Comentarios Elena G.W https://ift.tt/dAmg1juEX Jesús ha dado a la niñez y a la juventud un ejemplo perfecto. Estudiad la norma, Cristo Jesús, y copiadla si queréis ser como él: puros, santos, sin pecado, y sin contaminación. Estudiad la infancia de Cristo. Él era el Hijo de Dios, y sin embargo la Biblia nos relata que volvió de Jerusalén y se sometió a sus padres… Jesús, el Redentor del mundo, hacía lo que se le ordenaba aun cuando la tarea no agradara a sus sentimientos. La obediencia es un elemento de la verdadera grandeza. Nadie puede ser verdaderamente bueno y grande si no ha aprendido a obedecer con presteza… Recordad que vuestros caracteres no están terminados; estáis edificando día a día un carácter. Tejed en él toda la bondad, la obediencia, la consideración, el esfuerzo, y el amor que podáis. Hacedlo según el modelo divino. Educaos para que podáis poseer el ornamento de un espíritu manso y tranquilo que ante la vista de Dios es de gran precio. Podéis hacer mejor el mundo viviendo en él si solamente hacéis lo mejor que podáis (Nuestra elevada vocación, p. 266). Los cuatro primeros mandamientos presentan al hombre su deber de servir al Señor nuestro Dios con todo el corazón, y con toda el alma, y con toda la mente, y con todas las fuerzas. Esto abarca a todo el hombre. Esto requiere un amortan ferviente, tan intenso, que el hombre no pueda atesorar en su mente nada, ni ningún afecto, que rivalice con el que siente por Dios; y su obra llevará la firma del cielo… Que los hombres adoren y sirvan al Señor nuestro Dios, y a él solamente… Todo lo que sea objeto de pensamientos y admiración indebidos, que absorba la mente, es un dios puesto por encima del Señor. Jehová, el eterno, el que posee existencia propia, el no creado, el que es la fuente de todo y el que lo sustenta todo, es el único que tiene derecho a la veneración y adoración supremas. Se prohibe al hombre dar a cualquier otro objeto el primer lugar en sus afectos o en su servicio. Cualquier cosa que nos atraiga y que tienda a disminuir nuestro amor a Dios, o que impida que le rindamos el debido servicio es para nosotros un dios (Sons and Daughters of God, p. 56; Parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 58, y en Historia de los patriarcas y profetas, p. 313). En su intercesión como nuestro Abogado, Cristo no necesita de la virtud del hombre, de la intercesión del hombre. Cristo es el único que lleva los pecados, la única ofrenda por el pecado. La oración y la confesión han de ser ofrecidas únicamente a Aquel que ha entrado una sola vez para siempre en el Lugar Santo… Cristo representó a su Padre ante el mundo, y ante Dios representa a los escogidos en quienes ha restaurado la imagen moral de Dios. Ellos son su herencia… Ningún sacerdote, ningún religioso por estricto que sea puede revelar al padre a cualquier hijo o hija de Adán. Los hombres tienen un solo Abogado, un Intercesor, que puede perdonar las transgresiones. ¿No se llenarán de gratitud nuestros corazones ante Aquel que dio a Jesús para que fuera la propiciación por nuestros pecados? Pensad profundamente en el amor que el Padre ha manifestado en favor de nosotros, el amor que ha expresado para nosotros. No podemos medir ese amor. No hay medida para él. Solo podemos señalar al Calvario, al Cordero muerto desde la fundación del mundo. Es un sacrificio infinito. ¿Podemos comprender y medir lo infinito? (That I May Know Him, p. 73; parcialmente en A fin de conocerle, p. 75, y en Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 926).
"Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar." Habacuc 2:14 "Entonces el dragón...se fue a hacer guerra contra...los que guardan los mandamientos de Dios y tienen...el espíritu de la profecía." Apoc. 12:17; 19:10
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