La ley de Dios es importante para todos los tiempos, 18 de febrero

La ley de Dios es importante para todos los tiempos, 18 de febrero
Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa. Éxodo 19:5, 6{SSJ 55.1}
Este pacto (Éxodo 19:1-6) es una revelación de la bondad de Dios. El pueblo no la había buscado. No estaban extendiendo sus manos hacia Dios, pero Dios mismo extendió su poderoso brazo, invitándolos a unir sus brazos con el suyo, para que pudiera ser su defensa. Voluntariamente eligió como su herencia a una nación que recién había salido de la esclavitud de Egipto, un pueblo al que había que educar e instruir a cada paso. ¡Qué expresión de la bondad y el amor del Omnipotente!... {SSJ 55.2}
Vez tras vez, el Señor permitió que su pueblo fuera llevado a situaciones desesperadas para que, en su liberación, Dios pudiera revelarles su misericordia y su bondad. Si ahora elegían desconfiar de él, podían dudar de la evidencia que estaba ante sus propios ojos. Habían tenido pruebas inconfundibles de que él era el Dios viviente, “fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” Éxodo 34:6. Había honrado a Israel a la vista de todas las inteligencias celestiales. Los condujo hacia él, en una relación de pacto y comunión con él. {SSJ 55.3}
Desde su salida de Egipto, los hijos de Israel habían estado tres meses de viaje, y ahora estaban acampados ante el monte Sinaí, donde con una grandiosidad imponente, el Señor habló su ley. No se manifestó en edificios suntuosos hechos por manos humanas, estructuras de diseño humano. Reveló su gloria en un monte alto, un templo de su propia creación. La cumbre del monte Sinaí se elevaba por encima de todos los otros, en una cadena de montañas en el desierto árido. Dios eligió ese monte como el lugar donde se haría conocer por su pueblo. {SSJ 55.4}
Apareció en una magnificencia impresionante, y habló con voz audible. Allí se reveló él mismo a su pueblo como nunca lo había hecho en ninguna otra ocasión, mostrándole por eso la importancia de la ley para todas las edades. Dios exige también hoy que guardemos sus mandamientos.—Manuscript Releases, 105, 106{SSJ 55.5}

Un carácter semejante a Cristo, 18 de febrero

Un carácter semejante a Cristo, 18 de febrero
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Colosenses 3:3{RP 59.1}
Jesús es el modelo perfecto. En lugar de complacer al yo y de hacer lo que nos parece, tratemos de reflejar su imagen. El fue bondadoso y cortés, tierno y compasivo. ¿Somos semejantes a él en estas virtudes? ¿Deseamos que nuestras vidas tengan la fragancia de las buenas obras? Lo que necesitamos es la sencillez de Cristo. Temo que un espíritu duro e insensible, enteramente diferente del Modelo divino, haya tomado posesión del corazón de no pocos. Esta conducta inflexible, alimentada por muchos que la consideran una virtud, tiene que ser removida para estar en condiciones de amar a otros, como Cristo nos amó a nosotros. {RP 59.2}
No es suficiente que nos limitemos a la simple expresión de fe. Se necesita más que un asentimiento nominal. Debe haber un conocimiento real; una experiencia genuina en los principios de la verdad que está en Cristo. El Espíritu Santo debe obrar en el interior para exponer estos principios a la fuerte luz de un conocimiento claro acerca de ellos, y, al conocer su poder, dejar que actúe en la vida. La mente debe rendir obediencia a la real ley de la libertad, que es impresa en el corazón y llega a ser entendida plenamente gracias al Espíritu Santo. La expulsión del pecado debe ser un acto del mismo ser, basado en el ejercicio de sus más nobles facultades. La única libertad de la cual puede disfrutar la voluntad finita está en ponerse en armonía con la voluntad de Dios, cumpliendo con las condiciones que le permiten al hombre ser participante de la naturaleza divina por haber huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia... {RP 59.3}
El carácter humano, deformado por el pecado, es depravado y terriblemente diferente del que tuvo el primer hombre cuando salió de las manos del Creador. Jesús se propuso tomar la pecaminosa deformidad humana y, en cambio, devolverle su propio carácter hermoso y excelente. Se compromete a renovar todo el ser mediante la verdad. El error no puede realizar esta obra de regeneración; sin embargo, necesitamos tener visión espiritual para poder discernir entre la verdad y la falsedad, a fin de no caer en las trampas del enemigo.—The Review and Herald, 24 de noviembre de 1885{RP 59.4}

Por medio de la justicia de Cristo podemos guardar la ley de Dios, 18 de febrero

Por medio de la justicia de Cristo podemos guardar la ley de Dios, 18 de febrero
Gloria y hermosura es su obra, y su justicia permanece para siempre. Salmos 111:3{RJ 55.1}
Un rayo de la gloria de Dios, un destello de la pureza de Cristo que penetra en el alma, muestra cada mancha de contaminación con dolorosa claridad, y desnuda la deformidad y los defectos del carácter humano. ¿Cómo puede alguno que es traído ante la santa norma de la ley de Dios, que pone en evidencia los motivos malos, los deseos no santificados, la infidelidad del corazón, la impureza de labios, y que desnuda la vida, jactarse de santidad? Sus actos de deslealtad al anular la ley de Dios son expuestos a su vista, y su espíritu es sacudido y afligido bajo las probatorias influencias del Espíritu de Dios. Se detesta a sí mismo al ver la. grandeza, la majestad, la pureza sin mancha del carácter de Jesucristo. {RJ 55.2}
Cuando el Espíritu de Cristo conmueve el corazón con su maravilloso poder despertador, hay un sentido de deficiencia en el alma que lleva a la contrición de la mente y a la humillación de sí mismo, antes que a la orgullosa jactancia de lo que ha logrado. Cuando Daniel fue testigo de la gloria y de la majestad que rodeaba al mensajero celestial que fue enviado a él, exclamó al describir la maravillosa escena: “Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno”. Daniel 10:8{RJ 55.3}
El alma que es así tocada nunca se envolverá en justicia propia o en una pretenciosa apariencia de santidad; antes odiará su egoísmo, aborrecerá su amor a sí mismo y buscará, por medio de la justicia de Cristo, esa pureza de corazón que está en armonía con la ley de Dios y el carácter de Cristo. Reflejará entonces el carácter de Cristo, la esperanza de gloria. Será el mayor misterio para él que Jesús haya hecho un sacrificio tan grande para redimirlo. {RJ 55.4}
Exclamará, con humilde semblante y labio vacilante: “El me amó. Se dio a sí mismo por mí. Se hizo pobre para que yo, por su pobreza, pudiera ser hecho rico. El varón de dolores no me despreció, sino que derramó su inagotable y redentor amor para que mi corazón pudiera ser hecho limpio; y me ha traído de vuelta a la lealtad y la obediencia a todos sus mandamientos. Su condescendencia, su humillación, su crucifixión, son los milagros culminantes de la maravillosa manifestación del plan de salvación... Todo lo hizo para que sea posible impartirme su propia justicia, para que pueda cumplir su ley que he transgredido. Por esto lo adoro. Y lo proclamaré a todos los pecadores”.—The Review and Herald, 16 de octubre de 1888{RJ 55.5}

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374