El Cristo Triunfante


La posición no excluye la necesidad de orar, 24 de junio https://ift.tt/oV2INsG “Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón”. Nehemías 1:11. Nehemías, uno de los desterrados hebreos, ocupaba un cargo de influencia y honor en la corte de Persia. Como copero del rey, tenía libre acceso a la presencia real y en virtud de esta intimidad y gracias a sus dotes personales y su fidelidad, llegó a ser el consejero del monarca. Era un hombre de principios, de integridad inquebrantable y de gran sagacidad. En esa tierra pagana, rodeado por la pompa y el esplendor de la corte, Nehemías no olvidó al Dios de sus padres ni a su pueblo a quien fueran confiados los sagrados oráculos. La dignidad de su posición no menoscabó ni su piedad ni el amor por sus hermanos... No se avergonzó de su relación con ellos ni de la verdad. Sentía que debía honrar la verdad en todo lugar. No se disculpaba por sostener una fe diferente de la que profesaban los miembros de la corte persa... Mediante mensajeros de Judea, el patriota hebreo supo que habían llegado días de prueba para la ciudad escogida. Se había reedificado el segundo templo y porciones de la ciudad; pero la obra de restauración se veía estorbada, los servicios del templo eran perturbados, y el pueblo mantenido en constante alarma por el hecho de que las murallas de la ciudad permanecían mayormente en ruinas y sus pórticos incendiados. La capital de Judá se transformaba rápidamente en un lugar desolado y los pocos habitantes que permanecían allí estaban profundamente amargados por las burlas de los agresores idólatras que les decían: “¿Dónde está vuestro Dios?” El corazón del patriota hebreo estaba abrumado por las malas noticias. Tan grande era su pesar que no comió ni bebió. [Él mismo dice]: “Lloré, y enlutéme por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”. Pero cuando ese primer estallido de congoja concluyó, se volvió en su aflicción hacia el gran Ayudador. El registro dice: “Oré delante del Dios de los cielos”. Vació su corazón delante del Señor. Sabía que la aflicción que había venido sobre Israel era el resultado de su transgresión y con profunda humillación se presentó delante de Dios para pedir perdón y suplicar la renovación del favor divino. Fielmente confesó sus pecados y los de su pueblo. Aferrándose a la fe y a las promesas divinas, Nehemías puso en el escabel de la misericordia celestial su petición delante del Señor para que sostuviera la causa de su pueblo penitente, restaurara sus fuerzas y reconstruyera sus lugares asolados.—Manuscrito 58, 1903.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374