Ir al contenido principal

Alza tus Ojos


Alza tus Ojos
Miren hacia el cielo, 1 de enero https://ift.tt/rUWfo9h Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Hebreos 11:16. Les deseo un feliz año nuevo. El año viejo con su carga de registros, ya pasó a la eternidad. Que cada pensamiento, cada sentimiento, se dedique ahora a recordar el amor de Dios. Rememoremos una a una sus bendiciones... Las evidencias que tenemos del cuidado y del amor de Dios por nosotros se expresan en las lecciones que Cristo dio a sus discípulos acerca de las cosas de la naturaleza... No debe concentrarse la atención sobre lo deforme, sobre la maldición, sino en las riquezas de la gracia de Cristo que han sido provistas tan abundantemente, de tal manera que podamos vivir en este mundo y realizar nuestra parte en favor de la humanidad y sin embargo, no ser del mundo. Como peregrinos, como extranjeros que anhelamos las cosas brillantes de Dios, el gozo que está por delante, que buscamos una ciudad cuyo artífice y hacedor es Dios, que contemplamos las provisiones hechas en nuestro favor, las mansiones que Jesús ha ido a preparar para nosotros, y que hablamos de ese bendito hogar, nos olvidamos de las molestias y de los incómodos cuidados de esta vida. Nos parece estar respirando la misma atmósfera de ese país mejor, celestial. Nos sentimos aliviados, consolados; pero aun más, nos sentimos gozosos en Dios. No podríamos conocer los propósitos llenos de gracia de Dios hacia nosotros si no fuera por las promesas, porque solamente a través de ellas podemos saber qué es lo que El ha preparado para aquellos que le aman. Como las flores en el sabio plan de Dios, que están constantemente extrayendo las propiedades de la tierra y del aire para desarrollarlas en los puros y hermosos capullos que exhalan su fragancia para deleitar nuestros sentidos, así debiera ser también con nosotros. Extraemos de las promesas de Dios toda esa paz, ese consuelo, esa esperanza que desarrollará en nosotros los frutos de la paz, del gozo y de la fe. Y al incorporar estas promesas en nuestra propia vida las introducimos también en las vidas de otros. Por lo tanto, apropiémonos de estas promesas... Ellas son como las preciosas flores del jardín de Dios. Deben despertar nuestra esperanza y expectativa, y conducirnos a una firme fe y confianza en Dios. Deben fortalecernos en la tribulación y enseñamos las preciosas lecciones de la confianza en Dios. En estas preciosas promesas El retrocede a la eternidad y de allí nos da un resplandor de ese mucho más abundante y eterno peso de gloria. Estemos, entonces, quedos en Dios. Confiemos calmadamente en El y alabémosle porque nos ha mostrado tales revelaciones de su voluntad y propósitos para que no fundamentemos nuestras esperanzas en esta vida sino que mantengamos la mirada hacia arriba, a la herencia de luz, a fin de ver y percibir el asombroso amor de Jesús.—Carta 27, del 1 de enero de 1886, dirigida al Dr. J. H. Kellogg y Sra.
¡Visita Alza tus Ojos!

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA IGLESIA ADVENTISTA NO ES BABILONIA... ¡ES LAODICEA!

Conozco la Iglesia Adventista desde mi niñez (7 años) y sé que es la Iglesia Verdadera. Lo he sabido desde que mis papás encontraron en la Biblia la verdad del sábado y buscaron la iglesia que respetara los mandamientos de Dios y encontraron a la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Desde entonces he tenido la convicción de que la Iglesia Adventista es la Iglesia Verdadera, por cuanto es la única que predica la verdad completa y cumple los dos requisitos que ESTÁN ESCRITOS tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento: ANTIGUO TESTAMENTO: “!!A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.”(Isaías 8:20) NUEVO TESTAMENTO “ Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” (Apocalipsis 14:12) “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesu