El Cristo Triunfante
La tentación a veces se disfraza de placer, 15 de enero https://ift.tt/TXnf4eG “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” Génesis 3:1. Para conseguir lo que quería sin ser advertido, Satanás escogió como medio a la serpiente, disfraz bien adecuado para su proyecto de engaño. La serpiente era en aquel entonces uno de los seres más inteligentes y bellos de la tierra. Tenía alas, y cuando volaba presentaba una apariencia deslumbradora, con el color y el brillo del oro bruñido. Posada en las cargadas ramas del árbol prohibido, mientras comía su delicioso fruto, cautivaba la atención y deleitaba la vista que la contemplaba. Así, en el huerto de paz, el destructor acechaba su presa. Los ángeles habían prevenido a Eva que tuviese cuidado de no separarse de su esposo mientras éste estaba ocupado en su trabajo cotidiano en el huerto; estando con él correría menos peligro de caer en tentación que estando sola. Pero distraída en sus agradables labores, inconscientemente se alejó del lado de su esposo. Al verse sola, tuvo un presentimiento del peligro, pero desechó sus temores, diciéndose a sí misma que tenía suficiente sabiduría y poder para comprender el mal y resistirlo. Desdeñando la advertencia de los ángeles muy pronto se encontró extasiada, mirando con curiosidad y admiración el árbol prohibido. El fruto era bello, y se preguntaba por qué Dios se lo había vedado. Esta fue la oportunidad de Satanás. Como discerniendo sus pensamientos, se dirigió a ella diciendo: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” Eva quedó sorprendida y espantada al oír el eco de sus pensamientos... A la capciosa pregunta de Satanás, Eva contestó: “Del fruto de los árboles del huerto comemos; mas del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal”... Tal ha sido la labor que Satanás ha llevado adelante con gran éxito, desde los días de Adán hasta el presente. Tienta a los hombres a desconfiar del amor de Dios y a dudar de su sabiduría. Constantemente pugna por despertar en los seres humanos un espíritu de curiosidad irreverente, un inquieto e inquisitivo deseo de penetrar en los inescrutables secretos del poder y la sabiduría de Dios. En sus esfuerzos por escudriñar aquello que Dios tuvo a bien ocultarnos, muchos pasan por alto las verdades eternas que nos ha revelado y que son esenciales para nuestra salvación.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 36-37.
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