A Fin de Conocerle


A Fin de Conocerle
¡Velad! ¡Velad! ¡Velad! 11 de diciembre https://ift.tt/12vPJIr Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad. Marcos 13:35-37. Vivimos en un tiempo cuando no podemos ni por un momento apartar los ojos espirituales de Cristo. Su amonestación es: “Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad”. ¿Hay algún cristiano profeso que no necesite esta amonestación, y cuyo corazón no soportará la vigilia?... Hay que mantener el corazón velando constantemente y con toda diligencia. Vigilad la furtiva aproximación del enemigo; velad contra los antiguos hábitos e inclinaciones naturales, para que no se afirmen; hacedlos retroceder, y velad; hacedlos retroceder cien veces si es necesario. Vigilad los pensamientos, vigilad los planes para que no se vuelvan egoístas. Velad y orad para que no entréis en tentación. Como María, necesitamos sentarnos a los pies de Jesús para aprender de él, habiendo elegido esa mejor parte que nunca se nos quitará. Como Marta, necesitamos trabajar cada vez más en la obra del Señor. Las realizaciones cristianas superiores pueden lograrse únicamente pasando mucho tiempo sobre nuestras rodillas en sincera oración... Una sola fibra de la raíz del egoísmo que permanezca en el alma brotará cuando menos se espere, y la contaminará.—Carta 36, 1894. Estamos en el país del enemigo. El que fue arrojado del cielo ha descendido con gran poder. Procura cautivar a las almas con ayuda de todo artificio e invención concebibles. A menos que velemos constantemente, seremos fácil presa de sus innumerables engaños. Somos mayordomos, a quienes nuestro Señor ausente ha encomendado el cuidado de su casa e intereses... Seamos fieles en nuestra responsabilidad, no sea que venga repentinamente y nos halle durmiendo.—Carta 5, 1903.
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¡Maranata: El Senor Viene!


¡Maranata: El Senor Viene!
La herencia de los salvados, 11 de diciembre https://ift.tt/t0yMoxK Mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo. Isaías 32:18. En la Biblia se llama a la herencia de los bienaventurados una patria. Hebreos 11:14-16. Allí conduce el divino Pastor a su rebaño a los manantiales de aguas vivas. El árbol de la vida da su fruto cada mes, y las hojas del árbol son para el servicio de las naciones. Allí hay corrientes que manan eternamente, claras como el cristal, al lado de las cuales se mecen árboles que echan su sombra sobre los senderos preparados para los redimidos del Señor. Allí las vastas llanuras alternan con bellísimas colinas y las montañas de Dios elevan sus majestuosas cumbres. En aquellas pacíficas llanuras, al borde de aquellas corrientes vivas, el pueblo de Dios que por tanto tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un hogar... Allí se “alegrarán el desierto y el sequedal, y el yermo se regocijará y florecerá como la rosa”. “En vez del espino subirá el abeto, y en lugar de la zarza subirá el arrayán”. “Habitará el lobo con el cordero, y el leopardo sesteará junto con el cabrito; ... y un niñito los conducirá”. “No dañarán, ni destruirán en todo mi santo monte”, dice el Señor. Isaías 35:1; 55:13; 11:6, 9 (VM).26Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 733, 734. Allí el hombre recobrará su perdida dignidad real, y los seres inferiores reconocerán su supremacía; los fieros se tornarán mansos, y los tímidos, confiados.27La Educación, 293. El dolor no puede existir en el ambiente del cielo. Allí no habrá más lágrimas, ni cortejos fúnebres, ni manifestaciones de duelo. “Y la muerte no será más; ni habrá más gemido, ni clamor, ni dolor; porque las cosas de antes han pasado ya”. “No dirá más el habitante: Estoy enfermo; al pueblo que mora en ella le habrá sido perdonada su iniquidad”. Apocalipsis 21:4; Isaías 33:24 (VM).28Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 734. Allí se vivirá la vida edénica, la vida en el jardín y el campo. “Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos”. Isaías 65:21, 22.29La Educación, 293.
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Sabbath School


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Comentarios Elena G.W para la Escuela Sabática https://ift.tt/P1y0gLH Jesús subió a una montaña y allí la muchedumbre acudió a él trayendo a sus enfermos y cojos y poniéndolos a sus pies. Él los sanaba a todos; y la gente, pagana como era, glorificaba al Dios de Israel. Durante tres días este gentío continuó rodeando al Salvador, durmiendo de noche al aire libre y de día agolpándose ávidamente para oír las palabras de Cristo y ver sus obras. Al fin de los tres días, se habían agotado sus provisiones. Jesús no quería despedir a la gente hambrienta, e invitó a sus discípulos a que le diesen alimentos. Otra vez los discípulos manifestaron su incredulidad. En Betsaida habían visto cómo, con la bendición de Cristo, su pequeña provisión alcanzó para alimentar a la muchedumbre; sin embargo, no trajeron ahora todo lo que tenían ni confiaron en su poder de multiplicarlo en favor de las muchedumbres hambrientas. Además, los que Jesús había alimentado en Betsaida eran judíos; estos eran gentiles y paganos. El prejuicio judío era todavía fuerte en el corazón de los discípulos, y respondieron a Jesús: “¿De dónde podrá alguien hartar a estos de pan aquí en el desierto?” Pero, obedientes a su palabra, le trajeron lo que tenían: siete panes y dos peces. La muchedumbre fue alimentada, y sobraron siete grandes cestos de fragmentos. Cuatro mil hombres, además de las mujeres y los niños, repararon así sus fuerzas, y Jesús los despidió llenos de alegría y gratitud (El Deseado de todas las gentes, pp. 371, 372). Como pueblo no estamos suficientemente despiertos ante el corto tiempo en el cual nos toca trabajar, y no entendemos la magnitud de la obra para este tiempo. La noche pronto viene, en la cual nadie puede obrar. Dios llama a hombres y mujeres que tengan las cualidades necesarias —consagración a la voluntad divina y fervor en el estudio de las Escrituras—, para hacer su obra especial en estos últimos días. Él llama ahora a hombres que puedan trabajar. A medida que se empeñan en la tarea con sinceridad y humildad para hacer todo lo que puedan, obtendrán una experiencia más completa. Tendrán un conocimiento mejor de la verdad y de los métodos para alcanzar a las almas y ayudarlas, precisamente cuando necesitan ser ayudadas. Se necesitan obreros ahora, ahora mismo, para trabajar por Dios. Los campos ya están blancos para la siega, y sin embargo los obreros son pocos (Notas biográficas de Elena G. de White, p. 234). Hay una posibilidad de que el creyente en Cristo obtenga una experiencia que será del todo suficiente para colocarlo en correcta relación con Dios. Cada promesa que está en el Libro de Dios nos hace resaltar el ánimo de que podemos ser participantes de la naturaleza divina. Esta es la posibilidad: de descansar en Dios, de creer su Palabra, de efectuar sus obras… Esa posibilidad vale más para nosotros que todas las riquezas del mundo. No hay nada en la tierra que podamos comparar con ella. Al aferrarnos del poder que es así colocado dentro de nuestro alcance, recibimos una esperanza tan poderosa que podemos descansar plenamente sobre las promesas de Dios; y aferrándonos de las posibilidades que hay en Cristo, llegamos a ser los hijos y las hijas de Dios (En los lugares celestiales, p. 34).
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Comentarios Elena G.W https://ift.tt/P1y0gLH Jesús subió a una montaña y allí la muchedumbre acudió a él trayendo a sus enfermos y cojos y poniéndolos a sus pies. Él los sanaba a todos; y la gente, pagana como era, glorificaba al Dios de Israel. Durante tres días este gentío continuó rodeando al Salvador, durmiendo de noche al aire libre y de día agolpándose ávidamente para oír las palabras de Cristo y ver sus obras. Al fin de los tres días, se habían agotado sus provisiones. Jesús no quería despedir a la gente hambrienta, e invitó a sus discípulos a que le diesen alimentos. Otra vez los discípulos manifestaron su incredulidad. En Betsaida habían visto cómo, con la bendición de Cristo, su pequeña provisión alcanzó para alimentar a la muchedumbre; sin embargo, no trajeron ahora todo lo que tenían ni confiaron en su poder de multiplicarlo en favor de las muchedumbres hambrientas. Además, los que Jesús había alimentado en Betsaida eran judíos; estos eran gentiles y paganos. El prejuicio judío era todavía fuerte en el corazón de los discípulos, y respondieron a Jesús: “¿De dónde podrá alguien hartar a estos de pan aquí en el desierto?” Pero, obedientes a su palabra, le trajeron lo que tenían: siete panes y dos peces. La muchedumbre fue alimentada, y sobraron siete grandes cestos de fragmentos. Cuatro mil hombres, además de las mujeres y los niños, repararon así sus fuerzas, y Jesús los despidió llenos de alegría y gratitud (El Deseado de todas las gentes, pp. 371, 372). Como pueblo no estamos suficientemente despiertos ante el corto tiempo en el cual nos toca trabajar, y no entendemos la magnitud de la obra para este tiempo. La noche pronto viene, en la cual nadie puede obrar. Dios llama a hombres y mujeres que tengan las cualidades necesarias —consagración a la voluntad divina y fervor en el estudio de las Escrituras—, para hacer su obra especial en estos últimos días. Él llama ahora a hombres que puedan trabajar. A medida que se empeñan en la tarea con sinceridad y humildad para hacer todo lo que puedan, obtendrán una experiencia más completa. Tendrán un conocimiento mejor de la verdad y de los métodos para alcanzar a las almas y ayudarlas, precisamente cuando necesitan ser ayudadas. Se necesitan obreros ahora, ahora mismo, para trabajar por Dios. Los campos ya están blancos para la siega, y sin embargo los obreros son pocos (Notas biográficas de Elena G. de White, p. 234). Hay una posibilidad de que el creyente en Cristo obtenga una experiencia que será del todo suficiente para colocarlo en correcta relación con Dios. Cada promesa que está en el Libro de Dios nos hace resaltar el ánimo de que podemos ser participantes de la naturaleza divina. Esta es la posibilidad: de descansar en Dios, de creer su Palabra, de efectuar sus obras… Esa posibilidad vale más para nosotros que todas las riquezas del mundo. No hay nada en la tierra que podamos comparar con ella. Al aferrarnos del poder que es así colocado dentro de nuestro alcance, recibimos una esperanza tan poderosa que podemos descansar plenamente sobre las promesas de Dios; y aferrándonos de las posibilidades que hay en Cristo, llegamos a ser los hijos y las hijas de Dios (En los lugares celestiales, p. 34).

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Comentarios Elena G.W https://ift.tt/P1y0gLH Jesús subió a una montaña y allí la muchedumbre acudió a él trayendo a sus enfermos y cojos y poniéndolos a sus pies. Él los sanaba a todos; y la gente, pagana como era, glorificaba al Dios de Israel. Durante tres días este gentío continuó rodeando al Salvador, durmiendo de noche al aire libre y de día agolpándose ávidamente para oír las palabras de Cristo y ver sus obras. Al fin de los tres días, se habían agotado sus provisiones. Jesús no quería despedir a la gente hambrienta, e invitó a sus discípulos a que le diesen alimentos. Otra vez los discípulos manifestaron su incredulidad. En Betsaida habían visto cómo, con la bendición de Cristo, su pequeña provisión alcanzó para alimentar a la muchedumbre; sin embargo, no trajeron ahora todo lo que tenían ni confiaron en su poder de multiplicarlo en favor de las muchedumbres hambrientas. Además, los que Jesús había alimentado en Betsaida eran judíos; estos eran gentiles y paganos. El prejuicio judío era todavía fuerte en el corazón de los discípulos, y respondieron a Jesús: “¿De dónde podrá alguien hartar a estos de pan aquí en el desierto?” Pero, obedientes a su palabra, le trajeron lo que tenían: siete panes y dos peces. La muchedumbre fue alimentada, y sobraron siete grandes cestos de fragmentos. Cuatro mil hombres, además de las mujeres y los niños, repararon así sus fuerzas, y Jesús los despidió llenos de alegría y gratitud (El Deseado de todas las gentes, pp. 371, 372). Como pueblo no estamos suficientemente despiertos ante el corto tiempo en el cual nos toca trabajar, y no entendemos la magnitud de la obra para este tiempo. La noche pronto viene, en la cual nadie puede obrar. Dios llama a hombres y mujeres que tengan las cualidades necesarias —consagración a la voluntad divina y fervor en el estudio de las Escrituras—, para hacer su obra especial en estos últimos días. Él llama ahora a hombres que puedan trabajar. A medida que se empeñan en la tarea con sinceridad y humildad para hacer todo lo que puedan, obtendrán una experiencia más completa. Tendrán un conocimiento mejor de la verdad y de los métodos para alcanzar a las almas y ayudarlas, precisamente cuando necesitan ser ayudadas. Se necesitan obreros ahora, ahora mismo, para trabajar por Dios. Los campos ya están blancos para la siega, y sin embargo los obreros son pocos (Notas biográficas de Elena G. de White, p. 234). Hay una posibilidad de que el creyente en Cristo obtenga una experiencia que será del todo suficiente para colocarlo en correcta relación con Dios. Cada promesa que está en el Libro de Dios nos hace resaltar el ánimo de que podemos ser participantes de la naturaleza divina. Esta es la posibilidad: de descansar en Dios, de creer su Palabra, de efectuar sus obras… Esa posibilidad vale más para nosotros que todas las riquezas del mundo. No hay nada en la tierra que podamos comparar con ella. Al aferrarnos del poder que es así colocado dentro de nuestro alcance, recibimos una esperanza tan poderosa que podemos descansar plenamente sobre las promesas de Dios; y aferrándonos de las posibilidades que hay en Cristo, llegamos a ser los hijos y las hijas de Dios (En los lugares celestiales, p. 34).
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¡Maranata: El Senor Viene!

Nuestro estudio en los siglos futuros, 23 de diciembre Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bonda...

Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374