Pasaporte para el cielo, 26 de enero
Porque esta leve tribulación
momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de
gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues
las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 2 Corintios 4:17, 18. CDCD 32.1
Me dirijo a usted y a sus
hijos. Simpatizo con usted en estos momentos de aflicción. Si estuviera con
usted, podría hablarle palabras que lo confortarían. Pero como no lo estoy,
solamente puedo escribir unas pocas líneas. Deseo que sepa que no lo he olvidado
en su aflicción. No estamos llegando a los peligros de los últimos días;
estamos en medio de ellos. CDCD 32.2
Estamos en el ocaso de la
historia terrenal y podemos dejar a nuestros muertos sabiendo que estarán
ocultos por un corto tiempo hasta que pase la indignación. No necesitamos
lamentarnos por ellos como los que no tienen esperanza, porque su vida está
escondida con Cristo en Dios. Tenemos toda la razón del mundo para
regocijarnos... CDCD 32.3
Las dificultades que tienen que
enfrentar los que han aceptado a Cristo y guardan sus mandamientos no proviene
de él. “Si alguno quiere venir en pos de mí -dice-, niéguese a sí mismo, y tome
su cruz, y sígame”. Mateo 16:24. El deber de las almas
inteligentes es aferrarse de la verdad y practicar la virtud. Hemos nacido con
un desafecto congénito hacia ambas. Es triste comprobar que nuestro propio
carácter se opone a las virtudes que son agradables a la vista de Dios, tales
como la sumisión, la caridad, la dulzura de espíritu y la paciencia que no se
altera frente a la provocación. Díganse, queridos hijos: “Somos débiles, pero
Dios es fuerte. Nos ha asignado nuestro deber. El General a quien servimos nos
intima a ser vencedores”. CDCD 32.4
Sea una bendición para todos
ustedes la aflicción que les ha sobrevenido. Nuestra querida hermana, la madre
de ustedes, amaba a Jesús. Su lucha ha terminado. Recuerden que descansa en
paz. “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también
seréis manifestados con él en gloria”. Colosenses 3:4. Llenen cada corazón la paz y
el consuelo del Espíritu Santo. Abran la puerta de sus corazones, para que
Jesús pueda entrar como un huésped honrado, y tendrán un Consolador. “Este es
mi mandamiento: Que os améis unos a otros”. Juan 15:12. Unanse estrechamente los corazones
de los que quedan vivos. Trate cada cual de ser una bendición para el otro, y
no un tropiezo... CDCD 32.5
Preparémonos para la venida del
Hijo del hombre. Seamos fieles a Dios, y recibiremos la corona de la vida.—Carta 10, del 26 de enero de 1898, dirigida al
Hno. Hare. CDCD 32.6
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