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Exaltad a Jesús


Exaltad a Jesús
Cristo magnifica la ley, 24 de mayo Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla. Isaías 42:21. https://ift.tt/qwxnaHL Si la ley se comprendiera separada de Cristo, tendría un poder aplastante sobre el ser humano pecador, eliminándolo de la existencia. Pero al comprender la ley en conexión con Cristo, recibiéndole a él por fe como su sustituto y seguridad, el hombre se ve a sí mismo como un prisionero de esperanza. La verdad como es en Jesús consiste en conocer la ley de Dios, santa, justa y buena, tal como en Cristo se la exalta y se muestra su inmutabilidad. El magnificó la ley, ampliando cada uno de sus preceptos, y al obedecerla le dejó un ejemplo al hombre, para que él también pudiera conformarse a sus demandas... Las agonías del jardín del Getsemaní, el insulto, la burla, el abuso, que se amontonaron sobre el amado Hijo de Dios, los horrores y la ignominia de la crucifixión, constituyen una demostración suficiente y conmovedora acerca de que la justicia de Dios, cuando castiga, lo hace cabalmente. El hecho de que Dios no escatimara a su propio Hijo, la seguridad del hombre, constituye una evidencia eternamente válida ante santos y pecadores, ante el universo de Dios, de que tampoco excusará al transgresor de la ley. Dios es amor. Dio evidencia de ese amor en el don de su Hijo unigénito. Sin embargo, el amor de Dios no excusa el pecado. Dios no excusó el pecado de Satanás, de Adán, ni de Caín, ni lo excusará en ninguno de los hijos del hombre. La naturaleza pervertida del ser humano puede distorsionar el amor de Dios y hacerlo aparecer un atributo de debilidad; pero la luz brilla desde la cruz del Calvario para que el hombre pueda corregir sus conceptos y adoptar teorías que no estén pervertidas. Dios ha dado su ley para que rija la conducta de las naciones, de las familias, y de los individuos. No hay ni siquiera un obrador de iniquidad que pueda escapar a las denuncias de esta ley, aunque su pecado sea el más insignificante y el más secreto. Toda la obra del padre de mentiras está registrada en los libros de reglamentos del cielo; y los que se prestan al servicio de Satanás, para enseñar a los hombres sus mentiras por precepto y práctica, recibirán conforme a sus obras. Cada ofensa hecha contra Dios, por diminuta que sea, se anota en los registros. Y cuando se esgrima la espada de la justicia, realizará la obra que fue hecha contra el Divino Sufriente. Se hará justicia; porque el odio de Dios por el pecado es intenso e irresistible. La verdad como es en Jesús enseña lecciones de importancia vital. Demuestra que el amor de Dios es amplio y profundo; que es infinito; y que será inflexible al determinar el castigo de los desobedientes, es decir, de los que han hecho nula la ley de Dios. En esto se combinan el amor y la justicia de Dios, quien se inclinó hasta las mismas profundidades de la miseria y la degradación humanas, para rescatar a los caídos y oprimidos que se asen de la verdad mediante el arrepentimiento y la fe en Jesús.—The Review and Herald, 8 de febrero de 1898.
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