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Conflicto y Valor


El precio de una mentira, 26 de abril Josué 9, 10. https://ift.tt/dkK5RME Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento. Proverbios 12:22. De Siquem los israelitas volvieron a su campamento de Gilgal. Allí los visitó poco después una embajada extraña, que deseaba pactar un tratado con ellos. Los embajadores manifestaron que venían de tierras lejanas, cosa que parecía confirmar su apariencia. Llevaban ropas viejas y raídas; sus sandalias estaban recosidas; sus provisiones de boca estaban mohosas, y sus odres, rasgados y remendados, como si se los hubiera reparado apresuradamente durante el viaje... Estas explicaciones prevalecieron... “Y Josué hizo paz con ellos, y concertó con ellos que les dejaría la vida: también los príncipes de la congregación les juraron”. Así se concertó la alianza... Pero les hubiera salido mejor a los gabaonitas si hubieran tratado honradamente con Israel. Aunque su sumisión a Jehová les permitió conservar la vida, su engaño sólo les reportó deshonra y servidumbre. Dios había estatuido que todos los que renunciaran al paganismo, y se unieran con los israelitas, habían de participar de las bendiciones del pacto. Quedaban incluidos en la expresión “el extranjero que peregrina entre vosotros”, y con pocas excepciones esta clase había de gozar iguales favores y privilegios que Israel. El mandamiento de Dios fue: “Y cuando el extranjero morare contigo en vuestra tierra, no le oprimiréis. Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que peregrinare entre vosotros; y ámalo como a ti mismo”. Levítico 19:33, 34... Tales eran las condiciones en las cuales los gabaonitas podrían haber sido recibidos de no haber mediado el engaño al cual habían recurrido. Ser hechos leñadores y aguadores por todas las generaciones no era poca humillación para aquellos ciudadanos de una ciudad real, donde todos los hombres eran “fuertes”. Pero habían adoptado el manto de la pobreza con fines de engaño, y les quedó como insignia de servidumbre perpetua. A través de todas las generaciones, esta servidumbre iba a atestiguar el aborrecimiento en que Dios tiene la mentira. Historia de los Patriarcas y Profetas, 539-542.

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