Escudriña tu propio corazón


Escudriña tu propio corazón, 10 de febrero

Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? 2 Corintios 13:5. MSV76 47.1
Nada es más traicionero que la falacia del pecado. Es el dios de este mundo que nos engaña, ciega y conduce a la destrucción. Satanás no expone todas sus tentaciones a la vez. Las disfraza con una máscara de bien... Las almas engañadas dan un paso y se preparan para el siguiente... Oh, ¡cómo acecha Satanás para ver cuán fácilmente se toma su carnada, y para ver a las almas andar precisamente en la senda que él ha preparado!... MSV76 47.2
Existe la necesidad de examinarse íntimamente y de preguntarse a la luz de la Palabra de Dios: ¿Soy íntegro o corrupto de corazón? ¿Estoy renovado en Cristo o soy todavía carnal de corazón, cubierto sólo exteriormente con un vestido nuevo? Acercaos al tribunal de Dios y observad, como a la luz de Dios, si hay algún pecado secreto, alguna iniquidad, algún ídolo que no hayáis sacrificado. Orad, sí, orad como nunca antes para que no seáis engañados por los ardides de Satanás; para que no os entreguéis a un espíritu descuidado, indiferente, vano... MSV76 47.3
Uno de los pecados que constituyen una de las señales de los últimos días es que los cristianos profesos son amadores de los placeres más que de Dios. Tratad sinceramente con vuestras propias almas. Investigad cuidadosamente. Cuán pocos, después de un examen fiel, pueden levantar la vista al cielo y decir: ...“No soy un amador del placer más que de Dios”. Cuán pocos pueden decir: “Estoy muerto para el mundo... Mi vida está escondida con Cristo en Dios, y cuando Aquel que es mi vida aparezca, yo también apareceré con él en gloria”. MSV76 47.4
¡El amor y la gracia de Dios! ¡Oh preciosa gracia más valiosa que el oro fino! Eleva y ennoblece el espíritu por encima de todos los demás principios. Coloca el corazón y los afectos en el cielo. Mientras los que nos rodean se ocupan en vanidades mundanas, placeres y frivolidades, nuestra conversación está en el cielo de donde esperamos al Salvador; el alma se dirige a Dios para obtener perdón y paz, justicia y verdadera santidad. El trato con Dios y la contemplación de las cesas de arriba transforman el alma a la semejanza de Cristo.14Mensajes para los Jóvenes, 81, 82. MSV76 47.5

Cristo, el modelo de verdadera obediencia


Cristo, el modelo de verdadera obediencia, 10 de febrero

¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Romanos 6:16. SSJ 47.1
Adán no se detuvo a calcular el resultado de su desobediencia... Con el privilegio de la visión retrospectiva, podemos ver lo que significa desobedecer los mandamientos de Dios. Adán cedió a la tentación, y al ver nosotros el tema del pecado y sus consecuencias presentado en forma tan clara ante nosotros, podemos razonar de causa a efecto y ver que la dimensión del acto no es lo que constituye el pecado, sino la desobediencia a la voluntad expresa de Dios, lo que es una virtual negación de Dios, al rechazar las leyes de su gobierno. SSJ 47.2
La felicidad de los hombres y las mujeres reside en su obediencia a las leyes de Dios. En su obediencia a la ley de Dios se ven rodeados como por un cerco y guardados del mal. No pueden ser felices y [al mismo tiempo] apartarse de los requerimientos específicos de Dios y establecer para sí mismos una norma que deciden que pueden seguir con seguridad. Habría una gran variedad de normas para adaptarse a las diferentes mentes; el gobierno sería arrancado de las manos del Señor y los seres humanos tomarían las riendas del gobierno. [Cuando] se establece la ley del yo, la voluntad de la humanidad es hecha suprema, y cuando la elevada y santa voluntad de Dios se presenta para ser obedecida, respetada y honrada, el ser humano desea seguir su propio camino y obedecer sus propios impulsos, y surge una controversia entre el agente humano y el divino. SSJ 47.3
La caída de nuestros primeros padres rompió la cadena dorada de la obediencia implícita de la voluntad humana a la divina. Nunca más la obediencia ha sido considerada como una necesidad absoluta. Los agentes humanos van tras sus propias imaginaciones, acerca de las cuales el Señor dijo, refiriéndose a los habitantes del mundo antiguo, que se dirigían de continuo solamente al mal. El Señor Jesús declaró que había guardado los mandamientos de su Padre. ¿Cómo? Como hombre. “He aquí, que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”. Hebreos 10:7. Frente a las acusaciones de los judíos, él se mantuvo con su carácter puro, virtuoso y santo mientras los desafiaba: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” Juan 8:46... Mediante su palabra y su ejemplo práctico el Hijo unigénito del Dios infinito nos ha legado un modelo sencillo que debemos copiar. Mediante sus palabras nos ha educado para que obedezcamos a Dios, y mediante su propio ejemplo nos ha mostrado de qué modo podemos obedecer.—Manuscript Releases, 337-339. Ver Reflejemos a Jesús, 48Exaltad a Jesús, 163. SSJ 47.4

La ley, como un espejo, revela el pecado


La ley, como un espejo, revela el pecado, 10 de febrero

El que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 1 Juan 2:5. RJ 47.1
Dios tiene una norma de justicia por la cual mide el carácter. Esta norma es su santa ley, que se nos ha dado como una regla de vida. Hemos sido llamados a cumplir con sus requerimientos, y cuando hacemos esto honramos tanto a Dios como a Jesucristo; porque Dios dio la ley, y Cristo murió para magnificarla y engrandecerla. El declara: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”Juan 15:10. “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. 1 Juan 2:17. RJ 47.2
Hay muchos oidores pero pocos hacedores de las palabras de Cristo. Sus palabras pueden ser aceptadas teóricamente, pero si no son estampadas en el alma, y entretejidas en la vida, no tendrán efecto santificador sobre el carácter. Una cosa es aceptar la verdad, y otra practicarla en la vida diaria. En aquellos que sólo oyen, la palabra de Dios no produce una respuesta agradecida. El mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza”, es reconocido como justo, pero sus requerimientos no son admitidos; sus principios no son llevados a cabo. RJ 47.3
Todos somos pecadores, y por nosotros mismos somos incapaces de poner en práctica las palabras de Cristo. Pero Dios ha hecho provisión para que el pecador condenado pueda ser liberado de manchas y arrugas. “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 2:11:9. Pero mientras que Cristo salva al pecador, no elimina la ley que condena al pecador... La ley nos muestra nuestros pecados, como un espejo muestra que nuestro rostro no está limpio. El espejo no tiene poder para limpiar el rostro; no es ésa su función. RJ 47.4
Así es con la ley. Señala nuestros defectos y nos condena, pero no tiene poder para salvarnos. Hemos de ir a Cristo por el perdón. El tomará nuestra culpa sobre su propia alma, y nos justificará ante Dios. Y no sólo nos librará del pecado, sino que nos dará poder para rendir obediencia a la voluntad de Dios... RJ 47.5
Hoy muchos se erigen una norma propia, pensando ganar el cielo, aun cuando descuidan de hacer la voluntad de Dios. Los tales están edificando sobre la arena. Son sólo oidores... Nuestra salvación costó la vida del Hijo de Dios, y Dios demanda de nosotros que edifiquemos nuestros caracteres sobre un fundamento que soportará la prueba del juicio.—The Signs of the Times, 24 de septiembre de 1896. RJ 47.6

Santificación de los labios


Santificación de los labios, 10 de febrero

Y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Isaías 6:7. RP 51.1
Mediante su don celestial, el Señor hizo amplia provisión para su pueblo. Un padre terrenal no puede dar ni transferir al hijo un carácter santificado. Únicamente Dios es capaz de transformarnos. Al soplar sobre sus discípulos, Cristo les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. Juan 20:22. Este es el gran don del cielo. Mediante el Espíritu, el Señor impartió su propia santificación, y dotó a los suyos de su poder para ganar conversos al evangelio. De allí en adelante Cristo viviría mediante sus capacidades y hablaría por intermedio de las palabras de ellos. Los discípulos recibieron el privilegio de saber que desde ese momento eran uno con el Señor. Deberían apreciar sus principios, y ser controlados por su Palabra. Lo que dijeran procedería de un corazón renovado y sería expresado por labios santificados. Dejarían de ser egoístas; Cristo viviría y hablaría por su intermedio. Les dio la gloria que tuvo con el Padre, para que ellos y él pudieran ser unos con Dios. RP 51.2
En las cortes celestiales el Señor Jesús es nuestro gran Sumo Sacerdote y nuestro Abogado. Los adoradores no aprecian la solemne posición en la cual nos encontramos respecto a él. Para nuestro bien presente y futuro necesitamos comprender esta relación. Si somos hijos suyos, estaremos unidos unos a otros, y vinculados a la fraternidad cristiana. Al estar ligados por el mismo vínculo sagrado que une a los que son lavados en la sangre del Cordero, nos amaremos unos a otros del mismo modo como él nos amó. Unidos a Dios en Cristo, hemos de vivir como hermanos. RP 51.3
Gracias a Dios contamos con un gran Sumo Sacerdote que ascendió a los cielos: Jesús, el Hijo de Dios. Cristo no entró a lugares santos hechos por mano del hombre, sino en la misma morada de Dios para comparecer ante él por nosotros. En virtud de su propia sangre ocupó los lugares celestiales una vez para siempre para obtener eterna redención para los suyos.—The General Conference Bulletin, 1 de octubre de 1899. RP 51.4

Eficacia de la sangre de Cristo


Eficacia de la sangre de Cristo, 10 de febrero

La misma sangre expiará la persona. Levítico 17:11. NEV 49.1
Cristo fué el Cordero muerto desde la fundación del mundo. Para muchos ha sido un misterio el que se necesitaran tantas ofrendas de sacrificio en la antigua dispensación, el por qué tantas víctimas sangrantes fueron llevadas al altar. Pero la gran verdad que debía mantenerse delante de los hombres, e imprimirse en su mente y corazón, era ésta: “Sin derramamiento de sangre, no se hace remisión”. Hebreos 9:22. En cada sacrificio sangrante estaba simbolizado el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. Cristo mismo fué el originador del sistema de culto judío, en el cual mediante símbolos, se exponían las cosas espirituales y celestiales. ... NEV 49.2
Actualmente vivimos en un tiempo cuando el símbolo ha encontrado su realidad en la ofrenda de Cristo por los pecados del mundo; estamos viviendo en un día de luz abundante, y sin embargo, cuán pocos se benefician con la grandiosa e importante verdad de que Cristo ha realizado un amplio sacrificio para todos. En la ofrenda que Cristo hizo de sí mismo, satisfizo toda la justicia requerida, y “¿cómo escaparemos nosotros, si tuviéremos en poco una salud tan grande?”. Hebreos 2:3. Aquellos que rechazan el don de la vida no tendrán excusa.—The Signs of the Times, 2 de enero de 1893. NEV 49.3
Gracias a Dios que Aquel que derramó su sangre por nosotros, vive para defenderla, vive para hacer una intercesión por cada alma que lo recibe. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad”. 1 Juan 1:9. La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Tiene un lenguaje mejor que la sangre de Abel, porque Cristo está vivo para interceder por nosotros. Siempre necesitamos mantener delante de nosotros la eficacia de la sangre de Jesús. Esa sangre que limpia la vida y la sostiene, de la cual podemos apropiarnos por la fe viva, es nuestra esperanza. Nuestro aprecio de su inestimable valor debe ir en aumento continuo, porque habla por nosotros únicamente cuando, mediante la fe, reclamamos su virtud, manteniendo la conciencia limpia y en paz con Dios. Se la representa como la sangre paradójica, inseparablemente unida con la resurrección y la vida de nuestro Redentor, ilustrada por la corriente que no cesa de fluir y que procede del trono de Dios, el agua del río de la vida.—Carta 87, 1894. NEV 49.4

El rey de gloria


El rey de gloria, 10 de febrero

Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Salmos 24:7, 8. MGD 49.1
Cristo vino a la tierra como Dios en forma humana. Ascendió a los cielos como Rey de los santos. Su ascensión fue digna de su exaltado carácter. Fue como alguien poderoso en batalla, vencedor, que llevaba cautiva la cautividad. Fue acompañado por la hueste angélica, entre aclamaciones de alabanza e himnos celestiales.—The S.D.A. Bible Commentary 6:1053. MGD 49.2
Los discípulos no solamente vieron ascender al Señor, sino que tuvieron el testimonio de los ángeles en el sentido de que había ido a ocupar el trono de su Padre... El resplandor de la escolta celestial y la apertura de las gloriosas puertas de Dios para darle la bienvenida no habrían de ser discernidos por ojos mortales. Si se les hubiera revelado a los discípulos el viaje de Cristo al cielo con toda su indecible gloria, no habrían podido soportar la visión... Sus sentidos no deberían infatuarse con las glorias del cielo de tal modo que perdieran de vista el carácter de Cristo en la tierra que ellos mismos debían copiar. Debían mantener nítidamente delante de sus mentes la hermosura y majestad de su vida, la perfecta armonía de todos sus atributos, y la misteriosa unión de lo divino y lo humano en su naturaleza... Su ascensión visible de este mundo estaba en armonía con la humildad y la serenidad de su vida.—The Spirit of Prophecy 3:254, 255. MGD 49.3
¡Qué fuente de gozo era para los discípulos saber que tenían en los cielos un Amigo capaz de defenderlos! Por medio de la visible ascensión de Cristo cambiaron todas sus ideas y conceptos con respecto al cielo... Lo consideraban ahora su futuro hogar, donde su amante Redentor estaba preparando mansiones para ellos... La oración se revistió de un nuevo interés, puesto que era comunión con su Salvador... MGD 49.4
Tenían un Evangelio que predicar: Cristo en forma humana, varón de dolores; Cristo en su humillación, asido por manos impías y crucificado; Cristo resucitado, que ascendió a los cielos, para ser el Abogado del hombre en presencia de Dios; Cristo que había de venir con poder y gran gloria en las nubes de los cielos.—Ibid. 262, 263. MGD 49.5

El gran yo soy


El gran yo soy, 10 de febrero

Y respondió Dios a Moisés: Yo Soy el que Soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo Soy me ha enviado a vosotros. Éxodo 3:14. FV 49.1
“En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra. ‘El que tiene al Hijo, tiene la vida.’ La divinidad de Cristo es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna.”—El Deseado de Todas las Gentes, 475. FV 49.2
“Toda comunicación entre el cielo y la raza caída se ha hecho por medio de Cristo. fue el Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la redención. fue él quien se reveló a los patriarcas.... FV 49.3
“Jesús era ya la luz de su pueblo, la luz del mundo, antes de venir a la tierra en forma humana. El primer rayo de luz que penetró la lobreguez en que el pecado había envuelto al mundo, provino de Cristo. Y de él ha emanado todo rayo de resplandor celestial que ha caído sobre los habitantes de la tierra. En el plan de la redención Cristo es el Alfa y la Omega, el Primero y el Último.”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 382, 383. FV 49.4
“Fué Cristo quien habló a Moisés desde la zarza del monte Horeb diciendo: ‘Yo Soy el que Soy’ .... Tal era la garantía de la liberación de Israel. Asimismo cuando vino ‘en semejanza de los hombres,’ se declaró el Yo Soy. El niño de Belén, el manso y humilde Salvador, es Dios, ‘manifestado en carne.’ Y a nosotros nos dice: ‘Yo Soy el buen pastor.’ ‘Yo Soy el pan vivo.’ ‘Yo Soy el camino, y la verdad, y la vida.’ ‘Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.’ ‘Yo Soy la seguridad de toda promesa.’ ‘Yo Soy; no tengáis miedo.’ ‘Dios con nosotros’ es la seguridad de nuestra liberación del pecado, la garantía de nuestro poder para obedecer la ley del cielo.”—El Deseado de Todas las Gentes, 19, 20.* FV 49.5

Se nos asegura la vida eterna


Se nos asegura la vida eterna, 10 de febrero

Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Apocalipsis 22:14. HHD 49.1
Los afectos del amante de los placeres se desvían de las cosas celestiales a las terrenales. Subordina las glorias de la eternidad a los absorbentes intereses pasajeros. En su deseo de poseer riquezas terrenales, pierde de vista los tesoros celestiales. Se descuidan los requerimientos de la vida futura, y adquieren la preeminencia los intereses de esta vida... HHD 49.2
Cristo pone ante la vista el mundo más noble. Presenta las ventajas de la ciudadanía en esa ciudad con fundamentos, cuyo Artífice y Hacedor es Dios. Nos lleva al umbral de lo infinito y nos revela sus glorias, declarándonos que están al alcance de todos los que quieran vivir en armonía con las leyes de Dios. Por medio de la obediencia a las leyes de Jehová, la familia humana puede convertirse en una familia unida y feliz en la ciudad de Dios; pero no hay lugar allí para los que no consideran la voluntad del Señor. Todos pueden obtener la vida eterna, pero la ganarán aceptando la ley de Dios como su guía en esta vida en lugar de tratar de seguir sus propias leyes... A aquellos que quieran vivir una vida que esté en armonía con el Padre, Cristo les impartirá las virtudes de su vida.—Manuscrito 49, 1907. HHD 49.3
El Dios del cielo ha puesto una bendición sobre los que guardan los mandamientos de Dios.—The S.D.A. Bible Commentary 1:1104. HHD 49.4
El que ha sido fiel sobre las “cosas pequeñas” de la tierra, será puesto sobre las “cosas grandes” en el mundo eterno de gloria.—General Conference Bulletin, 121, 122 (1899). HHD 49.5

Suyos por creación y redención, exaltad a Jesús como el creador


Suyos por creación y redención, exaltad a Jesús como el creador, 10 de febrero

Tus manos me hicieron y me formaron. Salmos 119:73. EJ 49.1
Consideremos la idea del privilegio que tenemos. Hay muchas personas que, cuando pasan por dificultades, caen en tentación y quedan desorientadas. Se olvidan de las invitaciones que el Señor ha dado abundantemente y comienzan a buscar la ayuda humana y a hacer planes para recibirla. Acuden a los seres humanos por ayuda, y de este modo su experiencia se debilita y se confunde. En todas nuestras pruebas se nos invita a buscar fervientemente al Señor, recordando que somos propiedad de él, hijos suyos por adopción. Ningún ser humano puede comprender nuestras necesidades como Cristo. Si se la pedimos con fe, recibiremos su ayuda. Le pertenecemos por creación, y también somos suyos por redención. Mediante las cuerdas del amor divino estamos sujetos a la Fuente de todo poder y fortaleza. Si tan sólo dependiéramos de Dios, pidiéndole lo que deseamos como el niñito le pide a su padre lo que quiere, obtendríamos una rica experiencia. Así aprenderíamos que Dios es la fuente de toda fortaleza y poder. EJ 49.2
Si al pedir, usted no experimenta de inmediato un sentimiento especial, no piense que su oración no ha sido contestada. Aquel que dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”, lo oirá y le contestará. Entonces, deje que su Palabra sea su confianza, pida y busque y goce del privilegio de descubrir que Cristo lo ha animado. El dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros—el yugo de la restricción y la obediencia—, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11:28-29. EJ 49.3
Hallaremos descanso llevando su yugo y soportando sus cargas. Encontraremos reposo verdadero al ser colaboradores con Cristo en la grandiosa obra por la cual vino a dar su vida. El dio su vida por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Su deseo es que acudamos a él para aprender de él. De ese modo experimentaremos descanso. El prometió hacernos descansar. Entonces, no coloque sus cargas sobre ningún otro ser humano. “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Al hacerlo, usted descubrirá por experiencia propia la clase de descanso que Cristo concede, el reposo que proviene de llevar su yugo y levantar sus cargas. EJ 49.4
El pueblo de Dios le ha deshonrado muchísimo al apoyarse sobre otros seres humanos. El no nos ha autorizado a que lo hagamos. Nos ha dicho que él nos enseñará y nos guiará... EJ 49.5
Piense en cuántas promesas nos ha hecho, de las cuales nos podemos asir con la mano de la fe... El desea que lo lleguemos a conocer, que hablemos con él, que le digamos acerca de nuestras dificultades, y que nos acostumbremos a pedirle a Uno que nunca juzga mal ni nunca comete una equivocación.—Manuscrito 144, 1901. EJ 49.6

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Nuestro estudio en los siglos futuros, 23 de diciembre Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bonda...

Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374