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Cada Día con Dios


Cultivemos el suelo, 4 de enero https://ift.tt/DoEF8GX Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones. Isaías 61:11. Los oráculos vivientes de Dios, un “Escrito está”, son las hojas del árbol de la vida, del cual el ser humano ha de alimentarse para obtener la vida espiritual. Cuando comemos las palabras del Señor Jesucristo, nos dan vida eterna. “Las palabras que yo os he hablado -dijo él-, son espíritu y son vida”. Juan 6:63. La corriente vital y restauradora de Cristo cura las heridas causadas por el pecado. “¡Oh, qué amigo nos es Cristo! El sintió nuestra aflicción y nos manda que llevemos todo a Dios en oración”. No importa qué conducta sigan los demás, nosotros, individualmente, tenemos que obrar nuestra propia salvación con temor y temblor. ¿Por qué? Porque es Dios quien obra en nosotros tanto el querer como el hacer según su buena voluntad. Sí, para glorificar su propio nombre, obra en los corazones y las mentes de los seres humanos, a quienes considera valiosos, si le permiten actuar. Cuando el hombre cayó, Dios comenzó a desbaratar los planes de Satanás. Dios obra en los seres humanos. “Vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”. 1 Corintios 3:9. En el principio el Señor ordenó a Adán que cultivara la tierra. Esta tarea resultó mucho más difícil debido a la transgresión de la ley de Dios. Al pecar, el hombre obró contra su propio bien presente y eterno. La tierra fue maldita porque debido a la desobediencia humana Satanás tuvo la oportunidad de sembrar en el corazón la semilla del mal. La tierra, que al principio producía sólo lo bueno, comenzó a producir cizaña, y su desarrollo produjo una lucha continua. El cultivo de la tierra es una escuela en la cual el hombre puede aprender lecciones espirituales. Al cultivarla ve, como en un espejo, la obra de Dios en el alma humana. El cultivo divino produce perfección. Si al relacionarnos con Dios la obra progresa, el instrumento humano, por medio de Cristo, logrará cada día victorias y honores en medio de la lucha. Vencerá debido a la gracia, y se pondrá en terreno ventajoso.—Carta 5, del 4 de enero de 1900, dirigida al Hno. Colcord.

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