En los Lugares Celestiales


Amor inconmensurable, 4 de enero https://ift.tt/hDBvIxN Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Jeremías 31:3. Los que no conocen a Dios no pueden hallarlo mediante su sabiduría ni ciencia. Cristo no trata de demostrar el gran misterio, sino que revela un amor inconmensurable. No hace del poder y grandeza de Dios el tema principal de sus discursos. Con mayor frecuencia habla de él como Padre nuestro... Desea que nuestra mente, debilitada por el pecado, sea animada para captar la idea de que Dios es amor. Desea inspirarnos con confianza... El padre del hijo pródigo es el modelo que Cristo elige como una representación de Dios. Ese padre anhela ver y recibir una vez más al hijo que lo ha abandonado. Lo espera y vela por él, ansiando verlo, esperando que venga. Cuando ve que se acerca un extraño, pobre y vestido con harapos, sale a recibirlo, por si fuera su hijo. Y lo alimenta y viste como si fuera realmente su hijo. Más tarde recibe su recompensa, pues su hijo viene a casa, en sus labios la confesión suplicante: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. Y el padre dice a los siervos: “Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta”. No hay reprimendas ni se hacen cuentas con el pródigo por su mal proceder. El hijo siente que el pasado está perdonado y olvidado, raído para siempre. Y así Dios dice al pecador: “Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados”. Isaías 44:22. “Perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”. Jeremías 31:34... El cielo espera y anhela el regreso de los pródigos que se han alejado del redil para vagar. Muchos de los que se han descarriado pueden ser rescatados por el servicio amante de los hijos de Dios... Pensemos en el Padre que se somete a sí mismo al dolor, que no perdona a su propio Hijo, sino que lo entrega gratuitamente por todos nosotros... ¡Ojalá tuviéramos una mejor comprensión de su amor!—Manuscrito 76, 1903.

Cada Día con Dios


Cultivemos el suelo, 4 de enero https://ift.tt/DoEF8GX Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones. Isaías 61:11. Los oráculos vivientes de Dios, un “Escrito está”, son las hojas del árbol de la vida, del cual el ser humano ha de alimentarse para obtener la vida espiritual. Cuando comemos las palabras del Señor Jesucristo, nos dan vida eterna. “Las palabras que yo os he hablado -dijo él-, son espíritu y son vida”. Juan 6:63. La corriente vital y restauradora de Cristo cura las heridas causadas por el pecado. “¡Oh, qué amigo nos es Cristo! El sintió nuestra aflicción y nos manda que llevemos todo a Dios en oración”. No importa qué conducta sigan los demás, nosotros, individualmente, tenemos que obrar nuestra propia salvación con temor y temblor. ¿Por qué? Porque es Dios quien obra en nosotros tanto el querer como el hacer según su buena voluntad. Sí, para glorificar su propio nombre, obra en los corazones y las mentes de los seres humanos, a quienes considera valiosos, si le permiten actuar. Cuando el hombre cayó, Dios comenzó a desbaratar los planes de Satanás. Dios obra en los seres humanos. “Vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”. 1 Corintios 3:9. En el principio el Señor ordenó a Adán que cultivara la tierra. Esta tarea resultó mucho más difícil debido a la transgresión de la ley de Dios. Al pecar, el hombre obró contra su propio bien presente y eterno. La tierra fue maldita porque debido a la desobediencia humana Satanás tuvo la oportunidad de sembrar en el corazón la semilla del mal. La tierra, que al principio producía sólo lo bueno, comenzó a producir cizaña, y su desarrollo produjo una lucha continua. El cultivo de la tierra es una escuela en la cual el hombre puede aprender lecciones espirituales. Al cultivarla ve, como en un espejo, la obra de Dios en el alma humana. El cultivo divino produce perfección. Si al relacionarnos con Dios la obra progresa, el instrumento humano, por medio de Cristo, logrará cada día victorias y honores en medio de la lucha. Vencerá debido a la gracia, y se pondrá en terreno ventajoso.—Carta 5, del 4 de enero de 1900, dirigida al Hno. Colcord.

A Fin de Conocerle


A Fin de Conocerle
No es suficiente un conocimiento superficial, 4 de enero https://ift.tt/Yvcu3LQ A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria. Colosenses 1:27. Hay muchos misterios en la Palabra de Dios que no comprendemos, y muchos nos contentamos deteniendo nuestra investigación cuando tan solo hemos comenzado a recibir algo de conocimiento concerniente a Cristo. Cuando comienzan a desplegarse un poco ante la mente los propósitos divinos y comenzamos a obtener un leve conocimiento del carácter de Dios, quedamos satisfechos y pensamos que hemos recibido aproximadamente toda la luz que hay para nosotros en la Palabra de Dios. Pero la verdad de Dios es infinita... Jesús fue bien claro cuando dijo a sus discípulos “escudriñad las Escrituras”. Juan 5:39. Escudriñar significa comparar texto con texto y cosas espirituales con cosas espirituales. No debiéramos satisfacernos con un conocimiento superficial.—The Review and Herald, 4 de junio de 1889. No comprendemos ni la mitad de lo que Dios está dispuesto a hacer por su pueblo... Nuestras peticiones, mezcladas con fe y contrición, debieran ascender a Dios en procura de un entendimiento de los misterios que Dios quiere hacer conocer a sus santos... La pluma de un ángel no podría describir toda la gloria del plan revelado de la salvación. La Biblia dice cómo llevó Cristo nuestros pecados y cargó con nuestros dolores. Aquí se revela cómo se unieron la misericordia y la verdad en la cruz del Calvario, cómo se besaron la justicia y la paz, cómo puede ser impartida al hombre caído la justicia de Cristo. Allí se desplegaron infinita sabiduría, infinita justicia, infinita misericordia e infinito amor.—Ibid. El espíritu de Dios descansará sobre el diligente escudriñador de la verdad. El que desee la verdad en su corazón, que anhele la obra de su poder en la vida y el carácter, ciertamente la tendrá.—Ibid.
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¡Maranata: El Senor Viene!


La esperanza de la segunda venida, 4 de enero https://ift.tt/8gZLfBX El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. Apocalipsis 22:20. La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos discípulos. La promesa que hizo el Salvador al despedirse en el Monte de las Olivas, de que volvería, iluminó el porvenir de sus discípulos al llenar sus corazones de una alegría y una esperanza que las penas no podían apagar ni las pruebas disminuir. Entre los sufrimientos y las persecuciones, “la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” era la “esperanza bienaventurada”. Cuando los cristianos de Tesalónica, agobiados por el dolor, enterraban a sus amados que habían esperado vivir hasta ser testigos de la venida del Señor, Pablo, su maestro, les recordaba la resurrección, que había de verificarse cuando viniese el Señor. Entonces los que hubiesen muerto en Cristo resucitarían, y juntamente con los vivos serían arrebatados para recibir a Cristo en el aire. “Y así—dijo—estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”. 1 Tesalonicenses 4:16-18... Desde la cárcel, la hoguera y el patíbulo, donde los santos y los mártires dieron testimonio de la verdad, llega hasta nosotros a través de los siglos la expresión de su fe y esperanza. Estando “seguros de la resurrección personal de Cristo, y, por consiguiente, de la suya propia, a la venida de Aquel—como dice uno de estos cristianos—, ellos despreciaban la muerte y la superaban” (Daniel T. Taylor, The Reign of Christ on Earth or the Voice of the Church in all Ages, pp. 33). Estaban dispuestos a bajar a la tumba, a fin de que pudiesen “resucitar libertados”. Esperaban al “Señor que debía venir del cielo entre las nubes con la gloria de su Padre”, “trayendo para los justos el reino eterno”. Los valdenses acariciaban la misma fe. Wiclef aguardaba la aparición del Redentor como la esperanza de la iglesia.—Ibid. p. 54, 129-134. En la isla peñascosa de Patmos, el discípulo amado oyó la promesa: “Ciertamente vengo en breve”. Y su anhelante respuesta expresa la oración que la iglesia exhaló durante toda su peregrinación: ¡“Ven, Señor Jesús”! Apocalipsis 22:20.4Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 347, 348.

Iglesia Adventista del Séptimo Día · Zacatecoluca


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Sabbath School


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Comentarios Elena G.W para la Escuela Sabática https://ift.tt/x9UBh1T Tan humilde y modesto como antes de su ungimiento, el pastorcillo regresó a las colinas, para vigilar y cuidar sus rebaños tan cariñosamente como antes. Pero con nueva inspiración componía sus melodías, y tocaba el arpa. Ante él se extendía un panorama de belleza rica y variada. Las vides, con sus racimos, brillaban al sol. Los árboles del bosque, con su verde follaje, se mecían con la brisa. Veía al sol, que inundaba los cielos de luz, saliendo como un novio de su aposento, y regocijándose como hombre fuerte que va a correr una carrera. Allí estaban las atrevidas cumbres de los cerros que se elevaban hacia el firmamento; en la lejanía se destacaban las peñas estériles de la montaña amurallada de Moab; y sobre todo se extendía el azul suave de la bóveda celestial. Y más allá estaba Dios. Él no podía verle, pero sus obras rebosaban alabanzas. La luz del día, al dorar el bosque y la montaña, el prado y el arroyo, elevaba a la mente y la inducía a contemplar al Padre de las luces, Autor de todo don bueno y perfecto. Las revelaciones diarias del carácter y la majestad de su Creador henchían el corazón del joven poeta de adoración y regocijo. En la contemplación de Dios y de sus obras, las facultades de la mente y del corazón de David se desarrollaban y fortalecían para la obra de su vida ulterior. Diariamente iba participando en una comunión más íntima con Dios. Su mente penetraba constantemente en nuevas profundidades en busca de temas que le inspirasen cantos y arrancasen música a su arpa. La rica melodía de su voz difundida a los cuatro vientos repercutía en las colinas como si fuera en respuesta a los cantos de regocijo de los ángeles en el cielo (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 693, 694). Si nos asociamos diariamente con Cristo, sentiremos en nuestro derredor los poderes de un mundo invisible; y mirando a Cristo, nos asemejaremos a él. Contemplándolo, seremos transformados. Nuestro carácter se suavizará, se refinará y ennoblecerá para el reino celestial. El resultado seguro de nuestra comunión con Dios será un aumento de piedad, pureza y celo. Oraremos con inteligencia cada vez mayor. Estamos recibiendo una educación divina, la cual se revela en una vida diligente y fervorosa. El alma que se vuelve a Dios en ferviente oración diaria para pedir ayuda, apoyo y poder, tendrá aspiraciones nobles, conceptos claros de la verdad y del deber, propósitos elevados, así como sed y hambre insaciable de justicia. Al mantenernos en relación con Dios, podremos derramar sobre las personas que nos rodean la luz, la paz y la serenidad que imperan en nuestro corazón. La fuerza obtenida al orar a Dios, sumada a los esfuerzos infatigables para acostumbrar la mente a ser más considerada y atenta, nos prepara para los deberes diarios, y preserva la paz del espíritu bajo todas las circunstancias (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 73, 74).
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Comentarios Elena G.W para la Escuela Sabática https://ift.tt/x9UBh1T Tan humilde y modesto como antes de su ungimiento, el pastorcillo regresó a las colinas, para vigilar y cuidar sus rebaños tan cariñosamente como antes. Pero con nueva inspiración componía sus melodías, y tocaba el arpa. Ante él se extendía un panorama de belleza rica y variada. Las vides, con sus racimos, brillaban al sol. Los árboles del bosque, con su verde follaje, se mecían con la brisa. Veía al sol, que inundaba los cielos de luz, saliendo como un novio de su aposento, y regocijándose como hombre fuerte que va a correr una carrera. Allí estaban las atrevidas cumbres de los cerros que se elevaban hacia el firmamento; en la lejanía se destacaban las peñas estériles de la montaña amurallada de Moab; y sobre todo se extendía el azul suave de la bóveda celestial. Y más allá estaba Dios. Él no podía verle, pero sus obras rebosaban alabanzas. La luz del día, al dorar el bosque y la montaña, el prado y el arroyo, elevaba a la mente y la inducía a contemplar al Padre de las luces, Autor de todo don bueno y perfecto. Las revelaciones diarias del carácter y la majestad de su Creador henchían el corazón del joven poeta de adoración y regocijo. En la contemplación de Dios y de sus obras, las facultades de la mente y del corazón de David se desarrollaban y fortalecían para la obra de su vida ulterior. Diariamente iba participando en una comunión más íntima con Dios. Su mente penetraba constantemente en nuevas profundidades en busca de temas que le inspirasen cantos y arrancasen música a su arpa. La rica melodía de su voz difundida a los cuatro vientos repercutía en las colinas como si fuera en respuesta a los cantos de regocijo de los ángeles en el cielo (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 693, 694). Si nos asociamos diariamente con Cristo, sentiremos en nuestro derredor los poderes de un mundo invisible; y mirando a Cristo, nos asemejaremos a él. Contemplándolo, seremos transformados. Nuestro carácter se suavizará, se refinará y ennoblecerá para el reino celestial. El resultado seguro de nuestra comunión con Dios será un aumento de piedad, pureza y celo. Oraremos con inteligencia cada vez mayor. Estamos recibiendo una educación divina, la cual se revela en una vida diligente y fervorosa. El alma que se vuelve a Dios en ferviente oración diaria para pedir ayuda, apoyo y poder, tendrá aspiraciones nobles, conceptos claros de la verdad y del deber, propósitos elevados, así como sed y hambre insaciable de justicia. Al mantenernos en relación con Dios, podremos derramar sobre las personas que nos rodean la luz, la paz y la serenidad que imperan en nuestro corazón. La fuerza obtenida al orar a Dios, sumada a los esfuerzos infatigables para acostumbrar la mente a ser más considerada y atenta, nos prepara para los deberes diarios, y preserva la paz del espíritu bajo todas las circunstancias (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 73, 74).

Entrada destacada

¡Maranata: El Senor Viene!

Nuestro estudio en los siglos futuros, 23 de diciembre Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bonda...

Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374