En los Lugares Celestiales


Ansia del cielo, 27 de diciembre https://ift.tt/3sAWlO4 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. Salmos 84:2. Cuando el pueblo de Dios aparte sus ojos de las cosas de este mundo y los ponga en el cielo y en las cosas celestiales, serán un pueblo peculiar, porque verán la misericordia, bondad y compasión que Dios ha manifestado por los hijos de los hombres. Su amor les exigirá una respuesta, y sus vidas evidenciarán a quienes los rodean que el espíritu de Dios los domina, que están poniendo sus afectos en las cosas de arriba y no en las de la tierra. Al pensar en el cielo, podemos llevar nuestra imaginación hasta el límite más amplio y pensar los más elevados pensamientos de que seamos capaces, y nuestra mente se fatigará en el esfuerzo por comprender la anchura, profundidad y altura del asunto. Es imposible para nuestras mentes abarcar los grandes temas de la eternidad. Es imposible que nos esforcemos por comprender esas cosas sin que esto afecte todo nuestro carácter para el bien y recibamos una influencia elevadora en nuestra mente. Al pensar en cómo Cristo vino a nuestro mundo para morir por el hombre caído, entendemos algo del precio que se pagó por nuestra redención y comprendemos que no existe verdadera bondad o grandeza sin Dios. Sólo por la luz que brilla de la cruz del Calvario sabemos a qué profundidad de pecado y degradación cayó la raza humana por el pecado. Sólo por la extensión de la cadena que desciende del cielo para levantarnos podemos conocer las profundidades en las que estuvimos sumidos. Y sólo teniendo presentes las realidades invisibles es como podemos comprender algo del maravilloso tema de la redención.—Manuscrito 17, 1888. Estamos casi en el hogar; pronto oiremos la voz del Salvador más hermosa que cualquier música, diciendo: Tu lucha ha terminado. Entra en el gozo de tu Señor. Bendita, bendita bendición; deseo escucharla de sus labios inmortales.—Manuscrito 8, 1888.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374