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Soy un hijo de Dios, 22 de enero https://ift.tt/dCVJOqg Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Romanos 8:17. La influencia de la gracia ha de suavizar el corazón, refinar y purificar los sentimientos, otorgando delicadeza y un sentido de decoro de origen celestial. Un cristiano no puede exaltarse a sí mismo, porque no es propio de la semejanza con Cristo. El Redentor del mundo, el sustituto y garantía del pecador, dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28. Recordemos continuamente que el manso y humilde Jesús tuvo el espíritu y la ambición de un conquistador. Los vastos dominios sobre los cuales los potentados terrenales ejercen señorío no constituyen un escenario adecuado para el ejercicio de su gracia, la expresión de su amor y la manifestación de su gloria. Quien ama al Señor Jesucristo en verdad y con sinceridad, amará a aquellos por los cuales Cristo murió para salvarlos y aprovechará toda oportunidad de servir a Cristo en la persona de sus discípulos. Debemos considerarnos hijos e hijas de Dios, obreros juntamente con Jesucristo, que vivimos con un propósito noble. Somos representantes de Cristo en carácter y debemos servirle con afectos indivisos. No solamente revelaremos que amamos a Dios, sino que, en armonía con su carácter santo, viviremos vidas puras y perfectas. Debemos vivir la perfección puesto que al contemplar a Jesús vemos en El la encamación de la perfección; y el gran Centro sobre el cual converge nuestra esperanza de vida y felicidad eterna nos conducirá a la unidad y a la armonía... La vida que ahora vivimos debemos vivirla por la fe en Jesucristo. Si somos seguidores de Cristo nuestras vidas no consistirán en fragmentarias y superficiales acciones espasmódicas de acuerdo con las circunstancias y el ambiente; acciones intermitentes, que revelan que los sentimientos son el amo, indulgencia al dar rienda suelta a pequeñas irritaciones, una envidiosa búsqueda de faltas, celos y vanidad egoísta. Estas cosas nos colocan a todos en discrepancia con la armoniosa vida de Jesucristo, y no podremos llegar a ser vencedores si retenemos estos defectos... Cuando se vea expuesto a las diversas circunstancias de la vida, y se hablen palabras que están calculadas para zaherir y lastimar el alma, dígase a sí mismo: “Soy un hijo de Dios, un heredero con Cristo, un colaborador de Dios. No debo tener, por lo tanto, una mente vulgar que se ofende fácilmente, no debo pensar siempre en mí, porque esto producirá un carácter falto de armonía. Es indigno de mi noble vocación. Mi Padre celestial me ha encomendado una obra, por lo tanto seré digno de su confianza”.—Carta 78, del 22 de enero de 1893, dirigida a E. J. Waggoner, un ministro destacado.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374