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La fe y las obras deben combinarse

La fe y las obras deben combinarse, 25 de junio
“Y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres y la reedificaré”. Nehemías 2:5.{CT 185.1}
Al fin, el pesar que abrumaba el corazón de Nehemías ya no pudo esconderse. Las noches de insomnio y los días llenos de congoja hicieron huella en el semblante de Nehemías. El ojo penetrante del monarca, velando por su propia seguridad, estaba acostumbrado a observar los rostros y a penetrar los disfraces, de modo que se dio cuenta de que alguna aflicción secreta acosaba a su copero. Le preguntó: “¿Por qué está triste tu rostro, pues no estás enfermo? No es esto sino quebranto de corazón”.{CT 185.2}
La pregunta llenó a Nehemías de aprensión. ¿No se enojar al rey al saber que mientras el cortesano parecía dedicado a su servicio estaba pensando en su pueblo lejano y afligido? ¿No perdería la vida el ofensor? ¿Quedaría en la nada el plan con el cual soñara para devolver a Jerusalén su fuerza? “Entonces—escribe—temí en gran manera”. Con labios temblorosos y ojos arrasados por las lágrimas, reveló la causa de su pesar... La ciudad, casa de los sepulcros de sus padres, estaba desierta, y sus puertas consumidas por el fuego. La mención de la condición en que estaba Jerusalén despertó la simpatía del monarca sin despertar sus prejuicios idólatras. Otra pregunta dio a Nehemías la oportunidad que aguardaba desde hacía mucho: “¿Qué cosa pides?”{CT 185.3}
Pero el varón de Dios no se atrevía a responder antes de haber solicitado la dirección de Uno mayor que Artajerjes. Dice él: “Entonces oré al Dios de los cielos. La silenciosa oración que elevó a Dios fue la misma que había ofrecido durante varias semanas: que el Señor prosperara su petición. Y ahora, cobrando valor al saber que tiene un Amigo, omnisciente y todopoderoso, que trabaja a su favor, el varón de Dios serenamente le dio a conocer al rey su petición de ser liberado por un tiempo de su oficio en la corte y se le autorizase reconstruir los lugares desolados en Jerusalén y hacer de ella una vez más una ciudad fuerte y protegida. Consecuencias importantes para toda la nación judía y para la ciudad pendían de esta petición. “Y—dice Nehemías—, me lo concedió el rey, según la benéfica mano de Jehová sobre mí”.{CT 185.4}
Mientras Nehemías imploraba la ayuda de Dios, no se cruzó de brazos, pensando que no tenía más responsabilidad en el cumplimiento de su propósito de restaurar a Jerusalén. Con admirable prudencia y previsión, procedió a tomar todas las providencias necesarias para asegurar el éxito de la empresa.—Manuscrito 58, 1903.{CT 185.5}
https://egwwritings.org/?ref=es_CT.185

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