Cada Día con Dios


La gracia divina es nuestra mayor necesidad, 25 de septiembre Pues si anunció el evangelio, no tengo por qué gloriarme. 1 Corintios 9:16. https://ift.tt/zB3IV4r La conversión genuina nos pone cada día en comunión con Dios. Habrá tentaciones que enfrentar y una fuerte tendencia a apartarnos de Dios para sumirnos en nuestra antigua indiferencia y en un pecaminoso olvido del Señor. No hay corazón humano que pueda permanecer fuerte desprovisto de la gracia divina. Nadie podrá seguir siendo convertido a menos que se cuide y que el Maestro lo cuide. A menos que el corazón se aferre firmemente de Dios, y Dios se aferre firmemente de él, asumirá confianza propia y se exaltará, y ciertamente tropezará y caerá. El poder de Dios recibido por fe era la confianza de Pablo. “Ya no vivo yo -declaró con humildad-, mas vive Cristo en mí”. Gálatas 2:20. “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:26, 27. Pablo tenía constantemente el temor de que sus malas inclinaciones lograran la supremacía. Por eso estaba continuamente combatiendo y resistiendo firmemente los apetitos y pasiones que trataban de manifestarse. Si el gran apóstol temblaba al considerar sus debilidades, ¿con qué razón nos vamos a sentir nosotros confiados y dispuestos a vanagloriarnos?... Nuestra única defensa segura contra los pecados que nos asedian es la oración, la oración de cada día y de cada hora. No debemos estar un día llenos de celo para sumirnos el siguiente en la negligencia, sino como resultado de la vigilancia y el fervor debemos revitalizarnos gracias a nuestra comunión con Dios. La oración es necesaria, y no debiéramos esperar que se manifiesten los sentimientos sino orar, fervorosamente, ya sea que sintamos algo o que no sintamos nada. El cielo está abierto para recibir nuestras oraciones. La oración es el canal que conduce hasta el trono de Dios nuestra gratitud y los ardientes deseos de nuestra alma por recibir la bendición divina, y que nos llega en retribución como la lluvia refrescante de la gracia divina. Muchos permiten que este canal se obstruya, de manera que se interrumpa la conexión con el cielo... ¡Oh, cuánto deseo que dediquemos más tiempo a permanecer sobre nuestras rodillas, y menos a planificar por nosotros mismos y a pensar que podemos hacer grandes cosas.—Carta 52, del 25 de septiembre de 1874, dirigida a Edson y Emma White.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374