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Comentarios Elena G.W para la Escuela Sabática. https://ift.tt/AO9rmiV En todos los tiempos Dios se valió de santos ángeles para socorrer y librar a su pueblo. Los seres celestiales tomaron parte activa en los asuntos de los hombres. Aparecieron con vestiduras que relucían como el rayo; vinieron como hombres en traje de caminantes. Hubo casos en que aparecieron ángeles en forma humana a los siervos de Dios. Descansaron bajo los robles al mediodía como si hubiesen estado cansados. Aceptaron la hospitalidad en hogares humanos. Sirvieron de guías a viajeros extraviados. Con sus propias manos encendieron los fuegos del altar. Abrieron las puertas de las cárceles y libertaron a los siervos del Señor. Vestidos de la armadura celestial, vinieron para quitar la piedra de sepulcro del Salvador. A menudo suele haber ángeles en forma humana en las asambleas de los justos, y visitan también las de los impíos, como lo hicieron en Sodoma para tomar nota de sus actos y para determinar si excedieron los límites de la paciencia de Dios. El Señor se complace en la misericordia; así que por causa de los pocos que le sirven verdaderamente, mitiga las calamidades y prolonga el estado de tranquilidad de las multitudes (El conflicto de los siglos, pp. 614, 615). El privilegio concedido a Abraham y a Lot no se nos niega. Cuando mostramos hospitalidad a los hijos de Dios, también nosotros podemos recibir a seres celestiales en nuestras moradas. Aun en la actualidad los ángeles entran en forma humana en los hogares de la gente, y son agasajados. Los cristianos que viven a la luz del rostro de Dios están siempre acompañados por ángeles invisibles, y estos seres santos dejan tras sí una bendición en nuestros hogares (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 344). Cristo le dice a su pueblo redimido: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Matthew 25:34-36). Las oraciones, la exhortación y la conversación son frutos de poco precio… pero los frutos que se manifiestan en buenas obras, en cuidar de los necesitados, los huérfanos, las viudas, son los verdaderos y los produce naturalmente un buen árbol. Cuando los corazones simpatizan con otros corazones agobiados por el desánimo y el pesar, cuando la mano se extiende para ayudar al necesitado, cuando se viste a los desnudos, y el forastero recibe la bienvenida a vuestra casa y a vuestro corazón, los ángeles llegan muy cerca, y semejante acción halla respuesta en el cielo. Todo acto de justicia, misericordia y benevolencia, produce melodía en el cielo… Cada acto de misericordia realizado con los necesitados, los que sufren, se considera hecho a Jesús mismo. Cuando socorréis a los pobres, simpatizáis con los afligidos y oprimidos y ayudáis a los huérfanos, os ponéis en una relación más estrecha con Jesús (That I May Know Him, p. 335; parcialmente en A fin de conocerle, p. 334 y en Servicio cristiano, p. 234).

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374