Cada Día con Dios


La filosofía del señor, 12 de diciembre https://ift.tt/Q1SnUrI ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. Isaías 8:20. La filosofía del Señor, claramente bosquejada en su Palabra, debe ser la regla de nuestra vida. Todo el ser debe estar bajo la dirección de Aquel que conoce el fin desde el principio. La Biblia y sólo la Biblia debe ser nuestra guía. Debemos seguir y obedecer los principios vivificadores del cielo, no sólo nuestras inclinaciones. La sabiduría y el poder de Dios, al obrar sobre el corazón susceptible, pone la mente y el carácter en armonía con las leyes y los requerimientos del cielo. Cada uno de nosotros debe estar sometido a la dirección del Espíritu Santo para comunicar al mundo los grandes hechos relativos a la verdad y la justicia... Se nos intima a que toquemos alarma para que el pueblo oiga. Los vigías no deben fallar ahora. Deben velar y orar, para poder tener una clara noción de sus obligaciones hacia Aquel que, aunque era el unigénito de Dios, vino a este mundo para librar a hombres y mujeres de la férula de Satanás. Debemos instruir y guiar a las almas para que vean en Cristo su ejemplo, y comprendan sus obligaciones hacia Aquel a quien pertenecen por creación y por redención. El es Dueño de todo hombre, mujer y niño que viene a este mundo. Llegó a serlo cuando pagó el precio de la redención. Si los seres humanos caídos quieren llegar a ser hijos e hijas de Dios mediante su obediencia voluntaria, serán uno con Cristo. El Salvador los ha comprado al dar su vida para pagar la deuda del pecado... Los que están verdaderamente convertidos revelarán la gracia salvadora de Cristo al trabajar por esas almas enceguecidas por Satanás. Los obreros de Dios deben manifestar mediante su propia vida el poder de la verdad y la justicia. El mundo pronto tendrá que comparecer delante del gran Legislador para responder por el quebrantamiento de su ley... Tenemos que enarbolar el estandarte que lleva esta inscripción: “Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Este es el gran asunto. No lo perdamos de vista. Debemos luchar para despertar a los miembros de la iglesia y a los que no hacen profesión de fe, para que vean los requerimientos de la ley del cielo y los obedezcan. Tenemos que magnificar la ley y engrandecerla. Tenemos que despertar a los que están sumidos en un sopor espiritual.—Carta 138, del 12 de diciembre de 1910, dirigida al pastor Starr y Sra., del Sanatorio Melrose donde el pastor Starr era capellán y evangelista.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374