hijos e hijas de Adán en todos los siglos del tiempo de gracia humano. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Hechos 4:12.—Ibid.
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¡Maranata: El Senor Viene!


¡Maranata: El Senor Viene!
Apresuremos el regreso del Señor, 11 de enero https://ift.tt/EGHt4yz Porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud. Romanos 9:28. En la profecía referente a la destrucción de Jerusalén, Cristo dijo: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Mateo 24:12-14. Esta profecía volverá a cumplirse. La abundante iniquidad de aquel día halla su contraparte en esta generación. Lo mismo ocurre con la predicción referente a la predicación del Evangelio. Antes de la caída de Jerusalén, Pablo, escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, declaró que el Evangelio había sido predicado a “toda criatura que está debajo del cielo” Colosenses 1:23 (VA). Así también ahora, antes de la venida del Hijo del hombre, el Evangelio eterno ha de ser predicado “a toda nación, tribu, lengua y pueblo” Apocalipsis 14:6, 14. Dios “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo”. Hechos 17:31. Cristo nos dice cuándo ha de iniciarse ese día. No afirma que todo el mundo se convertirá, sino que “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Mediante la proclamación del Evangelio al mundo, está a nuestro alcance apresurar la venida de nuestro Señor. No sólo hemos de esperar la venida del día de Dios, sino apresurarla. 2 Pedro 3:12. Si la iglesia de Cristo hubiese hecho su obra como el Señor le ordenaba, todo el mundo habría sido ya amonestado, y el Señor Jesús habría venido a nuestra tierra con poder y grande gloria.12El Deseado de Todas las Gentes, 587, 588. La incredulidad, la mundanalidad, la falta de consagración y las contiendas entre el profeso pueblo de Dios nos han mantenido en este mundo de pecado y tristeza tantos años... Tal vez tengamos que permanecer aquí en este mundo muchos años más debido a la insubordinación, como les sucedió a los hijos de Israel; pero por amor de Cristo, su pueblo no debe añadir pecado sobre pecado culpando a Dios de las consecuencias de su propia conducta errónea.13EE, 505.
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Sabbath School


Sabbath School
Comentarios Elena G.W para la Escuela Sabática https://ift.tt/iDup6nY Jesús es nuestra única esperanza. Podemos contemplarlo: Es nuestro Salvador. Podemos confiar en su palabra y depender de él. Sabe exactamente qué clase de ayuda necesitamos, y podemos confiar seguramente en él. Si dependemos únicamente de la sabiduría humana para conducirnos, nos hallaremos en el bando de los perdedores. Pero podemos acudir directamente al Señor Jesús, pues él ha dicho: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Tenemos el privilegio de aprender de [él] (_Testimonios para los ministros,_p. 486). Nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo como siervo para suplir incansablemente la necesidad del hombre. “El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias” (Mateo 8:17), para atender a todo menester humano. Vino para quitar la carga de enfermedad, miseria y pecado. Era su misión ofrecer a los hombres completa restauración; vino para darles salud, paz y perfección de carácter. Variadas eran las circunstancias y necesidades de los que suplicaban su ayuda, y ninguno de los que a él acudían quedaba sin socorro. De él fluía un caudal de poder curativo que sanaba de cuerpo, espíritu y alma a los hombres (El ministerio de curación, p. 11). Los ángeles del cielo… están al lado de todos aquellos que prestan servicio a Dios ministrando a sus semejantes. Y tenéis la cooperación de Cristo mismo. Él es el restaurador, y mientras trabajéis bajo su dirección, veréis grandes resultados… Cristo está tratando de elevar a todos aquellos que quieran ser elevados a un compañerismo consigo, para que podamos ser uno con él, como él es uno con el Padre. Nos permite llegar a relacionarnos con el sufrimiento y la calamidad a fin de sacarnos de nuestro egoísmo; trata de desarrollar en nosotros los atributos de su carácter: la compasión, la ternura y el amor. Aceptando esta obra de ministración, nos colocamos en su escuela, a fin de ser hechos idóneos para las cortes de Dios… “Si guardares mi ordenanza —declara el Señor—, entre estos que aquí están te daré plaza”, Zacarías 3:7. aun entre los ángeles que rodean su trono. Cooperando con los seres celestiales en su obra en la tierra, nos estamos preparando para su compañía en el cielo. Los “espíritus administradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salud” (Hebreos 1:14), los ángeles del cielo, darán la bienvenida a aquel que en la tierra vivió no “para ser servido, sino para servir” (Matthew 20:28) (_Palabras de vida del gran Maestro,_pp. 320, 321).
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Entrada destacada

¡Maranata: El Senor Viene!

Nuestro estudio en los siglos futuros, 23 de diciembre Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bonda...

Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374