
"Los predicadores [y todos los] que quieran trabajar eficazmente para la salvación de las almas deberán ser estudiosos de la Biblia, y hombres y mujeres de oración. Es un pecado ser negligente en cuanto al estudio de la Palabra mientras se intenta enseñarla a otros. Quienes sienten el valor de las almas, huirán a la fortaleza de la verdad, donde pueden obtener sabiduría, conocimiento y fuerza para hacer las obras de Dios. No se dan descanso antes de haber recibido una unción de lo alto. "
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