El Cristo Triunfante


El Cristo Triunfante
Vindicadores la ley de Dios, 22 de febrero https://ift.tt/xKTpM5C “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”. Santiago 1:25. ¿Es posible que una nación alcance la felicidad poniendo a un lado las leyes de Dios? Los países aquí [en Europa] tienen sus leyes y la seguridad que gozan los habitantes de estas naciones se debe a la obediencia de ellas y ustedes saben cuán estrictamente se exige que sean observadas. Cuando usted ve a un oficial junto a un hombre o mujer con grilletes en las manos y en los pies de inmediato sabe que esa persona ha transgredido las leyes de la tierra. Dicha persona ha perdido su libertad y es conducida a prisión por haber transgredido las leyes de su país. ¿Es posible que alguien afirme que el Señor del universo no tiene una ley que gobierne su reino? ¿Acaso la doctrina de Jesucristo o del cielo indican que la ley de Dios no está vigente para los habitantes de este mundo La ley de los Diez Mandamientos es la gran norma moral de justicia en el cielo y en la tierra. Esta excelsa ley es el fundamento de todo sistema legal de todas las naciones y de toda la familia humana. La postura que proclama que la ley de Dios está abrogada y no está vigente para la raza humana, es un artificio satánico. Bien sabemos que el asesino, el adúltero y el ladrón entran en conflicto con esta ley inmediatamente. Y son éstos los únicos que desearían que esta norma careciera de vigencia para que pudiesen dar rienda suelta a todas sus imaginaciones e iniquidades. Y toda vez que vemos a alguien detenido por un oficial de la justicia, no pensamos que haya observado la ley, sino que la ha transgredido. Todos los que vivimos sobre la faz de la tierra tendremos pruebas. Habrá circunstancias en que, por la providencia de Dios, hemos de ser convocados a vindicar nuestra fe. Tendremos que ofrecer evidencias claras que manifiesten de qué lado del conflicto estamos. O respaldamos la santa ley de Dios, o estaremos del lado de los transgresores. Seremos probados como Noé lo fue. Y aunque en aquellos días la corrupción era un fenómeno casi universal, ¿acaso creyó Noé que no valía la pena estar a favor de la ley de Dios? Todo lo contrario, asumió su posición como noble en la corte del Señor y se mantuvo del lado de la justicia, porque eso era lo correcto.—Manuscrito 86, 1886.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374