Sabbath School
Comentarios Elena G.W para las Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/R8qQFmM @seguidores @destacar [L]os hombres de nuestros días están buscando afanosamente los tesoros terrenales. Su mente está llena de pensamientos egoístas y ambiciosos. Por ganar las riquezas, el honor o el poder mundanos, colocan las máximas, las tradiciones y los mandamientos de los hombres por encima de los requisitos de Dios. Las riquezas de su Palabra se hallan ocultas a estas personas… “Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto: en los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. 2 Corintios 4:3, 4. El Salvador vio que los hombres estaban absortos en conseguir ganancias y perdían de vista las realidades eternas. Intentó corregir este mal. Trató de romper el hechizo infatuador que paralizaba el alma… Cristo presenta ante la humanidad caída el mundo más noble que ha perdido de vista, a fin de que contemplen las realidades eternas. Los transporta hasta los umbrales del Infinito, resplandeciente con la indescriptible gloria de Dios, y les muestra allí el tesoro (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 77, 78). El hombre ha sido separado de la vida de Dios por el pecado. Su alma está paralizada por las intrigas de Satanás, el autor del pecado. El hombre es incapaz por sí mismo de percibir el pecado, incapaz de apreciar la naturaleza divina y hacerla suya. Si esta fuera colocada a su alcance, en ella no habría nada que deseara el corazón natural del hombre. Sobre él está el poder seductor de Satanás. Todos los ingeniosos subterfugios que puede sugerir el diablo son presentados ante su mente para impedir todo buen impulso… Pero Dios no será derrotado por Satanás. Envió a su Hijo al mundo para que al tomar la forma y la naturaleza humana, la humanidad y la divinidad combinadas en él elevaran al hombre en la escala del valor moral ante Dios. No hay otro camino para la salvación del hombre. “Separados de mí —dice Cristo— nada podéis hacer”. Por medio de Cristo, y solo Cristo, las fuentes de la vida pueden revitalizar la naturaleza del hombre, transformar sus gustos y hacer que sus afectos fluyan hacia el cielo. Mediante la unión de la naturaleza divina con la humana, Cristo podía iluminar el entendimiento e infundir sus propiedades vivificadoras por toda el alma muerta en delitos y pecados (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1099). El cielo, mirando hacia abajo y viendo los engaños en los cuales eran inducidos los hombres, conoció que un Instructor divino debía venir a la tierra. Mediante las falsas representaciones del enemigo, muchos habían sido tan engañados que adoraban a un dios falso, revestido de los atributos satánicos. Los que estaban en la ignorancia y las tinieblas morales debían recibir luz, luz espiritual; por cuanto el mundo no conoció a Dios, este debía ser revelado a su entendimiento. La Verdad miró desde el cielo, y no vio reflexión de su imagen; porque densas nubes de tinieblas y lobreguez espirituales rodeaban al mundo. Solamente el Señor Jesús podía disiparlas; porque él es la luz del mundo. Por su presencia, podía disipar la lóbrega sombra que Satanás había arrojado entre el hombre y Dios (Consejos para los maestros, pp. 28, 29).
¡Visita Sabbath School!
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