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Nabucodonosor humillado

Nabucodonosor humillado, 4 de septiembre
Daniel 4.
Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? Daniel 4:35.{CV 253.1}
El último sueño que Dios dio a Nabucodonosor y la experiencia del rey en relación con el mismo contienen lecciones de importancia vital para todos aquellos que están relacionados con la obra de Dios. El rey estaba preocupado por su sueño, porque evidentemente era una predicción de adversidad y ninguno de sus sabios podía intentar interpretarlo. El fiel Daniel permaneció delante del rey, no para adular ni para dar una interpretación errónea a fin de asegurarse el favor real. Sobre él descansaba el solemne deber de decir la verdad al rey de Babilonia.{CV 253.2}
Nabucodonosor hizo caso omiso del mensaje celestial. Un año después de haber sido advertido, mientras caminaba por su palacio se dijo a sí mismo: “¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué...?” El Dios del cielo leyó el corazón del rey y escuchó sus murmullos de autoexaltación... “Vino una voz del cielo... El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres”.—The Review and Herald, 8 de septiembre de 1896.{CV 253.3}
Durante siete años, Nabucodonosor fue el asombro de todos sus súbditos; durante siete años fue humillado delante de todo el mundo. Al cabo de ese tiempo, la razón le fue devuelta, y mirando con humildad hacia el Dios del cielo, reconoció en su castigo la intervención de la mano divina. En una proclamación pública, confesó su culpa, y la gran misericordia de Dios al devolverle la razón...{CV 253.4}
Estaba ahora cumplido el propósito de Dios, de que el mayor reino del mundo manifestase sus alabanzas. La proclamación pública, en la cual Nabucodonosor reconoció la misericordia, la bondad y la autoridad de Dios, fue el último acto de su vida que registra la historia sagrada. La Historia de Profetas y Reyes, 382, 383.*{CV 253.5}
https://egwwritings.org/?ref=es_CV.250

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