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Cada Día con Dios


Yugos de fabricación humana, 15 de diciembre https://ift.tt/3q2Z00h Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 1 Corintios 12:12. Pronto el año viejo, con toda su carga de información, pasará a la eternidad, y habrá comenzado el nuevo año. Reunamos los tesoros del año pasado, y llevemos con nosotros al nuevo año el recuerdo de las bondades y la misericordia de Dios. Iluminemos el futuro con el pensamiento de las bendiciones pasadas. “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es quien en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Filipenses 2:12, 13. Tenemos que colaborar con el Señor Jesús. Sólo así podremos hacer nuestra parte en la obra. Tenemos que aferrarnos de todo lo que obtenemos por medio de Cristo. ¡Oh, qué maravillosas ventajas y oportunidades tienen los que llevan el yugo de Cristo! Tenemos dificultades porque nos fabricamos yugos para nosotros y no queremos llevar el yugo de Cristo. El es nuestra eficiencia. El nos dará poder. Nuestra parte consiste en poner firmemente la planta sobre la plataforma de la verdad eterna, y entonces podremos saber que reposa sobre nosotros la protección de Dios. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Romanos 5:1. Ser justificados significa ser perdonados. A quienes Dios justifica imputa la justicia de Cristo, porque el Salvador ha eliminado nuestros pecados. Comparecemos delante del trono de Dios justificados y santificados. Se nos vacía del yo y, por medio de la santificación de la verdad, Cristo mora en nuestros corazones... Estamos siendo sometidos a prueba. Quiera protejernos el Señor del cielo para que el maligno no tenga poder sobre nosotros... Cristo es el gran Obrero Maestro. Nosotros somos sus colaboradores. Tiene derecho a asignarle a cada cual su tarea. Y cada cual asegúrese de hacer la tarea que le asignó. Hagamos fielmente la obra que el Señor ha puesto en nuestras manos. El que descuida la tarea que se le ha confiado para hacer en cambio la de algún otro, está fuera de lugar. Se pierde tiempo, se abusa de la confianza y se la debilita, y se impide el progreso de la obra. Cuando aprendamos a hacer concienzudamente la obra que se nos ha asignado especialmente, el Señor nos ayudará, y las diferentes piezas de su causa se moverán en forma armoniosa.—Carta 202, del 15 de diciembre de 1902, dirigida a “Mis queridos hermanos y hermanas”.

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