La desobediencia indica
rebelión
(Devocional
19 de febrero, SSJ.56)
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De manera que cualquiera que quebrante
uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño
será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los
enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Mateo 5:19.{SSJ 56.1}
Cualquiera que deliberadamente
quebranta un mandamiento, no guarda ninguno de ellos en espíritu ni en verdad.
“Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se
hace culpable de todos”. Santiago 2:10. {SSJ 56.2}
No es la magnitud del acto de
desobediencia lo que constituye el pecado, sino el desacuerdo con la voluntad
expresa de Dios en el detalle más mínimo, porque demuestra que todavía hay
comunión entre el alma y el pecado. El corazón está dividido en su servicio.
Niega realmente a Dios, y se rebela contra las leyes de su gobierno. {SSJ 56.3} Mateo 5:22,28; Isaías 58:13-14.
Si los hombres y las mujeres estuviesen
en libertad para apartarse de lo que requiere el Señor y pudieran fijarse una
norma de deberes, habría una variedad de normas que se ajustarían a las
diversas mentes y se quitaría el gobierno de las manos de Dios. La voluntad de
los seres humanos se haría suprema, y la voluntad santa y altísima de Dios, sus
fines de amor hacia sus criaturas, no serían honrados ni respetados. {SSJ 56.4}
Siempre que los seres creados escogen
su propia senda, se oponen a Dios. No tendrán lugar en el reino de los cielos,
porque guerrean contra los mismos principios del cielo. Al despreciar la
voluntad de Dios, se sitúan en el partido de Satanás, el enemigo de Dios y de
la humanidad. No por una palabra, ni por muchas palabras, sino por toda palabra
que ha hablado Dios, viviremos. Deuteronomio 8:3, Mateo 4:4 No podemos despreciar una sola palabra, por
pequeña que nos parezca, y estar libres de peligro. No hay en la ley un
mandamiento que no sea para el bienestar y la felicidad de los hombres y las
mujeres, tanto en esta vida como en la venidera. Al obedecer la ley de Dios,
sus hijos quedan rodeados de un muro que los protege del mal. Quienes derriban
en un punto esta muralla edificada por Dios, destruyen la fuerza de ella para
protegerlos, porque abren un camino por donde puede entrar el enemigo para
destruir y arruinar. {SSJ
56.5} Salmos
34:7; 1 Pedro 3:10-13
Al osar despreciar la voluntad de Dios
en un punto, nuestros primeros padres abrieron las puertas a las desgracias que
inundaron el mundo. Toda persona que siga su ejemplo cosechará resultados
parecidos. El amor de Dios es la base de todo precepto de su ley, y los que se
aparten del mandamiento labran su propia desdicha y su ruina.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 48,
49. {SSJ
56.6} Gálatas
6:7-8; Juan 4:18
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