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Dios nos Cuida


Dios nos Cuida
Esforzándonos por la santificación, 8 de octubre https://ift.tt/HCUS3D2 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. Apocalipsis 3:18-19. Nuestra conciencia debe ser purificada de obras muertas a fin de servir al Dios viviente. La santificación significa amor perfecto, obediencia perfecta, conformidad plena con la voluntad de Dios. Si nuestras vidas están en armonía con la vida de Dios, si nuestras vidas son semejantes a la vida de Cristo mediante la santificación de la mente, el alma y el cuerpo, nuestro ejemplo tendrá una influencia poderosa sobre el mundo. No somos perfectos, pero es nuestro privilegio separarnos de los enredos con el yo y el pecado, y avanzar hacia la perfección... Al alcance de todo aquel que tiene fe verdadera hay grandes posibilidades, logros elevados y santos. ¿No ungiremos nuestros ojos con el colirio celestial a fin de poder discernir las cosas maravillosas colocadas delante de nosotros? ¿Por qué no avanzamos hacia adelante y hacia arriba, con fervorosa perseverancia, cumpliendo esta oración del Señor, a fin de alcanzar la norma de la santidad?... Al Señor no le agrada vernos espiritualmente débiles. “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. 2 Corintios 4:6. Tenemos que enfrentar conflictos y pruebas pero no necesitamos fracasar ni desanimarnos... Dios es honrado sólo cuando los que profesan creer en él son amoldados a su imagen. Debemos representar ante el mundo la belleza de la santidad, porque nunca entraremos a través de las puertas de la ciudad de Dios hasta que perfeccionemos un carácter como el de Cristo. Si nosotros, con confianza en Dios, nos esforzamos por lograr la santificación, la recibiremos. Entonces, como testigos de Cristo, daremos a conocer lo que la gracia de Dios ha producido en nosotros. Lo que puede causarnos más desasosiego es la falta de certidumbre. La aceptación de las bendiciones de Dios trae justicia y paz. El fruto de la justicia es quietud y seguridad para siempre. Debemos tener la sencillez y sinceridad de Dios. Debemos tener esa sabiduría que desciende de lo alto. Nuestra experiencia cristiana debe ser reanimada por medio de la piedad e impulsada por la vida divina.
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