Conflicto y Valor


“Acuérdate de mí”, 16 de noviembre Lucas 23:13-44. https://ift.tt/3bsfHG2 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Lucas 23:42. Durante su agonía sobre la cruz, llegó a Jesús un rayo de consuelo. Fue la petición del ladrón arrepentido... Este hombre no era un criminal empedernido. Había sido extraviado por las malas compañías... Había visto y oído a Jesús y se había convencido por su enseñanza, pero había sido desviado de él por los sacerdotes y príncipes. Procurando ahogar su convicción, se había hundido más y más en el pecado, hasta que fue arrestado, juzgado como criminal y condenado a morir en la cruz. En el tribunal y en el camino al Calvario, había estado en compañía de Jesús. Había oído a Pilato declarar: “Ningún crimen hallo en él”. Juan 19:4. Había notado su porte divino y el espíritu compasivo de perdón que manifestaba hacia quienes le atormentaban... Penetró de nuevo en su corazón la convicción de que era el Cristo. Volviéndose hacia su compañero culpable, dijo: “¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación?” Los ladrones moribundos no tenían ya nada que temer de los hombres. Pero uno de ellos sentía la convicción de que había un Dios a quien temer, un futuro que debía hacerle temblar. Y ahora, así como se hallaba, todo manchado por el pecado, se veía a punto de terminar la historia de su vida... Al ser condenado por su crimen, el ladrón se había llenado de desesperación; pero ahora brotaban en su mente pensamientos extraños, impregnados de ternura. Recordaba todo lo que había oído decir acerca de Jesús... El Espíritu Santo iluminó su mente y poco a poco se fue eslabonando la cadena de la evidencia. En Jesús, magullado, escarnecido y colgado de la cruz, vio al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. La esperanza se mezcló con la angustia en su voz, mientras que su alma desamparada se aferraba de un Salvador moribundo. “Señor, acuérdate de mí—exclamó—cuando vinieres en tu reino”. Prestamente llegó la respuesta. El tono era suave y melodioso, y las palabras. llenas de amor, compasión y poder: De cierto te digo hoy: estarás conmigo en el paraíso... El ladrón arrepentido sintió la perfecta paz de la aceptación por Dios. El Deseado de Todas las Gentes, 697-699.

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“Acuérdate de mí”, 16 de noviembre Lucas 23:13-44. https://ift.tt/3bsfHG2 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Lucas 23:42. Durante su agonía sobre la cruz, llegó a Jesús un rayo de consuelo. Fue la petición del ladrón arrepentido... Este hombre no era un criminal empedernido. Había sido extraviado por las malas compañías... Había visto y oído a Jesús y se había convencido por su enseñanza, pero había sido desviado de él por los sacerdotes y príncipes. Procurando ahogar su convicción, se había hundido más y más en el pecado, hasta que fue arrestado, juzgado como criminal y condenado a morir en la cruz. En el tribunal y en el camino al Calvario, había estado en compañía de Jesús. Había oído a Pilato declarar: “Ningún crimen hallo en él”. Juan 19:4. Había notado su porte divino y el espíritu compasivo de perdón que manifestaba hacia quienes le atormentaban... Penetró de nuevo en su corazón la convicción de que era el Cristo. Volviéndose hacia su compañero culpable, dijo: “¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación?” Los ladrones moribundos no tenían ya nada que temer de los hombres. Pero uno de ellos sentía la convicción de que había un Dios a quien temer, un futuro que debía hacerle temblar. Y ahora, así como se hallaba, todo manchado por el pecado, se veía a punto de terminar la historia de su vida... Al ser condenado por su crimen, el ladrón se había llenado de desesperación; pero ahora brotaban en su mente pensamientos extraños, impregnados de ternura. Recordaba todo lo que había oído decir acerca de Jesús... El Espíritu Santo iluminó su mente y poco a poco se fue eslabonando la cadena de la evidencia. En Jesús, magullado, escarnecido y colgado de la cruz, vio al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. La esperanza se mezcló con la angustia en su voz, mientras que su alma desamparada se aferraba de un Salvador moribundo. “Señor, acuérdate de mí—exclamó—cuando vinieres en tu reino”. Prestamente llegó la respuesta. El tono era suave y melodioso, y las palabras. llenas de amor, compasión y poder: De cierto te digo hoy: estarás conmigo en el paraíso... El ladrón arrepentido sintió la perfecta paz de la aceptación por Dios. El Deseado de Todas las Gentes, 697-699.
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Conductores del conflicto invisible, 16 de noviembre https://ift.tt/DqfxabI Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Lucas 10:22. Ningún hombre puede explicar los misterios de Dios. Su gloria está escondida del mundo. ¿De qué valor son, entonces, las conjeturas y especulaciones humanas concernientes a su personalidad?... Cristo es el representante del Padre, “la imagen misma de su sustancia”. La creación nos habla de la capacidad y del poder de Dios. En su bondad, El puso en la tierra hermosas flores y árboles, adaptados maravillosamente a los lugares y al clima donde crecen. Y, aunque el pecado estropeó la forma y la belleza de las cosas de la naturaleza, aunque en ellas se vean señales de la obra del príncipe del poder del aire, aun así hablan de Dios, y todavía revelan algo de la belleza del Edén. En los cielos, en la tierra, en las anchas aguas del océano, vemos la obra de Dios. Toda la creación testifica de su poder, su sabiduría y su amor. Sin embargo, no aprendemos ni de las estrellas, ni del océano, ni de las cataratas, acerca de la personalidad de Dios. Cristo vino a revelar esto... Cristo vino a revelar a la raza caída el amor de Dios. El, la Luz del mundo encubrió el deslumbrante esplendor de su divinidad, y vino a vivir a esta tierra como un hombre entre los hombres, para que ellos, sin ser consumidos, pudieran relacionarse con su Creador. Ningún hombre ha visto a Dios fuera de lo que Cristo ha revelado de El. A causa de sus frecuentes triunfos, Satanás se está tornando más atrevido y desafiante en su rebelión contra Dios. El rápido progreso del mal, la confusión entre las clases trabajadoras, revelan que los hombres están tomando partido con celeridad. Están siendo atados en manojos para ser quemados. Los gremios laborales son incitados rápidamente a la violencia si no se satisfacen sus demandas. Se ve cada vez más claramente que los habitantes del mundo no están en armonía con Dios. Ninguna teoría científica puede explicar la marcha constante de los obradores de maldad bajo el mando de Satanás. En cada tumulto hay ángeles malos que trabajan para excitar a los hombres a cometer actos de violencia... La perversidad y la crueldad de ellos llegará a tal grado que Dios se revelará en toda su majestad. Muy pronto la maldad del mundo habrá llegado a su límite, y como en los días de Noé, Dios derramará sus juicios. Pero aun cuando la maldad llegue a su máxima altura, podemos saber que nuestro Ayudador está a nuestro lado.—Carta 250, del 16 de noviembre de 1903, dirigida a su hijo J. E. White que estaba trabajando entre la gente de color en los estados del sur.
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Conductores del conflicto invisible, 16 de noviembre https://ift.tt/DqfxabI Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Lucas 10:22. Ningún hombre puede explicar los misterios de Dios. Su gloria está escondida del mundo. ¿De qué valor son, entonces, las conjeturas y especulaciones humanas concernientes a su personalidad?... Cristo es el representante del Padre, “la imagen misma de su sustancia”. La creación nos habla de la capacidad y del poder de Dios. En su bondad, El puso en la tierra hermosas flores y árboles, adaptados maravillosamente a los lugares y al clima donde crecen. Y, aunque el pecado estropeó la forma y la belleza de las cosas de la naturaleza, aunque en ellas se vean señales de la obra del príncipe del poder del aire, aun así hablan de Dios, y todavía revelan algo de la belleza del Edén. En los cielos, en la tierra, en las anchas aguas del océano, vemos la obra de Dios. Toda la creación testifica de su poder, su sabiduría y su amor. Sin embargo, no aprendemos ni de las estrellas, ni del océano, ni de las cataratas, acerca de la personalidad de Dios. Cristo vino a revelar esto... Cristo vino a revelar a la raza caída el amor de Dios. El, la Luz del mundo encubrió el deslumbrante esplendor de su divinidad, y vino a vivir a esta tierra como un hombre entre los hombres, para que ellos, sin ser consumidos, pudieran relacionarse con su Creador. Ningún hombre ha visto a Dios fuera de lo que Cristo ha revelado de El. A causa de sus frecuentes triunfos, Satanás se está tornando más atrevido y desafiante en su rebelión contra Dios. El rápido progreso del mal, la confusión entre las clases trabajadoras, revelan que los hombres están tomando partido con celeridad. Están siendo atados en manojos para ser quemados. Los gremios laborales son incitados rápidamente a la violencia si no se satisfacen sus demandas. Se ve cada vez más claramente que los habitantes del mundo no están en armonía con Dios. Ninguna teoría científica puede explicar la marcha constante de los obradores de maldad bajo el mando de Satanás. En cada tumulto hay ángeles malos que trabajan para excitar a los hombres a cometer actos de violencia... La perversidad y la crueldad de ellos llegará a tal grado que Dios se revelará en toda su majestad. Muy pronto la maldad del mundo habrá llegado a su límite, y como en los días de Noé, Dios derramará sus juicios. Pero aun cuando la maldad llegue a su máxima altura, podemos saber que nuestro Ayudador está a nuestro lado.—Carta 250, del 16 de noviembre de 1903, dirigida a su hijo J. E. White que estaba trabajando entre la gente de color en los estados del sur.

¡Maranata: El Senor Viene!


Los ciento cuarenta y cuatro mil, 16 de noviembre https://ift.tt/tncVv07 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Apocalipsis 14:1. Delante del trono, sobre el mar de cristal—ese mar de vidrio que parece mezclado con fuego por lo mucho que resplandece con la gloria de Dios—, hállase reunido el grupo de los que salieron victoriosos de “la bestia y su imagen, y su marca, y el número de su nombre”. Con el Cordero en el Monte de Sion, “teniendo las arpas de Dios”, están en pie los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los hombres; se oye una voz, como el estruendo de muchas aguas y como el estruendo de un gran trueno, “una voz... como de arpistas que tocaban sus arpas”. Cantan “un cántico nuevo” delante del trono, un cántico que nadie podía aprender sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el cántico de Moisés y del Cordero, un cántico de liberación. Ninguno sino los ciento cuarenta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico, pues es el cántico de su experiencia—una experiencia que ningún otro grupo ha conocido jamás. “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”. Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por “primicias para Dios y para el Cordero”. Apocalipsis 15:2, 3; 14:1-5. “Estos son los que han salido de la gran tribulación”; han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación; han sentido la angustia del tiempo de la aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derramamiento final de los juicios de Dios. Pero han sido librados, pues “han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. “En sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mácula” delante de Dios. “Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos”. Apocalipsis 7:14, 15. Han visto la tierra asolada con hambre y pestilencia, el sol que tenía el poder de quemar a los hombres con su intenso calor, y ellos mismos han soportado padecimientos, hambre y sed. Pero “no tendrán hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno”. Apocalipsis 7:14-16.37Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 706, 707.

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Los ciento cuarenta y cuatro mil, 16 de noviembre https://ift.tt/tncVv07 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Apocalipsis 14:1. Delante del trono, sobre el mar de cristal—ese mar de vidrio que parece mezclado con fuego por lo mucho que resplandece con la gloria de Dios—, hállase reunido el grupo de los que salieron victoriosos de “la bestia y su imagen, y su marca, y el número de su nombre”. Con el Cordero en el Monte de Sion, “teniendo las arpas de Dios”, están en pie los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los hombres; se oye una voz, como el estruendo de muchas aguas y como el estruendo de un gran trueno, “una voz... como de arpistas que tocaban sus arpas”. Cantan “un cántico nuevo” delante del trono, un cántico que nadie podía aprender sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el cántico de Moisés y del Cordero, un cántico de liberación. Ninguno sino los ciento cuarenta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico, pues es el cántico de su experiencia—una experiencia que ningún otro grupo ha conocido jamás. “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”. Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por “primicias para Dios y para el Cordero”. Apocalipsis 15:2, 3; 14:1-5. “Estos son los que han salido de la gran tribulación”; han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación; han sentido la angustia del tiempo de la aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derramamiento final de los juicios de Dios. Pero han sido librados, pues “han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. “En sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mácula” delante de Dios. “Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos”. Apocalipsis 7:14, 15. Han visto la tierra asolada con hambre y pestilencia, el sol que tenía el poder de quemar a los hombres con su intenso calor, y ellos mismos han soportado padecimientos, hambre y sed. Pero “no tendrán hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno”. Apocalipsis 7:14-16.37Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 706, 707.
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Comentarios Elena G.W https://ift.tt/CXRBmO0 Hay muchos que preguntan, como el escriba: “¿Quién es mi prójimo?” … Todo aquel que padece necesidad es nuestro prójimo. Todo hijo e hija de Adán que ha perdido el rumbo, que ha sido entrampado por el enemigo de las almas y sometido a la esclavitud de malos hábitos que marchitan la virilidad o la femineidad dadas por Dios, es mi prójimo… Hemos de pensar y cuidar de los demás que necesitan nuestro amor, ternura y cuidado. Siempre hemos de recordar que somos representantes de Cristo, y que hemos de compartir las bendiciones que nos otorga, no con los que nos las pueden devolver, sino con los que apreciarán los dones que satisfarán sus necesidades temporales y espirituales… Las buenas obras son el fruto que Dios demanda que llevemos: palabras bondadosas, actos de benevolencia y de tierna consideración por los pobres, los necesitados y los afligidos. Cuando el corazón simpatiza con los corazones cargados de desánimo y dolor, cuando la mano da a los necesitados, cuando se viste a los desnudos, y el extraño recibe la bienvenida, un asiento en la sala y un lugar en el corazón, los ángeles se acercan y en el cielo resuenan melodías como respuesta (Reflejemos a Jesús, p. 244). Sin una fe viva en Cristo como Salvador personal, nos es imposible ejercer influencia eficaz sobre un mundo escéptico. No podemos dar a nuestros prójimos lo que nosotros mismos no poseemos. La influencia que ejercemos para bendecir y elevar a los seres humanos se mide por la devoción y la consagración a Cristo que nosotros mismos tenemos. Si no prestamos un servicio verdadero, y no tenemos amor sincero, ni hay realidad en nuestra experiencia, tampoco tenemos poder para ayudar ni relación con el cielo, ni hay sabor de Cristo en nuestra vida… “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe... Y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”. 1 Corintios 13:1-3. Cuando el amor llena el corazón, fluye hacia los demás, no por los favores recibidos de ellos, sino porque el amor es el principio de la acción. El amor cambia el carácter, domina los impulsos, vence la enemistad y ennoblece los afectos. Tal amor es tan ancho como el universo y está en armonía con el amor de los ángeles que obran. Cuando se lo alberga en el corazón, este amor endulza la vida entera y vierte sus bendiciones en derredor (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 34, 35).

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Comentarios Elena G.W https://ift.tt/CXRBmO0 Hay muchos que preguntan, como el escriba: “¿Quién es mi prójimo?” … Todo aquel que padece necesidad es nuestro prójimo. Todo hijo e hija de Adán que ha perdido el rumbo, que ha sido entrampado por el enemigo de las almas y sometido a la esclavitud de malos hábitos que marchitan la virilidad o la femineidad dadas por Dios, es mi prójimo… Hemos de pensar y cuidar de los demás que necesitan nuestro amor, ternura y cuidado. Siempre hemos de recordar que somos representantes de Cristo, y que hemos de compartir las bendiciones que nos otorga, no con los que nos las pueden devolver, sino con los que apreciarán los dones que satisfarán sus necesidades temporales y espirituales… Las buenas obras son el fruto que Dios demanda que llevemos: palabras bondadosas, actos de benevolencia y de tierna consideración por los pobres, los necesitados y los afligidos. Cuando el corazón simpatiza con los corazones cargados de desánimo y dolor, cuando la mano da a los necesitados, cuando se viste a los desnudos, y el extraño recibe la bienvenida, un asiento en la sala y un lugar en el corazón, los ángeles se acercan y en el cielo resuenan melodías como respuesta (Reflejemos a Jesús, p. 244). Sin una fe viva en Cristo como Salvador personal, nos es imposible ejercer influencia eficaz sobre un mundo escéptico. No podemos dar a nuestros prójimos lo que nosotros mismos no poseemos. La influencia que ejercemos para bendecir y elevar a los seres humanos se mide por la devoción y la consagración a Cristo que nosotros mismos tenemos. Si no prestamos un servicio verdadero, y no tenemos amor sincero, ni hay realidad en nuestra experiencia, tampoco tenemos poder para ayudar ni relación con el cielo, ni hay sabor de Cristo en nuestra vida… “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe... Y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”. 1 Corintios 13:1-3. Cuando el amor llena el corazón, fluye hacia los demás, no por los favores recibidos de ellos, sino porque el amor es el principio de la acción. El amor cambia el carácter, domina los impulsos, vence la enemistad y ennoblece los afectos. Tal amor es tan ancho como el universo y está en armonía con el amor de los ángeles que obran. Cuando se lo alberga en el corazón, este amor endulza la vida entera y vierte sus bendiciones en derredor (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 34, 35).
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Nuestro estudio en los siglos futuros, 23 de diciembre Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bonda...

Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374