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El Cristo Triunfante


Cuando dependemos de Dios Satanás no puede dominarnos, 26 de septiembre https://ift.tt/B1GAYML “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”. 1 Corintios 10:12. Poco antes de la caída de Pedro, Jesús le dijo: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo”. ¡Cuán fiel era la amistad del Salvador hacia Pedro! ¡Cuán misericordiosa su advertencia! Pero la advertencia fue pasada por alto. Pedro declaró confiadamente, con arrogancia, que nunca haría aquello contra lo cual Cristo le advertía. “Señor—le dijo—, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”. Su autosuficiencia resultó ser su ruina. Tentó a Satanás para que lo sedujera, y cayó bajo las artimañas del astuto enemigo. Cuando Cristo lo necesitó más, estaba de parte del enemigo, y abiertamente negó a su Señor. Aunque Pedro lo negaba, Cristo le demostró que aún lo amaba. En la sala de juicio y rodeado por un grupo que pedía su condena, el pensamiento de Jesús se dirigió hacia los sufrimientos y padecimientos de su extraviado discípulo y lo miró. En aquella mirada, Pedro leyó todo el amor y la compasión del Salvador, y una ola de misericordia lo envolvió... Comprendió que había actuado en forma contraria a lo que había afirmado... Una vez más contempló a su Maestro y vio cómo una sacrílega mano lo golpeaba en el rostro. Incapaz de soportar más aquella escena, salió acongojado de la sala del tribunal... Se alejó en busca de la soledad y la oscuridad; no sabía ni le importaba dónde encontrarla. Finalmente, se encontró en el Getsemaní. La escena que había ocurrido pocas horas atrás fue recapitulada en su mente. Recordó cómo el Salvador, durante su agonía en el huerto, había acudido en busca de simpatía y de consuelo a quienes habían estado estrechamente relacionados con su labor. En el mismo lugar donde Jesús había derramado su alma en agonía, Pedro cayó sobre su rostro y sintió deseos de morir... Si Pedro hubiera permanecido solo, hubiese sido derrotado. Pero Uno que podía decir: “Padre, tú siempre me has escuchado”, Uno que es poderoso para salvar, intercedía por él. Cristo salva hasta lo sumo a quienes acuden a él. Muchos están hoy en la condición en que estuvo Pedro cuando con arrogancia declaró que no negaría a su Señor. Y debido a esa arrogancia son víctimas fáciles de las trampas de Satanás. Los que reconocen su debilidad confían en un poder superior a ellos mismos. Y mientras acudan a Dios, Satanás no tendrá poder sobre ellos... Hay ciertas lecciones que jamás se aprenderán a menos que sea a través del fracaso. Pedro llegó a ser una mejor persona después de su caída... Como el fuego purifica el oro, así Cristo permite que su pueblo sea purificado por las tentaciones y las pruebas.—Manuscrito 115, 1902.

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