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Cartas al cielo


Cartas al cielo, 5 de marzo

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:16. ELC 73.1
La oración no es una expiación por el pecado. No es una penitencia. No necesitamos ir a Dios como criminales condenados; porque Cristo ha pagado la culpa de nuestras transgresiones. Él ha hecho la expiación por nosotros. Su sangre limpia del pecado. Nuestras oraciones son como cartas enviadas desde la tierra, dirigidas a nuestro Padre en los cielos. Las peticiones que ascienden de los corazones sinceros y humildes seguramente llegarán hasta él. Él puede discernir la sinceridad de sus hijos adoptados. Él tiene piedad de nuestras debilidades y fortalece nuestras flaquezas. Él dijo: “Pedid, y recibiréis”. ELC 73.2
Muchos de los miembros de la familia humana no saben lo que deberían pedir como debieran. Pero el Señor es bondadoso y tierno. El alivia sus flaquezas dándoles palabras para hablar. El que acude con deseo santificado tiene acceso mediante Cristo al Padre. Cristo es nuestro Intercesor. Las oraciones que se ponen en el incensario de oro de los méritos del Salvador son aceptadas por el Padre. ELC 73.3
Toda promesa que está en la Palabra de Dios es nuestra. En vuestras oraciones haced referencia a la palabra empeñada por Jehová y por la fe reclamad sus promesas. Su palabra es la seguridad de que si pedís con fe recibiréis toda bendición espiritual. Seguid pidiendo y recibiréis abundantemente mucho más allá de lo que pidáis o penséis. Acostumbraos a tener confianza ilimitada en Dios. Echad todo vuestro cuidado sobre él. Esperad en él pacientemente y él hará... ELC 73.4
Debemos buscar “primeramente el reino de Dios y su justicia”. Mateo 6:33. Debemos estar listos a recibir la bendición que Dios otorga a aquellos que lo buscan de todo corazón, en sinceridad y verdad. Debemos mantener abierto el corazón si queremos recibir la gracia de Cristo.—The Signs of the Times, 18 de noviembre de 1903. ELC 73.5

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