
Comentarios Elena G.W para la Escuela Sabática https://ift.tt/LDYAj1M Cristo ordenó a sus discípulos que empezasen en Jerusalén la obra que él había dejado en sus manos. Jerusalén había sido escenario de su asombrosa condescendencia hacia la familia humana. Allí había sufrido, había sido rechazado y condenado. La tierra de Judea era el lugar donde había nacido. Allí, vestido con el atavío de la humanidad, había andado con los hombres, y pocos habían discernido cuánto se había acercado el cielo a la tierra cuando Jesús estuvo entre ellos. En Jerusalén debía empezar la obra de los discípulos. En vista de todo lo que Cristo había sufrido allí, y de que su trabajo no había sido apreciado, los discípulos podrían haber pedido un campo más promisorio; pero no hicieron tal petición. El mismo terreno donde él había esparcido la semilla de la verdad debía ser cultivado por los discípulos, y la semilla brotaría y produciría abundante mies. En su obra, los discípulos habrían de hacer frente a la persecución por los celos y el odio de los judíos; pero esto lo había soportado su Maestro, y ellos no habían de rehuirlo. Los primeros ofrecimientos de la misericordia debían ser hechos a los homicidas del Salvador (El Deseado de todas las gentes, pp. 759, 760). Nos estamos acercando al final de la historia de esta tierra. Pronto nos encontraremos delante del gran trono blanco. Pronto habrán pasado vuestras oportunidades para trabajar. Por lo tanto, trabajad mientras se dice hoy. Cada verdadero creyente, con la ayuda de Dios, puede ver dónde está el trabajo que debe realizarse. Cuando el ser humano colabora con la voluntad de Dios, se hace omnipotente, y el obrero puede crear oportunidades. Vigilad las almas con quienes entráis en contacto. Buscad oportunidades para hablarles una palabra oportuna. No esperéis ser presentados, o hasta que os familiaricéis con ellos, antes de procurar salvar a las almas que perecen a vuestro alrededor. Si estáis dispuestos a trabajar con sinceridad, se abrirán caminos delante de vosotros para el cumplimiento de esta obra. Apoyaos en el brazo divino en busca de sabiduría, fortaleza, y habilidad para hacer la obra que Dios os ha dado (Nuestra elevada vocación, p. 300). ¿Se levantarán ahora nuestras iglesias, y despertarán ante la situación? Los representantes de Cristo han de llevar una carga por las almas. Cada nación y tribu y lengua y pueblo ha de escuchar el último mensaje de misericordia al mundo. Cuando los miembros de nuestra iglesia logren una mejor comprensión de la verdad bíblica, se levantarán de su soporífero sueño y estarán listos para dedicar su dinero a la causa de Dios, y para entregarse en ferviente labor bajo la conducción del Espíritu Santo. El pueblo de Dios es su instrumento, señalado para proclamar la verdad en todas partes del mundo… Cada miembro de iglesia ha de comprometerse en el servicio activo para el Maestro. “¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?”, pregunta. “Id también vosotros a la viña...” “entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar”. Mateo 20:6, 7; Juan 9:4 (Reflejemos a Jesús, p. 204).
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